Sabes lo que te van a hacer y te lo hacen. Ese es uno de los secretos del Manchester City, no desviarse de su libreto y ejecutarlo a las mil maravillas. No importa la competición. Ni el rival. Da igual el mes del año. Salen a jugar a su estilo y no se mueven de ahí. La paciencia es su ciencia, y la calidad, su diferencia. La víctima esta vez fue el Newcastle, en los cuartos de final de la FA Cup. Un Newcastle que había eliminado al City hace un tiempo en la Copa de la Liga pero que en esta ocasión no tuvo muchas opciones. Al descanso ya perdía por 2-0 con dos goles afortunados y tras sendos rebotes del portugués Bernardo Silva. En el primer partido tras verse emparejado con el Madrid en la Champions, el equipo citizen no tembló nunca.
El equipo de Manchester extiende su racha de encuentros sin perder a los 22
El Etihad celebraba, como siempre, pues desde noviembre del 2022 no pierde un partido allí su City, que extendió su actual racha sin perder en todas las competiciones a los 22 partidos. Desde diciembre que no muerde el polvo el conjunto de Guardiola y jugando con la solvencia que lo hace es complejo predecir cuándo llegará la derrota.
No acusó el City las ausencias de dos puntales, como De Bruyne y el portero Ederson. Bajo palos Ortega, alemán de origen español, funcionó con acierto con los pies y sacó una mano sensacional para impedir que Isak recortara distancias. Para entonces Bernardo Silva ya llevaba un doblete (13 y 26).
Foden regalaba controles artísticos, Rodri repartía juego con una seguridad pasmosa y Doku aceleraba y se topaba con el portero del Newcastle en diversas oportunidades. Solo Håland parecía estar aletargado a la espera de cazar algún balón en el área. Pero al City no le estaba haciendo falta una mayor participación del noruego. Le bastaba con mover el balón hasta la saciedad de un lado a otro sin precipitarse nunca. Perdía verticalidad, sí. Pero para qué la quería, si iba ganando y bien. Defenderse con el balón a la espera de un resquicio desespera al adversario.
Sobre todo si después, en el último tercio, la pausa se convierte en ritmo, como cuando Håland rozó el tercer gol con un remate ajustado. El City no se cansó nunca de atacar, ni de llevar la manija, y cuando cometía algún error el Newcastle no sabía aprovecharlo para acabar sus contragolpes. En ningún momento peligro el triunfo de los de Guardiola. Suma y sigue.