Nadie retirará la mano a Lamine Yamal

Por la escuadra

Nadie retirará la mano a Lamine Yamal

Lamine Yamal jugó en Vitoria su quinto partido consecutivo como titular. Excepto en el partido de Copa frente al Athletic, ha terminado todos en el campo. En San Mamés fue sustituido en la prórroga, de manera que también cumplió con los 90 minutos reglamentarios. Lamine tiene los mismos 16 años que en el pasado agosto, cuando se asentó en el Barça, después de una deslumbrante actuación en el Joan Gamper. Fue uno de esos fogonazos inolvidables que suelen destacarse muchos años después en las estrellas del fútbol, pero en aquel mismo instante comenzó el debate sobre los cuidados que requería un adolescente que todavía no conoce la cuchilla de afeitar.

Es un debate tan viejo como el fútbol. Cuando surge una luminaria juvenil acuden a la memoria el pequeño puñado de adolescentes que han maravillado a las sucesivas generaciones de aficionados. Pelé inició la saga en los años cincuenta del pasado siglo. Con 17 años, impresionó en la selección brasileña que ganó el Mundial de 1958. Allí se descubrió que los verdaderos genios vienen de fábrica. Pelé, Maradona y Messi, los tres futbolistas que comen aparte en la mesa de los reyes, evidencian la relación entre precocidad y magisterio inigualable.

Con las excepciones que se quieran –Zidane, por ejemplo, no irrumpió en el panorama internacional hasta los 25 años–, el jugador extremadamente diferente lo demuestra muy pronto. Tardan muy poco también en asumir las máximas responsabilidades en sus equipos, de manera que su presencia en las alineaciones es constante. En ocasiones, sobre el genio precoz se abate el demonio de las lesiones, los malos consejos, el trastorno emocional o la codicia de los intermediarios.

Es amplio el catálogo de jóvenes estrellas que se disipan sin dejar rastro en el fútbol, unos porque no eran tan extraordinarios como se sospechaba, otros porque fueron víctimas de los peores factores que presiden el fútbol. Resulta natural, por tanto, acoger con cautela y muchos cuidados a los geniales adolescentes que se enfrentan a las aplastantes exigencias que requiere el fútbol, que en el caso del Barça actual se multiplican exponencialmente. Las incertidumbres y el desánimo torpedean más carreras que los tacos de los rivales.

Soccer Football - LaLiga - Deportivo Alaves v FC Barcelona - Estadio Mendizorroza, Vitoria-Gasteiz, Spain - February 3, 2024 FC Barcelona's Lamine Yamal in action with Deportivo Alaves' Javi Lopez REUTERS/Vincent West

Lamine Yamal trata de superar la oposición de Javi López

VINCENT WEST / Reuters

Lamine no marcó ninguno de los tres goles de la victoria del Barça en Mendizorroza, pero fue la figura del partido, el jugador que despertó más admiración y el único que produjo asombro. Ante la evidencia de las flaquezas y necesidades del equipo, Xavi ha cambiado la hoja de ruta de Lamine Yamal. Atrás queda el juvenil cuidado entre algodones y muchos minutos de descanso, más suplente que titular, más recurso circunstancial que llave del equipo, más tristón que feliz.

¿Quién sabe? Quizá a Lamine le convenía interiorizar y digerir las frustraciones durante su recorrido por el breve desierto, pero la evidencia (y la lesión de Raphinha) se ha impuesto. Se acabó la administración de minutos, el miedo a quemarlo y el respeto a las jerarquías. En el momento más crítico de la temporada, el muchacho de 16 años juega todos los minutos de todos los partidos, sin que se escuchen las anteriores voces preventivas.

El Barça necesita a Lamine como el comer y Yamal necesita jugar para asumir su crucial importancia. Esta ecuación se ha cumplido en los últimos cinco partidos. La respuesta del jugador ha sido de tal calibre que sólo abandonará la titularidad cuando el agotamiento sea evidente o la situación del Barça mejore tanto que Lamine se pida un descanso. Cuanto más ha jugado, mejor ha funcionado. En los últimos cinco partidos ha alcanzado una nueva estatura en el equipo, una que obligará a mirarle con otros ojos y, en algunos casos, con otra actitud. Con toda seguridad, Lewandowski nunca más retirará la mano a Lamine Yamal.

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