Las rebajas del tío Mendes

Las rebajas del tío Mendes

Salvo Josep Maria Minguella, el hombre que mejor habla de fútbol sin ser argentino, los agentes futbolísticos suelen caer mal a los aficionados. Son gajes del oficio, pensarán, como lo hacen los traficantes de armas que aparecen en todas las guerras, con su muestrario, su libreta de pedidos y la conciencia tranquila: no son ellos los que empiezan ni acaban los conflictos.

Los agentes futbolísticos, como el ubicuo Jorge Mendes y sus rebajas, tienen otra cosa en común con los traficantes de armas: carecen de colores, escudos y sentimentalismos. Y ahí es donde se origina su mala prensa porque el aficionado besa el escudo, agarra berrinches y se enfada cuando los negocios le dejan en evidencia. De ahí esa incomodidad de muchos aficionados del Barça que ven en Mendes –al que asocian con Mourinho o el Real Madrid– a un tipo que les va a vender la burra. O sea, jugadores de precio desorbitado –algunos exóticos– cuyos servicios no siempre parecen imprescindibles.

Si el agente portugués endosa al Barça algún paquete esta temporada, ¿alguien pedirá su cabeza?

Los futbolistas necesitan unos agentes o representantes –término en desuso pero más digerible–, porque lo suyo es dar patadas al balón y no siempre pueden fiarse de los padres. Hace mil años, el Barça fichó a una estrella del RCD Espanyol por una cifra récord y parte del traspaso fue remitido a los beneméritos padres del futbolista. En aquellos tiempos, el padre consideró lo más natural del mundo quedarse con la cantidad por aquello de que había bocas por alimentar. El jugador pidió, educadamente, que en adelante no enviasen más giros directamente a la casa paterna...

El problema de los agentes es que han adquirido un protagonismo desmesurado, que deja en evidencia la razón de ser de las concurridas secretarías técnicas. La sensación –estado subjetivo de ver las cosas– es que cortan el bacalao gracias, en parte, a su capacidad de untar a quienes deciden los traspasos. ¿Y a este petardo quien lo fichó? El intermediario mengano, que nos coló un gol... La coartada perfecta porque el intermediario no es un empleado del club, sino eso que hoy llaman un verso libre. Si Jorge Mendes endosa al Barça algún paquete esta temporada, ¿alguien pedirá su cabeza?

A diferencia del colectivo de amigos de la sardana, a los agentes futbolísticos las críticas se las traen al pairo. Ladran, luego cabalgamos. Los traficantes de armas son iguales y en toda guerra miran con desprecio a los periodistas, del mismo modo que los agentes pasan del aficionado. Unas veces aciertan y cada bingo les permite seguir cantando líneas. Y, sobre todo, son los artífices de la espiral desorbitada de salarios y traspasos.

Los más listos de la clase.

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