Resulta difícil de explicar que, a falta de disputarse el próximo miércoles el partido contra el Betis, aplazado por la coincidencia de fechas con la pasada Supercopa española, el Barça, con un juego tan irregular, no sea tan solo el simbólico campeón de invierno, sino que de vencer en su próxima visita al Benito Villamarín, alcance el final de la primera vuelta con una suma de 50 puntos. El equipo de Xavi podría soñar con doblar nuevamente la misma cifra y repetir así la mágica cifra del centenar de puntos.
Una gesta que replicaría la alcanzada hace diez años por el equipo dirigido por el malogrado Tito Vilanova, quien alcanzó esa puntuación un año después de que también lo consiguiese el Madrid con Mourinho, en la única Liga ganada por el polémico entrenador portugués en sus tres años como entrenador blanco. En aquel campeonato los blaugrana marcaron un total de 115 tantos y Víctor Valdés vio perforada su portería en 40 ocasiones. Unos registros que, comparados con los de la presente Liga, en que los de Xavi han marcado 37 goles, están por debajo de los de hace una década. Pero se ven claramente compensados por los escasos seis goles que ha encajado Ter Stegen hasta el momento.
Uno de los principales problemas que acusa el Barça en esta campaña está en que el gol anda mal repartido por el acaparamiento que protagoniza Lewandowski, que suma 22 tantos entre todas las competiciones a pesar de los tres partidos que ha cumplido de sanción en la Liga. A continuación le sigue Dembélé, con ocho, y que, por la lesión que sufrió en Girona, todavía estará más distanciado de los registros del polaco. Más alejados permanecen con seis goles cada uno Pedri y Ansu Fati.
El mayor factor de corrección está en el gran estado de forma de Ter Stegen en la portería. Es el momento más dulce en la carrera del alemán, que ha mantenido a flote al equipo. Si Di Stéfano regañaba a sus porteros diciendo “puedo admitir que no pare usted los balones que van a portería, pero no se meta dentro los que iban fuera”, con sus grandes actuaciones el portero alemán ha regalado un sinfín de puntos a un equipo del que se podría decir que ha brillado más en las estadísticas, que en la brillantez de su fútbol.
Todo esto sin descontar las continuas desconexiones justo cuando el Barça de Xavi se adelanta en el marcador y acaba en la mayoría de los encuentros sometido por los adversarios, suplicando llegar sin novedades al pitido final. El Barça está en condiciones de acabar ganando la mayoría de los títulos domésticos, Liga, Copa y Supercopa, pero a costa de derramar, como diría Churchill, “sangre, sudor y lágrimas”.