Queda poco ya para la gran final de la Champions League, un partido que enfrentará a Real Madrid y Liverpool, dos clubs históricos europeos, de esos cuya camiseta pesa y suele jugar a favor. Se quedaron en la orilla una vez más dos entidades emergentes y poderosas económicamente, pero incapaces aún de sumar una sola Copa de Europa en su palmarés, el PSG y el Manchester City.
La final tiene dos precedentes. En el año 1981 ganó el Liverpool con gol de Kennedy (1-0); en el año 2018 se impusieron los blancos con un tanto de Benzema y dos del hoy prejubilado Gareth Bale. Los de Jürgen Klopp, ya entonces en el banquillo 'red, ansían la revancha. En el cómputo global el Madrid domina el ránking con 13 Champions, mientras el Liverpool es tercero por detrás del Milan (7) con 6 Copas de Europa.
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¿Quién es el favorito? En mi opinión lo es el Real Madrid, ligeramente si se quiere. Si lo reducimos todo al fútbol diría que el asunto está al 50 por ciento, pero hay factores que elevan las opciones del Madrid: primero, la Champions es su competición fetiche, se mueve en esas aguas como ningún equipo, y segundo, el camino en esta edición ha sido tan increíble (tres resurrecciones en tres eliminatorias) que todo hace pensar en una final que sintonice con ese extraordinario dominio de la épica.
El Liverpool tendrá sus opciones. Es el equipo mejor pensado colectivamente de la competición y es duro de pelar como pocos. Todo dependerá de la evolución de sus lesionados (Fabinho y Thiago en especial) y del papel que jueguen dos de sus futbolistas más determinantes. Uno es el central Virgil van Dijk, un mariscal, probablemente el mejor central del mundo, de los pocos capaces de frenar a Benzema; otro es Luis Díaz. Sí, el colombiano. Puede que no tenga el cartel de Salah o Mané, ambos peligrosísimos, pero su irrupción ha sido espectacular.