Ommmmmm

Primer (y puede que único) mandamiento antes de disputar un derbi: templar los nervios. Estos partidos se juegan más con la mente que con los pies, así que abstraerse de la atmósfera que los envuelve y centrarse en el balón suele ser lo más inteligente y productivo. Cuando más tranquilo estuvo el Barça, que fue en el arranque, muy poco rato, mejor le fue; cuanto antes se apercibió el Espanyol de que la excitación le perjudicaba mejor respondió. Hay dos imágenes que resumen el partido: Raúl de Tomás sentado sobre el césped en posición zen para celebrar su gol y Piqué en contraste abandonándolo después de ver la roja, nervioso y enredado con Melamed, 15 años más joven.

Una tercera fotografía, esta más inclasificable, fue la de Luuk­ de Jong celebrando el empate y salvando una vez más al Barça de Xavi. El equipo blaugrana tiró infinidad de centros aéreos durante el partido, seguramente demasiados porque el recurso delataba que las jugadas se masticaban poco, y el primero que pilló el holandés (ex)errante lo metió dentro. Reivindicar que el delantero debió entrar antes al campo sería entre paradójico y oportunista: en invierno fueron fichados delanteros para arrinconar precisamente a De Jong, jugador que contraviene el dogma que en teoría más encaja con el Xavi entrenador. Moraleja: el fútbol no hay quien lo entienda.

Domesticar los nervios es fundamental en un partido como el derbi

Primer acto

A los derbis les cuesta tanto generar fútbol como a los fondos sur o norte les gusta confeccionar pancartas con palabras en desuso. Ayer tocaba “estandartes”. El Barça no se dejó intimidar por el ambiente y marcó muy pronto. En esa fase inicial el equipo de Xavi desaprovechó el desconcierto del Espanyol, demasiado impulsivo y pendiente de todas la decisiones del árbitro, fueran una falta en contra o un vulgar fuera de banda. Esa centrifugación bloqueaba a los blanquiazules y el Barça no supo verlo. Adama Traoré, que va para refuerzo de invierno memorable, fue quien más lo intentó, pero a sus centros, sorprendentemente delicados teniendo en cuenta que surgen de una complexión tan robusta, les faltó un rematador más puro que Ferran Torres (Moraleja: ¿Luuk de Jong?). Traoré es tan fuerte y veloz que uno no acierta a discernir si dribla o derriba a sus oponentes. Probablemente esté capacitado para hacer ambas cosas. En el extremo contrario Gavi protagonizaba la reyerta de la noche con Aleix Vidal, blanquiazul ofuscado al que acudió al rescate el sector más dotado futbolísticamente del Espanyol. Conectaron Raúl de Tomás y Darder y Cornellà pasó a creer que la solución a sus problemas estaba en el fútbol y no en la crispación. El modo en el que De Tomás amortiguó un balón largo en el interior del área hipnotizó a la grada. Después Darder la envió pegada al palo largo lejos del alcance de Ter Stegen.

Segundo acto

Repetición y resumen: Darder se la cuelga a De Tomás, este huele la inactividad de Eric Garcia, y define sin piedad.

Una última apreciación más allá del empate in extremis de Luuk de Jong: Vicente Moreno (“noto en los ojos de Raúl de Tomás que marcará”) es mejor adivino que Joan Laporta (“daremos un zarpazo a la Liga”).

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