¿Tenemos un nuevo Phelps?

Tokio 2020

“No nado para que me recuerden, nado para mí mismo”, dice Caeleb Dressel, astro estadounidense: ya suma dos oros en Tokio

¿Tenemos un nuevo Phelps?
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Caeleb Dressel (24) se impone en los 100 m libre (47s02), la prueba reina de la natación, el equivalente a los 100 m del atletismo, y el cronista decide echar a correr hacia la zona mixta del Tokyo Aquatics Centre.

Quiere contemplar al fenómeno de cerca.

Dressel viene con el paso tranquilo y la mascarilla cubriéndole el rostro. Tiene el pecho de un toro y un tatuaje enorme cubriéndole el hombro, el brazo izquierdo y parte del pecho. El tatuaje asemeja las alas de un águila, evocando los versos de Isaías:

“Porque todos aquellos que crean en el Señor verán sus fuerzas renovadas. Se elevarán con sus alas como águilas; correrán y no sentirán la fatiga; caminarán y no serán débiles”.

Caeleb Dressel, en Tokio 2020

Caeleb Dressel, en Tokio 2020

Marko Djurica / REUTERS

El tatuaje le luce.

Si lo llevara un mindundi, se vería ridículo.

Cuando Dressel entra en la sala, un abanico de periodistas estadounidenses se arremolina a su alrededor.

Se le pregunta por sus sensaciones, se le pregunta por el mito Phelps, se le pregunta por cómo se ve a sí mismo, pues desde ahora ya tiene su primer oro olímpico individual (dos días atrás había ganado el 4x100).

–Ya sé que tengo un abanico de títulos mundiales (13, entre el 2017 y el 2019), pero hasta ahora no lo había logrado en unos Juegos. Y esto es demasiado, chicos. Este sentimiento es muy distinto.

“No pretendo ser famoso; solo quiero ver hasta dónde puedo llegar, explorar mis límites”

–¿Y no se ha sentido agobiado? Kyle Chalmers se le echaba encima en el último largo (Chalmers marcaba 47s08) –le preguntan.

–He sentido su presencia muy cerca. Y estaba atento a él, pero sobre todo estaba pendiente de lo que tenía que hacer yo. Y desde luego, opino que mi ejecución ha sido perfecta.

Cuando le preguntan por Michael Phelps, entonces Dressel chasquea.

Esas cosas pesan en Tokio.

¡Cuánto se está hablando de todo ello en estos días!

Esas cosas le pesan a Simone Biles, huérfana sin Bolt ni Phelps.

Y le pesan a Katie Ledecky, que vuelve a fallar en Tokio: esta vez se le escapa el oro en el relevo 4x200.

Estados Unidos es plata tras las chinas, que no solo se apropian del oro, sino también del récord del mundo (7m40s33), arrebatándoselo a las australianas, entre quienes nada Ariarne Titmus, ahora bronce.

–¿Se siente como Phelps? -le preguntan a Dressel.

“Ya sé que tengo un abanico de oros mundiales, pero no lo había logrado en unos Juegos. Y es increíble”

–Yo no nado para que me recuerde nadie. Para mí, lo único que importa soy yo mismo, y mi entrenador (Gregg Troy), y mis compañeros, y la piscina. No pretendo ser famoso. Solo quiero ver hasta dónde puedo llegar, explorar mis límites.

Le guste o no, el mundo le agradece sus proezas. Dressel aspira a otros cuatro oros, hito que le dejaría a un paso de Mark Spitz y sus siete títulos de Munich 1972.

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