Ter Stegen, el tótem del Barça
Regreso en la Champions
El alemán, operado de la rodilla en agosto, volvió como salvador en la Champions
De número 1 solo hay uno. El Barcelona empieza con Ter Stegen, con Valverde, con Setién y con Koeman. Es un axioma que va a convertirse en ley por mucho tiempo. El alemán es su guardián, su ángel, su salvador. El portero titular es una posición venerable, una figura totémica. La portería no se suele tocar, no se presta, no se comparte. Los guardametas son especiales, es un puesto crítico y necesitan confianza. El del Barcelona se bañó en fe y convicción. En el día de su reaparición salvó al Barcelona. No una ni dos veces. Ni tres ni cuatro. Hasta cinco goles evitó el germano ante el Dinamo de Kiev.
Ter Stegen tiene tanta confianza en sí mismo como Mando, el protagonista de The Mandalorian , la nueva serie de la guerra de las galaxias. Los mandalorianos van protegidos con una armadura que repele los disparos y no se quitan el casco por nada del mundo. Nadie les puede ver el rostro. Y tienen todo tipo de artilugios y armamento (hasta una mochila que vuela) para luchar. Son de pocas palabras. Pero son personas de palabra. El alemán cuidó al Barcelona como Mando custodia a Baby Yoda.
Por delante de Neto
Reapareció dos meses y medio después como titular y tuvo tanto trabajo como en el 2-8 de Lisboa
“Este es el camino”, repite siempre el mandaloriano, que no es una raza sino es un credo, una
forma de pensar, de vivir, una especie de religión medio asceta que le va como anillo al dedo a Ter Stegen, siempre concentrado en su objetivo.
Así que el número 1 manda y sentó a Neto, al que le pesó mucho el error de Mendizorroza con los pies. Apenas llevaba una semana entrenando con el primer equipo, pero enseguida quiso recuperar su sitio. Estaba listo. Lo que menos se pensaba el alemán es que en su primer partido iba a tener tanto trabajo. El Dinamo de Kiev se le subió a las barbas al Barça, ¿o habría que decir que los blaugrana dejaron crecer a los ucranianos?
No jugaba desde el 2-8 de Lisboa, una noche de mal recuerdo para él, humillado por sus compatriotas. Pero lo que no pudo atajar y rechazar aquella noche de pesadilla en verano, lo paró ante el Dinamo. “No importa cuál ha sido la mejor parada. Para mí era muy importante ganar el partido. Tenía muchas ganas de estar en el campo y hacer lo que más me gusta”, reflexionó al final.
Con el brazo izquierdo (Buyalskiy), con el cuerpo (Tsygankov), con la pierna derecha (Supryaha), dos grandes paradas con la mano izquierda (en un mano a mano con Tsygankov y un remate a bocajarro de Verbic). Con todas las partes rechazaba los disparos de los jóvenes del Dinamo, de blanco, como si fueran soldados de asaltos imperiales. Estuvo inconmensurable. “Han tenido muchas ocasiones y esto lo tenemos que hablar para mejorar”, lamentó el meta en vez de sacar pecho por su actuación.
El toque del portero
A la sexta ocasión clara, Tsygankov pudo batirle. “Al final sufrimos. Tenemos que hablar para mejorar”
El Alavés tuvo a Pacheco. El Dinamo contó con el joven Neshcheret, que mantuvo vivo a su equipo. Pues el Barcelona también tiene un portero de los que marca la diferencia, que saca manos imposibles, que para goles cantados, que hace que la portería se vea pequeñita. Desde luego Ter Stegen no es Vitor Baía, que se llevó cuatro del Dinamo de Shevchenko y Rebrov en 1997.
Únicamente en el minuto 75, con el portero en el suelo tras una intervención, Tsygankov pudo batirle. “Al final sufrimos. En el último cuarto de hora, desde que nos marcaron, el partido se puso nervioso, la verdad”, confesó sobre las sensaciones. Aunque a él, como si llevara un casco o una máscara, no se le vieron las emociones.
Operado el 18 de agosto del tendón rotuliano de la rodilla derecha por el doctor Cugat, Ter Stegen volvió a por sus fueros dos meses y medio después, en detrimento de Neto. Como en el verano de 2016, Ter Stegen llamó a los despachos y dijo que basta, que no esperaría más para jugar con regularidad, que no estaba dispuesto a compartir otro año la portería del Barcelona con Claudio Bravo. Ter Stegen demostró quién llevaba el número 1. Y acaba de renovar hasta el 2025. “Dudas no tenía ninguna. Los dos queríamos renovar y los hemos conseguido: el club y yo”. Ter Stegen solo hay uno.