Un caballo y un linaje de jinetes reflejan la historia del Club de Polo
Reportaje
Francisco Goyoaga, Curro, de 60 años, aprendió a montar casi antes que a caminar
Nació hace siete años en Bélgica. Es un futuro deportista de élite, que ahora compite en el equivalente a la Fórmula 3. Pronto dará el salto –nunca mejor dicho– a la F1. Una fuerza de la naturaleza con 600 kilos de potencia y elasticidad. Músculos de gimnasta y agilidad de bailarín. Su preparación exige una dieta, un entrenamiento y cuidados sanitarios meticulosos. Full Options, nuestro protagonista, es un caballo de concursos de salto. Se entrena en un centro de alto rendimiento deportivo y vive en las mejores caballerizas urbanas de Barcelona.
Hoy conoceremos cómo es la vida de este atleta, pero antes...
Mathias Enard tiene una novela maravillosa, Habladles de batallas, de reyes y elefantes. Y eso ha hecho este diario. Ir al Real Club de Polo, con más de un siglo de historia, para escuchar relatos de batallas y de reyes. Batallas deportivas y reyes de la naturaleza. Zeus ennobleció a Pegaso con alas y el Bucéfalo de Alejandro Magno demostró que los caballos pueden derrotar a los elefantes.
El propietario de Full Options es un interlocutor inmejorable. Francisco Goyoaga, Curro, de 60 años, aprendió a montar casi antes que a caminar. Nieto e hijo de jinetes ilustres, es a su vez padre de una firme promesa de la hípica, de 21 años. Este joven también se llama Francisco Goyoaga, como su padre, a quien en el circuito se conoce como Curro, o como su abuelo, que era Paco (con el bisabuelo no hay problema porque su nombre de pila era Pedro). Los Goyoaga son, además, historia viva de una de las pruebas deportivas con más solera de España: el Concurso de Saltos Internacional de Barcelona, que organiza el Real Club de Polo desde 1902.
La hípica de competición es como la F1. Sólo los mejores pueden pilotar. Pero si no eres Fernando Alonso también puedes vivir del automovilismo. Con los caballos pasa lo mismo. “Competí –dice Curro– hasta los 40 años, pero no tuve ni la proyección de mi hijo ni la calidad de mi abuelo, que ganó diez Copas del Rey, y mucho menos la de mi padre, que fue una vez campeón del mundo y tres campeón de España, además de deportista olímpico en Melbourne’56, Roma’60 y Tokio’64”. Curro se ha reconvertido en entrenador (da clases a una quincena de aspirantes a jinetes profesionales, españoles, pero también ucranianos y suizos) y en tratante y preparador de caballos.
Comprar un potro y revenderlo una vez convertido en un ejemplar de saltos es como que te toque la lotería. A él le tocó con Gamo, el caballo con cuya venta ha obtenido más dinero, y que con sus nuevos dueños ganó el Campeonato de Europa y tres grandes premios de la Copa del Mundo, incluido el de Calgary, uno de los mejor dotados económicamente.
Mientras lo almohaza y cepilla, Marcial Parra parece hacer una pregunta con la mirada a Full Options. “¿Serás algún día tú tan bueno?”. El mozo de cuadra Marcial trabaja en el Club de Polo desde hace más de 13 años. Él y sus compañeros son los factótums de las caballerizas, donde prodigan toda clase de mimos. El manto alazán del caballoy la capa torda de Juna, una yegua de 9 años y que tiene un osito de peluche en el box, necesitan una limpieza extra. Acaban de llegar de las vacaciones. Han pasado un mes en libertad para descansar y cargar pilas en los prados de la finca Heras, de Cardedeu. Allí siguen aún otros tres potros de Curro, incluido Nick Nack, hijo de un campeón y uno de los mejores sementales del mundo, Clinton (una coincidencia que seguro que al presidente número 42 de Estados Unidos no hace gracia).
En función de la categoría en que compitan, el periodo más intenso de entrenamientos va de mayo a septiembre, para las monturas que corran la Copa del Mundo –en argot siempre se dice correr, nunca saltar, aunque no sean caballos de carreras– o de octubre a junio para los ejemplares que estén en un escalón inferior. Full Options comenzará su puesta a punto este mes, con el Campeonato de Catalunya.
Ahora corre en pruebas con obstáculos de 1,50 o 1,55. Esta es la F3, es decir, la antesala de la categoría reina, la F1 de la hípica, con vallas de 1,60. El problema no es la altura, como tampoco lo es para Alonso ir a 350 km/h o más. Full Options ya podría saltar con holgura vallas más altas, pero la verdadera dificultad es realizar un recorrido con once obstáculos y saber cuándo hay que forzar el ritmo o cuándo frenar en seco en apenas dos trancos, de la misma forma que los pilotos han de reducir en segundos la velocidad punta para trazar una curva y aprovechar al máximo su motor.
Los caballos de competición son la aristocracia equina. Para mantener su estatus, van al dentista dos o tres veces al año (¡más que los seres humanos!). Tienen entrenamientos personalizados y reciben atención veterinaria de forma periódica, además de las visitas de quiromasajistas y fisioterapeutas. Se les realizan radiografías y ecografías ante la más mínima duda. Las lesiones se curan con láser o talasoterapia.
Los dolores articulares se tratan con ondas de choque electrohidráulicas e infiltraciones de antiinflamatorios. Los pacientes disponen de un sinfín de productos de belleza. Jabones, cremas hidratantes y para desenredar la cola y las crines... Hasta las herraduras son especiales. Para evitar los impactos, los cascos de ejemplares especialmente delicados se protegen con cuero o silicona, en vez de zapatillas de hierro.
¿Cuánto valen las mejores cabalgaduras? ¿Recuerdan el chiste de un hombre que se interesa por el precio de un Lamborghini? “Si lo pregunta es que no lo puede pagar”, le responden. El talón de Aquiles de estas maravillas es el estómago. Su intestino supera los 20 metros. Eso, unido a una imposibilidad física (los caballos no pueden vomitar) hace que la palabra cólico sea la más temida en las cuadras. En las del Club de Polo se cuentan casos de pesadilla.
Animales que estaban en perfectas condiciones amanecen un día sin poderse levantar. Las operaciones son a vida o muerte y, aunque acaben bien, los caballos nunca vuelven a ser los mismos. En los ejemplos más afortunados, se les mete un tubo por los ollares hasta el estómago para introducirles vaselina. También se les obliga a levantarse, a veces entre cuatro o más personas para evitar que se caigan, y se les hace caminar, permanecer en movimiento, con la esperanza de un milagro: que el intestino se recoloque.
La alimentación es vital, no sólo para prevenir sorpresas, sino para cubrir las especiales necesidades de estos atletas. Su pienso es muy rico en hidratos de carbono, proteínas, fibra y minerales, con recuperadores del esfuerzo, como el selenio. Las cebaderas tienen, como el nombre indica, granulados de cebada. También de maíz, avena, soja o melaza, entre un sinfín de productos.
Pero no todos los caballos toman el mismo menú. La cebada engorda con facilidad, por lo que la proporción se disminuye en período de competición o en animales con sobrepeso. La avena tiene propiedades excitantes. Es la cafeína de los caballos, por lo que no es recomendable para ejemplares briosos. Full Options, en cuyos ojos brilla la mirada de un mustang, de un caballo salvaje, toma poca cebada. No la necesita. En cambio, a Juna, que es más sosegada, no le va nada mal.
Los caballos que pasan muchas horas encerrados o realizan pocas actividades desarrollan un tic nervioso, conocido como el tiro del oso. Mueven constantemente la testuz de derecha a izquierda, o meten y sacan repetidamente la cabeza por la ventana del establo.
Desde luego, no es el caso de Full Options ni de Juna, que tienen una agenda repleta. Entrenamientos, saltos, noria, doma y paseos con la brida, entre descanso y descanso. Cada 30 días, pasan una semana sueltos en un prado y en agosto, todo el mes. “¿Serás algún día un campeón?”, parece preguntarle otra vez con la mirada Marcial Parra al alazán. Y Curro Goyoaga, de una familia con cuatro generaciones de jinetes, dice como si lo hubiera oído: “No sé hasta dónde podrá llegar, pero fíjate Marcial. ¿Verdad que es una criatura preciosa?”.