La lucha contra el racismo en el mundo de la moda se ha convertido en un pulso entre aquellos que quieren un cambio para la industria y los que se mantienen en una actitud discriminatoria. Aunque durante los últimos años tanto firmas, como profesionales del sector e incluso clientes se han posicionado a favor de la construcción de un escenario diverso, la multitud de polémicas y casos discriminatorios que se han destapado demuestran que todavía queda un largo camino por recorrer.
Dentro de la propia industria de la moda, este componente racista se intensifica en el sector de la alta gama, donde las firmas de lujo más clásicas y tradicionales se centran en producir colecciones destinadas a un cliente blanco y con alto poder adquisitivo. Un claro ejemplo de ello es la última polémica protagonizad por Moschino tras la denuncia de una empleada que aseguró que se había creado un apodo racista para las clientas negras que entraban en una de las tiendas de la firma en Los Ángeles.
De acuerdo con la demanda presentada por Shamael Lataillade, la empleada de la tienda de Moschino situada en West Hollywood, Los Ángeles, los empleados debían usar el apodo de ‘Serena’ para referirse a todas las mujeres negras que entraran en la tienda y que no llevaran joyas ostentosas ni ropa de marca. Según el portal de noticias TMZ, una de las gerentes de la tienda fue la responsable de crear el mote para hablar en clave e incluso la propia Lataillade asegura que los dependientes debían seguir a las clientas y observarlas detenidamente en todo momento.
La gerente obligaba a los empleados a mentir a las clientas apodados como ‘Serenas’ sobre los productos disponibles
El código secreto, que presuntamente aludía a la tenista Serena Williams, permitía a los trabajadores tomar una actitud distinta en función de la raza de los clientes. La empleada, que ha presentado una demanda contra la firma, también asegura que todos los dependientes debían mentir a las clientas apodadas como ‘Serenas’ y asegurar que muchos de los productos estaban agotados con el objetivo de bloquear una compra. Más allá de la discriminación contra los clientes, la propia empleada de origen haitiano-estadounidense asegura que también recibió comentarios racistas y fue discriminada por quejarse del uso del apodo.
Esta situación entra en contradicción con las declaraciones de Jeremy Scott, el director creativo de Moschino, cuando aseguró que quería acercar sus creaciones a todo tipo de públicos mediante la colaboración de la firma junto a H&M. A pesar de ser una firma con pocos años de vida, centrada en satisfacer las necesidades de un público millennial y que cuenta con un fuerte componente de diversidad encima de las pasarelas, algunos de sus trabajadores siguen adoptando una actitud racista y anclada en el pasado que juega con la reputación de la propia marca.
Esta nueva polémica no se trata de un caso aislado sino que se suma a una amplia lista de casos de racismo, abuso y discriminación que han visto la luz en los últimos años. Durante este mismo 2018, al mismo tiempo en el que se ha conseguido incluir modelos negras en las pasarelas, ampliar las tallas en las colecciones de las firmas y una serie de medidas inclusivas, también ha sido un año caracterizado por otras polémicas racistas como es el caso de Dolce&Gabbana y su vídeo que pretendía homenajear a China o los llaveros con forma de mono de Prada.
Este pasado mes de diciembre un gran número de usuarios acusaron de racista a Prada y difundieron unas imágenes del escaparate de una de las tiendas de la firma en el barrio neoyorkino de Soho decorado mediante accesorios con forma de mono y labios rojos. A diferencia de Prada, que no dudo en disculparse por lo sucedido y retirar los llaveros del catálogo, Dolce&Gabbana tomó una actitud negativa contra todos aquellos que boicotearon a la firma por el vídeo que ofendió a la comunidad china. La firma italiana destapó un aluvión de críticas tras difundir un video donde se enseñaba a comer platos típicos italianos con palillos, una estrategia que obligó a la firma a cancelar su desfile en Shanghái.