El optimismo vuelve a las plateas barcelonesas
Los efectos de la pandemia
La situación del teatro sigue siendo muy dura pero está viviendo un buen arranque de temporada
El teatro vuelve a tomar los escenarios. El festival Grec abrió el camino en julio mostrando que era posible que el público retomara las plateas sin ningún peligro. No ha habido un solo brote asociado al consumo cultural. Y ahora son los teatros de toda Barcelona, algunos de los cuales han estado cerrados medio año, los que regresan. Obviamente, no será una temporada como las demás.
Será diferente porque la incertidumbre no es amiga de las producciones que necesitan una enorme inversión. El musical Billy Elliot, que iba a ser uno de los grandes atractivos turísticos de la ciudad, ha quedado pospuesto, aunque en su lugar se podrá volver a reír con La jaula de las locas de Àngel Llàcer. O con el musical de los Javis, La llamada, o el Golfus de Roma de Sondheim
“Hay gran energía en las plateas, la gente siente que está acudiendo a algo más que una representación”, dice Isabel Vidal, de Adetca
Pero sobre todo será una temporada diferente porque ni los teatros y los artistas ni tampoco el público son exactamente los mismos. Los primeros están volcados en volver tras medio año en dique seco. Los últimos están acudiendo a las salas sin ningún miedo. Al revés. Isabel Vidal, presidenta de Adetca, la asociación de empresas teatrales, lo resume así: “Hay gran energía en las plateas, la gente siente que está acudiendo a algo más que una representación, que por fin puede volver a hacer cosas como antes. Hay representaciones mágicas, emotivas”.
Vidal asegura que volverá a ser una temporada rica porque no sólo los teatros han recolocado las obras que saltaron durante el confinamiento, sino también porque las productoras teatrales siguen produciendo. En el nuevo curso no sólo va a seguir el gran reclamo del Mago Pop o el nuevo intento de despedida de Tricicle con sus Hits, sino que volverán obras míticas de la cartelera como El mètode Grönholm, de Jordi Galceran, mientras que Cesc Gay presentará tras Els veïns de dalt una nueva comedia con Pere Arquillué, 53 diumenges, y Eduard Farelo será Poirot en el Asesinato en el Orient Exprés de Agatha Christie.
Eso sí, Vidal reconoce que dados los aforos restringidos –ahora se permite hasta un 70%, pero siempre con una butaca libre entre los espectadores que no acudan juntos–, sufrirán especialmente los musicales. “Desde Madrid no están viniendo hasta que no vean clara la situación, y ellos mismos la tienen allí muy complicada,”, asume Vidal.
Jordi Sellas, de la productora Nostromo, sí se ha atrevido a montar de nuevo en el Tívoli La jaula de las locas: “Era arriesgado volver con un musical en este momento, pero lo era más que no hubiera ninguna propuesta grande en escena porque el público desaparece. Y además La jaula es un espectáculo sobre las ganas de vivir, aprovechar el momento, ser tú mismo, ideal para un momento como éste. Eso sí, volverá sin entreacto, para evitar que el público tenga que volver a entrar y salir”.
En cualquier caso, todas las estadísticas señalan que el público elige los montajes sobre todo por los intérpretes, y grandes nombres no faltarán: Emma Vilarasau en Eva contra Eva y La cabra, o qui és Sylvia?, Concha Velasco en La habitación de Marta, Vicky Peña en Pedro Páramo, Verónica Forqué en su premiado papel en Las cosas que sé que son verdad, Joan Pera con El pare de la núvi a, Lola Herrera y sus Cinco horas con Mario...
Serán un bálsamo después de que el sector haya dejado de recaudar debido al confinamiento, y se dice pronto, 30,5 millones de euros. Pero tras el descalabro, todos los agentes coinciden en que los teatros están logrando llenar los aforos permitidos. “El público está respondiendo, la venta se ha reactivado”, respira Vidal, que también es gerente del Grup Focus que en estos momentos está logrando un gran éxito con la Cobertura de Clara Segura y Bruno Oro en el Romea, y el Escape room de Joel Joan en el Condal.
De hecho señala que por ahora, pese a los meses cerrados, “la parte empresarial de los teatros resiste y está haciendo lo imposible para seguir adelante y abrir: han de devolver créditos, pagar nóminas, rescatar a gente de ERTE”. En cambio, admite, “los artistas están más desprotegidos, da vergüenza y rabia cómo son dejados de lado, y aquí sí que no puedo asegurar que continuaremos teniendo los mismos artistas tras suceder esto. Hay que busca fórmulas para rescatar al sector”.
Teatros de proximidad como el Tantarantana, el Maldà o el Versus han iniciado la temporada con buena acogida de sus espectáculos
Desde las salas más pequeñas, las de proximidad, se corrobora esa sensación. Ferran Murillo, del teatro Tantarantana, que ha logrado aguantar la crisis con ERTE del 70% para su personal, recuerda que muchas compañías perdieron con el confinamiento el trabajo que iban a escenificar. Y peor aún lo tienen las compañías de teatro familiar y escolar, a las que no les salen de ningún modo los números. Pese a todo, corrobora que la temporada ha empezado bien, llenando su espectáculo Preses. “Nos ha dado mucha alegría y al resto de salas de proximidad como el Versus o el Maldà también les está yendo bien, La gente tiene ganas”, subraya.
Toni Casares, de la Beckett, resalta que la pandemia ha iluminado las condiciones poco dignas en las que trabaja el sector teatral
Toni Casares, de la Sala Beckett, certifica que cada vez que ponen entradas a la venta con los actuales aforos reducidos la sala se llena, pero indice en que “el sector está muy tocado, más los actores y técnicos que las propias instituciones y empresas teatrales”. Eso, dice, les ha empujado a mantener la capacidad de producción de la Beckett pese a todo el dinero que han perdido con el cierre. “Tras tantos años reclamándolo ha sido ahora cuando se ha conseguido que se declare esencial la cultura, en un momento en el que la pandemia ha evidenciado que en este país ser actor o creador supone unas condiciones de trabajo precarias y muy poco dignas”, lamenta.
Juan Carlos Martel, director del Teatre Lliure, que acaba de abrir la temporada con una misa laica por la pandemia a cargo del Niño de Elche, está seguro de que “el 2020 lo pasaremos, pero el 2021 será mucho más duro”. E indica que pueden acabar teniendo en el 2021 el presupuesto del 2007. “Si la cultura es realmente necesaria, se la ha de tratar en consecuencia”, advierte, y dice que como en tantas otras cosas “la pandemia ha iluminado lo que no funcionaba, como la situación de la cultura en este país”. Y además apunta que como el teatro responde siempre a la sociedad, será inevitable que la Covid-19 marque el teatro que se haga porque los espectadores llegan a las salas “con las gafas de la pandemia, ‘ser o no ser’ ahora tiene otro vuelo en el escenario”.