Nieve y hierba mala, el México de los narcocorridos

Auditori del Fòrum, 7 de abril

Los Tigres del Norte, reyes del corrido mexicano, visitan Barcelona dentro del festival GuitarBCN

Los hermanos Hernández, Los Tigres del Norte, en una imagen promocional

La familia Hernández, Los Tigres del Norte, en una imagen promocional

PACO LEiJA

“Salieron de San Isidro/procedentes de Tijuana/traían las llantas del carro/repletas de hierba mala”, así comienza a golpe de alegre acordeón Contrabando y traición, una de las canciones más conocidas de Los Tigres del Norte y probablemente el primer corrido sobre el narcotráfico que cantaron los hermanos Hernández allá por 1972, convirtiéndoles en referentes del género desde entonces y hasta la actualidad, semanas antes de visitar Barcelona (Auditori del Fòrum, 7 de abril, dentro del festival GuitarBCN) 14 años después de su última actuación en España.

“Le debemos mucho a España y a su público, muy conocedor de los narcocorridos y los corridos políticos de nuestro México”, celebra Luis Hernández, bajista y el más joven de los felinos (49 años), mientras habla por videoconferencia desde su casa en San José, California. La formación de Sinaloa se ha convertido en la principal exportadora global de música norteña con más de 30 millones de discos vendidos y 10 millones de oyentes en Spotify. Punta de lanza de un género galvanizado en los últimos años por bandas de los llamados corridos tumbados como Peso Pluma, responsables de añadir elementos de música urbana a una tradición que echa raíces profundas en la cultura mexicana hasta alcanzar los romances castellanos medievales.

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Los Tigres del Norte con el corrido “La banda del carro rojo” en 1975.

“El problema del narcotráfico se ha vivido desde hace años en nuestro país, nos gustaría que no fuese así pero somos narradores de las historias que vive nuestra gente día a día”. Hernández se refiere a canciones como La banda del carro rojo, Jefe de jefes o La reina del sur, basada en el personaje que Arturo Pérez-Reverte creó a partir de la narco Camelia la tejana. Son las tonadas más esperadas por el público de los Tigres en sus conciertos, aunque hace años que no pueden cantarlas en estados como Chihuahua, donde los narcocorridos están vetados por difundir un modelo social, económico y cultural vinculado al narcotráfico contra el que el estado mexicano está en armas. “El mote de precursores del narcocorrido siempre te sitúa allí, pero hemos tratado de llevar esta música a otro nivel, que sea dignificada”.

“Los Tigres del Norte son los artífices del renacimiento del género en los años 70”, apunta Juan Carlos Rodríguez-Pimienta, autor del libro Cantar a los narcos. “Se cuecen aparte, no hacen presentaciones privadas para nadie, pero siempre han tomado distancia o acercamiento del narcocorrido dependiendo del contexto, se alejan cuando les conviene pero después regresan recordándonos que son los padres del narcocorrido”. El profesor de la universidad de San Diego ha investigado el género hasta localizar las primeras grabaciones a finales de los años 20, “es un producto fronterizo, binacional, los primeros cantos hablaban del acto de contrabandear entre Texas y Nuevo León o Tamaulipas”, por eso no es de extrañar que sitúe en Los Ángeles la capital del narcocorrido. 

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Mural de Chalino Sánchez en Paramount, California, canción 'Nieves de enero'

Unique Nicole / GETTY IMAGES

“Los corridos son muy importantes porque en América Latina la cultura siempre ha sido excluyente, desde la época de la conquista y también en la República”, apunta el escritor Sergio Álvarez, autor de novelas como 35 muertos o Cantar es sobrevivir donde se adentra en la Colombia azotada por el narcotráfico. “La cultura se ha separado entre la popular y la alta cultura de origen occidental para mantener el estatus de las élites”, una dicotomía donde el corrido adquiere el papel reivindicativo del canto popular, “una forma de decir que nosotros también podemos contar nuestras historias, ya hemos inventado un género para hacerlo”.

La tradición del corrido se remonta a las guerras de independencia del siglo XIX, donde cantaban las gestas de los bandoleros, y se ha mantenido a lo largo de todo el siglo XX hasta alcanzar a finales de los 90 el conflicto del narcotráfico. Es así como aparecieron los narcocorridos, apelativo que nace como “otra forma de la élite para tratar de excluir a esta música, para decir que esto no es música ni forma parte de la cultura mexicana”. Previamente se les conocía como corridos de traficantes o de narcotráfico, pero en los años 90 se comenzó a utilizar el prefijo narco, “empezamos a escucharlo para diferentes actividades, inclusive religiosas como las narcolimosnas”, añade el profesor Ramírez-Pimienta. 

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Hassan Emilio Kabande Laija, cantante de Peso Pluma, autores de 'El azul'

Los primeros corridos sobre narcotráfico se grabaron a comienzos de los años 30, fue entonces cuando José Rosales cantó El Pablote, dedicada a Pablo González, El rey de la morfina, y están vinculado a los corridos de la migración ilegal, una práctica que facilitó el tráfico de drogas; “es muy fácil que el mexicano que se va a buscar la vida a EE.UU. lleve de una vez un kilo de coca”, apunta Sergio Álvarez. En los años 70 bandas como los Tigres del Norte se referían al narcotráfico de forma anónima y velada, pero dos décadas después artistas como Grupo Exterminador desenmascararon las letras, con referencias explícitas al tráfico de drogas, los tiroteos y los grandes capos como en La cruz de marihuana o Pacas de a kilo

Una transformación donde destaca la figura del coyote sinaloense Chalino Sánchez, un traficante de emigrantes ilegales por la frontera del norte que alcanzó el éxito cuando sus canciones llegaron a las radios del sur de California a finales de los 80, cantando a las fructíferas “nieves” de enero que dan lugar a las “flores de mayo”. Su breve carrera concluyó en 1992 al morir asesinado en Culiacán a los 31 años en extrañas circunstancias, lo que dio pie a una leyenda acrecentada por historias como el ataque que sufrió en pleno concierto en Coachella, cuando un hombre del público disparó contra él y Sánchez respondió desenfundando su pistola para disparar contra el atacante.

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Grupo Exterminador, 'La cruz de marihuana'

LV

“La diferencia con los artistas actuales es que nosotros no queremos imitar a los personajes”, resalta Luis Hernández. Hoy, en cambio, “van muy pegados con los personajes que interpretan”. Fernández se refiere a temas como El azul de los Peso Pluma, la banda de corrido tumbado más conocida a nivel internacional, que canta “En la sangre traigo el 701”, el nombre con que se conoce a la pistola del capo Joaquín El chapo Guzmán. “Siempre amafiados, no somos culos/bélicos somos, bélicos morimos”, reza el tema de la formación de Guadalajara, que también ha compuesto canciones junto al colombiano Blessd con unas referencias al narcotráfico cargadas de intención, como destaca Sergio Álvarez, por cuanto reflejan los vínculos entre las organizaciones mafiosas de ambos países. “Los cárteles de la droga están infiltrados en todos los negocios en América Latina, en Medellín la gente te cuenta cuánta plata puso un mafioso para impulsar a J Balvin, Maluma o Karol G. Los cárteles colombianos cogen pelados y los patrocinan hasta que los ponen a sonar, el que consigue que le triunfe ese caballo se puede burlar de los que no lo lograron”.

Los vínculos con el narco no pueden ocultar, sin embargo, la relación del corrido tumbado con el éxito de la música latina a nivel global. “Si no, no se explicaría que 900 millones de personas descargaran una canción, no hay tanta gente que hable español”, destaca Ramírez-Pimienta, relacionando el éxito del tumbado con la disminución del inglés en el mercado global, que abre espacios a músicas como el K-Pop. Esta apertura también está relacionada con la pérdida de la identidad del corrido en los nuevos artistas del género, con menos peso de la narración y las temáticas locales. “Muchos ni siquiera son un corrido, son canciones de emociones” donde la instrumentación tradicional ha perdido también su importancia.

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Los Tigres del Norte, 'La reina del sur'

LV

“La mayoría de artistas de corridos tumbados han nacido en Estados Unidos”, destaca Luis Hernández. No son mexicanos, viven en un país “donde su familia tal vez no es bien vista, pero ya nacieron aquí”. Las letras, la realidad “son otras, estos muchachos escuchan historias sobre el cartel de Sinaloa en los corridos de sus papás, pero no lo visualizan de la misma manera. No es mejor o peor, buscan la forma de explicar lo que viven, hacen algo importante siempre y cuando respeten a su público y se den cuenta de que son un ejemplo para muchos”. Un consejo que no parecen seguir formaciones como Enigma norteño, que el año pasado canceló una actuación en Baja California después de que el Cartel Jalisco Nueva Generación publicara una “narcomanta”, un mensaje en el que anunciaba que dejara de estar bajo su protección. Situación parecida vivió Grupo Arriesgado, vinculada al Chapo Guzmán, que en el 2023 vio cómo su cantante, El Panter, dejó la formación después de recibir una narcomanta, tras lo cual el grupo comenzó a cantarle al cártel de Sinaloa.

Aunque sorprendentes, estos casos son la anécdota y no la norma en la actualidad, circuncribiéndose a la región de Tijuana. “La mayor parte pueden cantar en todas partes”, afirma Ramírez-Pimienta. El último disco de Luis R. Conríquez, Corridos bélicos Vol. 4, es un ejemplo, pues dedica corridos a los cárteles de Sinaloa, Jalisco y a la gente del noreste mexicano. Nada que ver con la imagen de los narcocorridos como reflejo de las guerras entre cárteles, “es un error sobreenfatizar esta relación que sí existe, claramente, pero nubla el entendimiento del fenómeno cultural y musical”, en especial cuando hablamos de los nuevos artistas de peso global. “Algunos de estos cantantes cobran dos millones de dólares por actuación, están ya para patrocinar, no para ser patrocinados”, y recuerda que México es el único país donde la tradición del corrido, que equipara al romance o a las chansons de Francia, se mantiene viva, “no solo como una tradición, sino como una industria musical, la más importante del páis”.

Luis Hernández: “Si no le cantas ciertas canciones al público se va insatisfecho, tenemos que respetar”

Por su parte los Tigres del Norte se muestran dispuestos a colaborar con las autoridades, con las que negocian para poder cantar algunos narcocorridos a cambio de que éstos no sean los temas dominantes en sus conciertos, que ahora se centran en historias románticos cuando actúan en México mientras maquillan ciertos temas “para cantarlos sin lastimar a nadie”, como reconoce Luis Hernández. “Hay que ser responsables, queremos cooperar con el gobierno, y si piensan que es una manera de erradicar la violencia en las calles, creo que debes obedecer y servir como ejemplo para la sociedad”. Aunque recuerda que a su público “si no le cantas ciertas canciones se va insatisfecho, si queremos seguir yendo a trabajar, también tenemos que respetar” a esta audiencia.

Por eso siempre les acaban pidiendo que canten  Camelia, El avión de la muerte o La Camioneta, "las gritan como cuando ovacionan a un futbolista”, afirma Luis Hernández. “El público nos dice que no hacemos apología del delito, que una canción no va a parar lo que está sucediendo en las calles. Quieren escuchar estas historias, son sus vivencias, el pan de cada día”.

“Los viejos artistas se están sintiendo desplazados por los nuevos”, disiente Sergio Álvarez, y recuerda que la violencia siempre es previa a las canciones que la tratan. “Toda esta violencia existe pero se oculta, se trata de combatir con las armas inadecuadas” una presión que estalla a través de la música. “Los corridos tumbados reflejan la sociedad mexicana, esto somos, dejemos de mentir, no somos Paulina Rubio ni Alejandra Guzmán”. Para el escritor colombiano, está claro que si el narcotráfico desapareciera de la sociedad, “estos muchachos volverían a hacer canciones de amor, para las vacas y los caballos, igual que antes”.

“México es ahora más violento, y las redes sociales han contribuido mucho”, añade Luis Hernández. “Ahora el narcotraficante sube vídeos amenazando con secuestros y torturas, antes eso no existía, todo eso habla mucho de los odios que existen entre cárteles, pero también ha hecho que la sociedad esté más concienciada y sensible”. La solución, en cualquier caso, lleva a mirar al país vecino del norte, “el número uno en consumo de droga a nivel mundial. México enfrenta un gran problema porque es el puente para todo lo que viene de otros países. “¿Quién certifica a Estados Unidos?” se preguntan los Tigres con sorna en El general, uno de los corridos políticos de su repertorio, que en ocasiones les han llevado a estar vetados en las emisoras y televisiones públicas por temas como La granja, La crónica de un cambio o El circo, que denunciaba las corruptelas del expresidente mexicano Carlos Salinas de Gortari. “Nos atrevimos en los momentos más difíciles, y lo hemos seguido haciendo”.

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