Dos hitos del periodismo cultural

LATIDOS

Las entrevistas de Ana María Moix, y la ‘Revista de Occidente’ de los años 60 y 70, marcaron época

El escritor Terenci Moix abrazado a su hermana Ana María Moix.

Ana María Moix y su hermano Terenci Moix

 ARCHIVO

Pocos libros me han parecido tan magistrales en el campo del periodismo cultural, y he recomendado tanto, como 24x24, que recogía las entrevistas publicadas por Ana María Moix en la primera mitad de los años 70. 

Ana María (1947-2024) era entonces en primer lugar la hermana de Terenci, quien había hecho ya una irrupción espectacular en el panorama literario catalán. Pero pronto se hizo un hueco destacado como poeta seleccionada por Josep Maria Castellet en su célebre antología de los Novísimos, y también como narradora (aunque el premio Barral de novela se le escapó por animadversiones dentro del propio sello). 

La cuestión es que Ana María era una figura en alza y al entonces director del vespertino Tele/eXpress, Manuel Ibáñez Escofet, se le ocurrió proponerle una fórmula novedosa, probablemente inspirada en algún medio informativo francés, que eran entonces los prescriptores, o en un título famoso de Stefan Zweig. Se trataba de seguir durante un día a una figura interesante y relatar, junto a sus reflexiones, lo que le iba ocurriendo, para explicar de ese modo su cotidianidad.

La escritora se puso manos a la obra, y los reportajes, ilustrados con una foto de Colita, se publicaban semanalmente en la sección titulada 24 horas de la vida de, aunque, en sus propias palabras, no las había pasado al completo con ninguno de los entrevistados, “lo que en algunos casos le hubiera apetecido y en otros no, y que sin duda hubiera fastidiado a quienes accedieron a la charla”. 

Son textos perspicaces, con abundantes notas de humor, que plasman muy bien las atmósferas de unos personajes que se explayan con franqueza, en buena parte por la complicidad con una entrevistadora de su propio ambiente. El compendio fue publicado por Ediciones de Bolsillo/Península en 1973.

⁄ Se trataba de seguir durante un día a una figura interesante y relatar, junto a sus reflexiones, lo que le iba ocurriendo

Ahora los recupera la editorial Amarillo, bajo el título Conversaciones en el tiempo, añadiendo cinco textos que habían quedado fuera. Algunos han sido muy citados posteriormente, como el de Jaime Gil de Biedma (“Soy muy sensual. El día que me falle la sensualidad, la vida sería un sitio inhóspito”), Gabriel García Márquez embarcado en la escritura de El otoño del patriarca (“aspecto cansado, desganado, gesto indiferente, como si nada a su alrededor le importara”), o el de Terenci, a quien acompaña en una hilarante selección de fotos en la revista Fotogramas para un libro sobre Hollywood, y a su caótico piso en un séptimo sin ascensor de la calle Casanova.

Josep Maria Castellet (“el maestro”), Ana María Matute, un joven Eugenio Trías, Oriol Regàs, Mario Vargas Llosa, Jaume Perich, Joan Ponç, Núria Espert, Salvador Dalí (con quien no conecta y compara con “un disco rayado”), Pere Gimferrer absorto en la traducción italiana -mil páginas- de la Historia de Genji, Victoria de los Ángeles, Montserrat Caballé... dibujan un momento brillante de la cultura barcelonesa, que la veinteañera autora contribuyó decisivamente, con estos perfiles, a mitificar.

Cubierta de 'Conversaciones en el tiempo'

Cubierta de 'Conversaciones en el tiempo'

Poco antes se había reactivado en Madrid una publicación señera. La Revista de Occidente, fundada en 1923 por José Ortega y Gasset y desaparecida con la Guerra Civil, reapareció en 1963 de la mano de José Ortega Spottorno, y con alguna interrupción ha seguido hasta hoy, en que acaba de inaugurar una nueva época con Fernando Vallespín (director) y Juan Claudio de Ramón (secretario de redacción) al frente. 

La exposición "Claridad, claridad" abierta en la Fundación Ortega Marañón de Madrid recoge esta segunda etapa. Y pone de manifiesto la gran referencia que representaron en los años 60 los intelectuales del exilio, y en los 70 la constelación de los Benet, Martín Gaite, Sánchez Ferlosio, Umbral, etcétera, figuras totémicas de la transición. 

Portadas de la 'Revista de Occidente' en la exposición

Portadas de la 'Revista de Occidente' en la exposición

Figuras objeto de un tratamiento especial en la publicación: Juan Benet, Carmen Martín Gaite, Francisco umbral, Fernando Savater, Francisco Ayala

Figuras objeto de un tratamiento especial en la publicación: Juan Benet, Carmen Martín Gaite, Francisco Umbral, Fernando Savater, Juan Pablo Fusi 

Leer el libro de Moix y visitar la exposición de Revista de Occidente, salvando sus muy diferentes magnitudes,  invita a un comparativo entre los ambientes culturales barcelonés y madrileño de aquella época. A constatar sus muy distintos estilos -serio y con tirada académica el de la Revista, informal, sofisticado y con un punto frívolo el mundo gauche divine que recogen las "24 horas". 

Pero también queda huella de su atención mutua (Moix entrevista al filósofo Aranguren y al novelista García Hortelano, al tiempo que la Revista habla de Ignacio Agustí –con un artículo titulado “Mariona Rebull o la burguesía inútil”- y homenajea a Salvador Espriu. Así como del diferente pero compartido tratamiento de fenómenos como la mencionada cultura del exilio (Moix sigue también las jornadas de Rosa Chacel y Max Aub) o el boom latinoamericano, cuyas principales figuras residen en ese momento en la ciudad condal (la Revista celebra muy pronto  como "obra maestra" Cien años de soledad). Las preocupaciones imperantes en ambos mundos intelectuales a 500 kilómetros de  distancia, y en los estertores del franquismo, no resultaban tan lejanas.

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