La naturaleza secreta de una novela brillante
CULTURA/S
En la última obra de Patricio Pron, ambientada en Manchester, la desaparición juega un papel determinante y marca su itinerancia
La función última (y primera) de la crítica es, por supuesto, recomendar o no la lectura de un libro, pero dando argumentos, y al mismo tiempo comentar de qué se trata, para que el lector vea si le interesa el tema y cómo se ha desarrollado.
Si se tratase simplemente de dar un veredicto, bastaría con decir que La naturaleza secreta de las cosas de este mundo, de Patricio Pron, es una novela exigente, sin concesiones, pero apta para todos los públicos.
Pron, nacido en Rosario (Argentina) en 1975 y residente en Madrid desde 2008, es narrador, ensayista y crítico y amante de los títulos largos, como el libro de relatos La vida interior de las plantas de interior (2013) o, más claramente en novelas como El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia (2011) o No derrames lágrimas por nadie que no vive en estas calles (2016).
La naturaleza secreta de las cosas de este mundo está curiosamente ambientada en Manchester, y digo curiosamente porque en el “epílogo” confiesa que “nunca he estado allí”, algo que le permite “inventármelo todo, sin las distracciones que provocan el conocimiento y, eventualmente, el recuerdo”. No menos aparentemente curioso es que señale las numerosas frases de autores integradas en el epílogo, que titula más comedidamente El orden secreto de las cosas, con Virginia Woolf y Henry James como “los autores que más han influido en la escritura”, sin mencionar Cumbres borrascosas de Emliy Brontë, que ocupa un puesto destacado en el desarrollo de la novela. Hay dos relatos que son dos puntos de vista; uno de los personajes se llama Edgar, y Heathcliff desaparece y vuelve al cabo de tres años.
La desaparición juega aquí un papel determinante y es la que marca el peculiar carácter itinerante. A Edward Byrne se le cierra la puerta de su casa y, como no tiene llaves, comienza a caminar, y “todo tiene para él un aire de novedad y aventura”. En su largo recorrido no aparecen descripciones sino los nombres de lugares de la ciudad. Las marismas, que es donde la familia cree que Edward ha muerto ahogado; Ramsbotton, los Piccadillly Gardens , y un largo etcétera.
⁄ Con citas de Woolf y James, se trata de una obra exigente, sin concesiones, pero apta para todos los públicos
Otro recorrido es el de Olivia conduciendo bajo la lluvia, abstraída en sus pensamientos y acompañada por los recuerdos, que son parte de la sustancia narrativa. El mismo Pron nos ha dicho que la novela “pone de manifiesto que en el presente había una enorme cantidad de pasado”.
Lo de Edward no se puede confundir con una huida. Como dice Cervantes, “no huye el que se retira”. Esto explica su nostalgia y la frecuente necesidad de regresar, incluso cuando ha iniciado una ida totalmente nueva. Al final del recorrido se instala en un hotel, y cuando se da cuenta de que no tiene dinero para pagar las dos noches, empieza a trabajar en la reforma de la casa, para así recibir alojamiento gratis y dinero, cosa que consigue fácilmente.
La madre se lastima por la desaparición y “su interés en el arte textil reproducía la estructura del mito: su padre era Ulises y su madre tejía y destejía esperando su regreso” –el Ulises de Joyce “es uno de los libros que más he subrayado”, confiesa Pron–.
La hija, Olivia, vive en Bury, y con frecuencia se nos habla de “la novia de Bury” sin entrar en detalles. Personaje fantasmal, pues, del que sólo sabemos que suplanta a su amiga en el irreal encuentro con el padre.
Tan irreal como la condición feral de los niños lobos que fueron criados por animales, o la engañosa sensación de que estamos ante una novela policiaca.
Patricio Pron. La naturaleza secreta de las cosas de este mundo.
Anagrama. 232 páginas. 18,90 euros