La expectativa del crecimiento constante no es solo una realidad en la economía. De cualquier certamen, festival o encuentro cultural que funcione bien se espera que incorpore en cada edición más secciones, más público, más eventos. Ya hay citas, como la Berlinale, que están haciendo un intento de frenar esa lógica aceleracionista. El veterano festival anunció que en su próxima edición, la número 73, reducirá las películas en un 30% dejándolas en 287 a lo largo de todas las secciones. La reciente Berlinale Series, dedicada a la televisión, deja de existir y se integra en otros programas. Es más que probable que, dado el coste de transporte y logística que implica organizar un festival de esas dimensiones, este tipo de recortes se repliquen en otras citas.
POSEIDOS EN EL CCCB
Está a punto de acabar en el CCCB y dentro de la programación del Grec el teatro expandido de las tres obras de la trilogía que el dúo de performers Cabosanroque ha dedicado a tres figuras de la literatura catalana: Joan Brossa, Jacint Verdaguer y Mercè Rodoreda. Dimonis, la pieza dedicada a Mossèn Cinto, parte de las notas que el propio poeta escribió en los exorcismos a los que asistió en el número 7 de la calle Mirallers, con su mentor en asuntos demoníacos, el sacerdote Josep Piñol, y sus dos amigas y mecenas, Deseada Martínez y su hija, Empar Duran, de la que se decía que estaba poseída. El público que asiste a esta instalación en el CCCB debe, de entrada, quitarse los zapatos y calzarse unos peúcos. A partir de ahí empieza a deambular por una sala blanca, en la que se ve bailar (o poseer al público) a Rocío Molina y recitar al Niño de Elche, de manera que los visitantes son quienes hacen la coreografía, comportándose durante unos minutos como endemoniados.
LISTA LARGA DE NOVELAS CORTAS
Hace unos cuantos domingos, el escritor y traductor Yannick Garcia preguntó en Twitter por las mejores novelas cortas, de unas cien a 150 páginas. El tuit tuvo tantas respuestas y tan útiles, desde Don DeLillo a Francesc Pujols, que la red de Biblioteques de Girona tuvo a bien ordenarlas y difundirlas. En la lista colaborativa están desde Musclos per sopar, la nouvelle de la alemana Birgit Vanderbeke que se convirtió en un boca-oreja editorial cuando la publicó recientemente Viena en su colección de Petits Plaers, a Tres llums, de la irlandesa Claire Keegan, en el catálogo de Minúscula, que siempre ha mimado esa corta-media distancia, sin olvidar clásicos como La balada del café triste, de Carson McCullers, traducido por el propio Garcia para L’Altra. Vale la pena recuperar la lista completa para apuntar ideas que quepan en un capazo ligero de verano.
LA VENGANZA DE DURERO
Las relaciones de los artistas con sus patrones nunca han sido fáciles, y a veces el único recurso que le queda a un creador es vengarse con lo que mejor hace. Durero llegó también a esa conclusión en 1509. Un comerciante de Frankfurt, Jacob Heller, le encargó un ambicioso retablo que representase la Ascensión de la Virgen. El artista pidió inicialmente 130 florines por el trabajo, pero pronto se dio cuenta de que solo con el material y el sueldo de sus ayudantes ya se le iban más de cien y reclamó a su cliente en varias cartas que se conservan, cada vez más indignado, que ajustarán la tarifa. Heller no lo hizo y, en respuesta, Durero se pintó a si mismo, justo debajo de la Virgen, sosteniendo un cartel y con cara de pocos amigos, para que el comerciante tuviese que verlo cada vez que mirase la obra. La pieza se destruyó en un incendio en 1729, pero existe una copia que se conserva en el Museo Histórico de Frankfurt. En agosto se publica un libro de la historiadora del arte Urlina Rublack, titulado La obra maestra perdida de Durero: el arte y la sociedad en el nacimiento del Mundo Global (Oxford University Press), que analiza el papel del grabador para dignificar la figura del artista. La conclusión es que el creador perdió la batalla, y finalmente dejó de hacer altares y se centró en pintar obras comercialmente viables.
'MERCHANDISING DE UN MUSEO QUE NO EXISTE'
Cualquiera podría cruzarse en una feria de arte con alguien que llevara una bolsa de tela del LiMac, el Museo de Arte Contemporáneo de Lima. Todo normal hasta aquí, excepto que el LiMac no existe, y Lima no tiene, de hecho, museo de arte contemporáneo. Sandra Gamarra Heshiki, la artista peruana afincada en Madrid que representará a España en la próxima Bienale, creó todo ese merchandising como parte de un proyecto que desarrolló en el 2002 en el que parodiaba el papel de los centros de arte contemporáneo y a la vez denunciaba que no exista ninguno en su ciudad de origen. Gamarra partió para ese proyecto del famoso Boîte-en-valise de Marcel Duchamp, en el que incluía miniaturas y reproducciones, entre ellas su famosa Mona Lisa con bigote.