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Los tres mitos de la Barcelona libresca

Feria del Libro de Buenos Aires

Barcelona se presenta en Buenos Aires como ciudad literaria, que cuenta con un circuito completo del libro. Cervantes, Flaubert y Ruiz Zafón han dado proyección internacional a esta condición, en tres memorables relatos.

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La condición de ciudad con impresores, autores, libreros y lectores caracteriza a Barcelona desde el siglo XV hasta el presente

Hay varias razones que hacen de Barcelona una capital internacional del libro. En primer lugar es una de las pocas ciudades del mundo que pueden presumir de una historia editorial de cinco siglos ininterrumpida. Los expertos creen que una Ética de Aristóteles fue el primer libro publicado en la ciudad, en el año 1473.

Tras ella las impresiones en latín, catalán y castellano se sucedieron, y a mediados del siglo XVI la capital catalana ya era un centro impresor de primer nivel de clásicos, obras de consulta y novedades literarias para todo el mundo de habla hispánica.

Fue sin embargo el siglo XIX, con las ventajas de la industrialización, el que dio el empujón a grandes sellos como Montaner y Simón, Salvat o Espasa, que proyectaban sus diccionarios y enciclopedias por toda la Península y al otro lado del Atlántico, conquistando la capitalidad libresca hispanoamericana. Al tiempo que la edición en lengua catalana recobraba fuerza y permitía vehicular eficazmente la cultura del catalanismo.

Una larga historia

Cinco siglos de imprentas barcelonesas

La capital catalana es una de las pocas ciudades del mundo que pueden presumir de una tradición editorial tan larga e ininterrumpida.

Hoy, la del libro es la primera industria cultural tanto catalana como española. Barcelona alberga a las dos grandes multinacionales del libro hispanoamericano (Planeta y Penguin Random House) y cerca de trescientas editoriales más, en castellano, catalán o en ambas lenguas, algunas con tanto renombre como Anagrama, RBA, Acantilado/Quaderns Crema, Juventud o Club Editor.

En el plano de la creación literaria, son numerosos los autores que han utilizado Barcelona como escenario o motivo de sus obras. De Joan Maragall a Robert Hughes pasando por el barón de Maldà, ­Joan Puig i Ferreter, Josep Maria de Sagarra, Jean Genet, George Orwell, Mercè Rodoreda, Carmen Laforet, Luis Goytisolo, Juan Marsé, Manuel Vázquez Montalbán, André Pieyre de Mandiargues, Terenci Moix, Eduardo Mendoza, Esther Tusquets, Enrique Vila-Matas, Quim Monzó o Jaume Cabré, la lista se hace interminable.

Solo en la última década se han publicado un centenar de novelas, en catalán y en castellano, de ambientación barcelonesa.

Solo en la última década se han publicado un centenar de novelas, en catalán y en castellano, de ambientación barcelonesa”

Barcelona es, en fin, una villa de lectores, con importantes bibliotecas históricas (las de la Universitat de Barcelona, Biblioteca de Catalunya, Real Academia de Buenas Letras, Ateneu..). Pero también de nuevo cuño: cada día, 25.000 usuarios se acercan a las cuarenta bibliotecas municipales, que cuentan con un millón de socios.

La ciudad acoge relevantes agencias literarias, en la línea abierta por la pionera Carmen ­Balcells, hada madrina del boom ­literario hispanoamericano de los años sesenta. Cuenta co librerías importantes. Con impresores y distribuidores. Con traductores. Con estudiosos y críticos literarios, y abundantes programas en las distintas universidades ciudadanas que basculan en torno al libro. Con grandes diarios, revistas y publicaciones literarias que fomentan la lectura. Y con espacios de radio y TV que siguen la actualidad cultural y literaria.

Y, por último, con una celebración. “Esta fiesta es la más bonita de España para mí. La de más color y más gracia, el espectáculo más civilizado que me haya tocado ver”. Con estas palabras se refería Mario Vargas Llosa al 23 de abril barce­lonés, consagrado oficialmente en 1930 como fiesta del libro y adoptado por la Unesco en 1996 como día mundial del Libro.

Cada año visitantes de todo el mundo se han quedado fascinados por la energía que la jornada de Sant Jordi desprende, con decenas de miles de lectores y centenares de autores cumpliendo el rito de la compra y la dedicatoria.

Todo este ecosistema del libro (una línea continua de dedicación ciudadana, una atmósfera que se prolonga a lo largo del tiempo) ha generado su propia metaliteratura, que cristaliza en tres momentos fuertes”

Todo este ecosistema del libro (una línea continua de dedicación ciudadana, una atmósfera que se prolonga a través de los siglos) no podía no generar su propia literatura o metaliteratura, que cristaliza en tres momentos fuertes, tres relatos míticos que lo condensan:

1 DON QUIJOTE ENTRA EN LA IMPRENTA

Cuando, a principios del siglo XVII, Cervantes lleva a Don Quijote hasta Barcelona, en el capítulo LXII de la segunda parte estampa una frase fa­mosa:

Sucedió, pues, que yendo por una calle alzó los ojos don Quijote y vio escrito sobre una puerta, con letras muy grandes: ‘Aquí se imprimen libros’, de lo que se contentó mucho, porque hasta entonces no había visto imprenta alguna y deseaba saber cómo fuese”.

El autor le hace entrar en ese establecimiento, presumiblemente inspirado en el regido en aquella época por Sebastià de Cormellas, y allí mantiene enjundiosas conversaciones con el impresor y con un autor italiano. Discuten sobre copyright: ¿es mejor que el autor ceda los derechos al editor a cambio de una suma cerrada, o arriesgarse no cobrando de entrada, pero conservando un tanto por ciento de los beneficios?

Arriba, diorama de Castells/Roig de la imprenta del Quijote, realizado en 1948. A la derecha, recreación de la visita a la imprenta, por Moreno Tejada (siglo XVIII)

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Como recalca el profesor de Harvard Martin Puchner en su reciente ensayo El poder de las historias, surgen en esta breve escena otras cuestiones que la enlazan directamente con la modernidad: las de autoría y originalidad (con la referencia al Quijote de Avellaneda), atención tecnológica (con su descripción del método impresor) y el análisis de la distribución del trabajo en todo el circuito del libro.

Escena premonitoria

Del copyright a la autoría

En la visita de don Quijote a la imprenta se apuntan varios de los temas que han marcado el mercado del libro en los siglos siguientes y siguen a debate hoy.

Las relaciones de Cervantes con los impresores resultaron complicadas, pero su Quijote, en sí mismo una de las grandes reflexiones sobre el poder de la lectura de todos los tiempos, proyectó en el imaginario literario internacional –ya que se convirtió rápidamente en el principal best seller europeo– a la capital catalana como ciudad de libro. Toda una señal de hasta qué punto la actividad impresora había calado en el momento de auge del Siglo de Oro español.

El amor del escritor por la ciudad, patente en otros párrafos muy célebres (“Barcelona, archivo de la cortesía, albergue de los extranjeros, hospital de los pobres, patria de los valientes, venganza de los ofendidos...”) obtuvo correspondencia. En una imprenta barcelonesa se imprimen por primera vez las dos partes del Quijote de forma conjunta, (“en casa de Bautista Sorita, a costa del mercader de libros Raphael Viues”, 1617).

Y, por otra parte, la primera novela moderna “ha sido el libro que los catalanes más han leído, pu­blicado, venerado, a veces hasta rayar la obsesión. ¿Bastaría recordar que el centenario del Quijote y el día del Libro, como conmemoraciones cervantinas por excelencia se inventaron en Barcelona?”, según ha recordado el gran cervantista Francisco Rico.

2 LA HISTORIA DEL LIBRERO ASESINO

A mediados del siglo XIX algunas publicaciones de España y Francia recogían un curioso suceso. En los tumultos anticlericales del primer tercio de aquella centuria, un joven monje, fray Vicent, se ve obligado a abandonar el monasterio de Poblet, donde consagraba su vida a Dios. Enfrentado a la necesidad de ganarse la vida, abre una librería de viejo en Barcelona.

Paulatinamente, el amor desmedido a los viejos volúmenes y una competitividad feroz le llevan al desquiciamiento, y nuestro hombre empieza a asesinar a libreros rivales para hacerse con los valiosos ejemplares que atesoran. Acabará descubierto, juzgado y ejecutado.

El magnífico dibujante D´Ivori ilustró ‘La llegenda del llibreter assasí de Barcelona’, volumen de 1928 donde el bibliófilo Ramon Miquel i Planas reconstruía cómo se había forjado este mito romántico sobre el mundo del libro barcelonés del siglo XIX.

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Como en el Quijote, aquí el libro enloquece. Pero en este caso no es por el contagio imaginario de viejas historias caballerescas, sino por la pasión imparable de poseerlos físicamente. Hay indicios de que la historia se expandió a través de un pastiche judicial redactado por el autor francés Charles Nodier. La leyó un adolescente Gustave Flaubert, quien inspirado por ella redactó un relato que solo se publicaría tras su muerte, con el inequívoco título de Bibliomanía.

Locura lectora y asesina

De pastiche judicial a mito romántico

La historia del monje enclaustrado fascinó al joven Flaubert, que le dedicó el relato ‘Bibliomanía’.

Todo el proceso de creación, difusión y adaptación por distintos escritores de las mortíferas andanzas del religioso quedó recogido en una obra deliciosa publicada en 1928 por el bibliófilo y erudito Ramon Miquel i Planas, La llegenda del llibreter assasí de Barcelona, donde desmiente su veracidad histórica a la vez que aplaude, regocijado, la plausibilidad del gran mito romántico en torno al mundo del libro barcelonés.

3 EL CEMENTERIO DE LOS LIBROS OLVIDADOS

La novela española más difundida en todo el mundo después del Quijote es La sombra del viento. La publicó en el año 2001 el escritor barcelonés Carlos Ruiz Zafón y de ella se han vendido más de veinte millones de ejemplares traducidos a los más distintos idiomas.

La sombra del viento constituye la primera entrega de una exitosa tetralogía, y en cada uno de sus tomos se realiza alguna visita al espacio mítico que le da nombre, el Cementerio de los Libros Olvidados, un gran laberinto de volúmenes olvidados, o que se hallan en peligro, o que nadie quiere leer.

El Cementerio representa un elemento unificador de esta aventura narrativa y un motivo simbólico especialmente apropiado en tiempos de metamorfosis y revolución tecnológica en los hábitos lectores.

Carlos Ruiz Zafón durante la presentación, en 2016, de ‘El laberinto de los libros olvidados’, novela que cierra la tetralogía del Cementerio de los Libros Olvidados, monumental construcción narrativa que tiene en su eje la consideración de Barcelona como metrópolis literaria.

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Ruiz Zafón se inspiró en unos almacenes de libros viejos que había visitado en las afueras de Los Angeles. Impresionado por sus dimensiones y su oscuridad polvorienta, decidió trasladar uno de ellos a su ciudad natal. Curiosamente, en la calle Arco del Teatro, donde lo ha ubicado, trabajaba en la segunda mitad del siglo XIX la empresa de artes gráficas de Lluís Tasso, y no muy lejos funcionaba la fábrica de letras del Convento de Carmelitas Descalzas, única fundición tipográfica en activo en la época.

De alguna forma, la atmósfera libresca histórica del Raval barcelonés hizo su camino hasta las páginas del escritor.

Réquiem por la galaxia Gutenberg

El gran laberinto de Ruiz Zafón

Las cuatro novelas configuran una compleja trama gótica protagonizada por autores y editores en torno a narrativas literarias que se van reelaborando una y otra vez

Pero, además, las cuatro novelas configuran una compleja trama gótica protagonizada por autores y editores en torno a narrativas literarias que se van reelaborando una y otra vez hasta alcanzar un abanico de sentidos diferentes. Con lo que la tetralogía del Cementerio de los Libros Olvidados acaba erigiéndose en un gran réquiem por la galaxia Gutenberg, comenzado a entonar justo en los inicios del nuevo milenio.

Barcelona, pues, se nos presenta antes que nada como una ciudad de libros y libreros, de autores, editores y lectores. Así la vieron Miguel de Cervantes en el Quijote; Gustave Flaubert y Ramon Miquel i Planas en sus relatos sobre el librero asesino de Barcelona; Carlos Ruiz Zafón en La sombra del viento. Tres narraciones universalizadas, cada una en su género, tres mitos literarios unidos por la misma visión del eje oculto de la ciudad