Anthony Hopkins cumplirá 83 años el próximo 31 de diciembre al pie del cañón, demostrando un talento inagotable que crece con cada nuevo proyecto. Después de encarnar magistralmente al papa Benedicto XVI en Los dos papas, de Fernando Meirelles, por la que fue nominado al Oscar este año como mejor actor de reparto, su nombre suena con fuerza entre los críticos de cara a una segunda estatuilla dorada -la primera la logró por El silencio de los corderos-en la próxima ceremonia de la Academia de Hollywood por su extraordinaria actuación como un anciano atrapado en la demencia senil en El padre, debut en el largometraje del dramaturgo francés Florian Zeller, que adapta su propia y aclamada obra teatral de 2012 y la transforma en una película que entusiasmó en los festivales de Sundance y Toronto, se llevó el premio del público en San Sebastián y apunta alto a cosechar varias nominaciones en la temporada de premios.
"Hola a todos. ¿Cómo está la situación de la pandemia en vuestros países?" pregunta desde Los Ángeles un dinámico y curioso Hopkins en una entrevista telemática a La Vanguardia y otros medios internacionales para promocionar el filme, que se estrena en cines este 23 de diciembre. Su aspecto y su voz amable echan por tierra su fama de arisco con la prensa y tampoco tienen nada que ver con ese otro Anthony octogenario de fuerte carácter que empieza a perder la memoria y rechaza con violencia cada una de las cuidadoras que su hija Anne (Olivia Colman) contrata para ayudarle en su rutina diaria. Su personaje es el de un hombre que ha vivido siempre de forma independiente y ahora comienza a dudar de su familia, de su propia mente e incluso de su realidad, complicando la relación y los planes de su paciente hija de mudarse a París y colocando al mismísimo espectador en su dramática situación gracias a un confuso puzzle que sabiamente construye Zeller con cambio de personajes y escenarios.
Los estragos de la enfermedad
El actor encarna a Anthony, un octogenario que empieza a sufrir de demencia y duda de su familia, de su propia mente e incluso de su realidad
Cuando Zeller escribió el guion tuvo siempre en mente al oscarizado actor que dio vida al temible Hannibal Lecter, por eso se llaman igual e incluso comparten en pantalla la misma fecha de nacimiento.
El protagonista de Lo que queda del día reconoce que se sintió "conmovido" cuando leyó el guion y decidió reunirse de inmediato con Zeller y el coguionista Christopher Hampton. Aceptaba entusiasmado el papel, pero el rodaje debía esperar a que acabara su participación en Los dos papas . "Solo muy de vez en cuando ocurre que te ofrecen una historia que realmente te atrapa. Siento que he sido muy afortunado estos últimos años con los trabajos que he hecho en la serie Westworld, como Benedicto XVI, o en Rey Lear junto a Emma Thomson, pero lo cierto es que interpretar a Anthony resultó muy fácil porque contaba con un excelente guion y director y tengo su misma edad, siento su melancolía y mi cerebro es lo suficientemente viejo para comprender por lo que pasa".
Interpretar a Anthony resultó muy fácil porque tengo su misma edad, siento su melancolía y mi cerebro es lo suficientemente viejo para comprender por lo que pasa
Añade, además, que era fantástico "levantarme por la mañana , ir al estudio, que era un set pequeño, sin necesidad de ensayar. Solo tenía que aprenderme mis diálogos y dejarme llevar".
Hopkins recalca que "formar parte de esta historia ha sido pasar el mejor tiempo de mi vida". El rodaje duró muy poco, apenas cuatro semanas. El actor británico-estadounidense solo tiene palabras de elogio hacia un "extraordinario, amable e instintivo" director que confió en sus actores y "sabía lo que quería mucho mejor que otros realizadores con los que he trabajado" y alaba con superlativos el trabajo de Colman en la piel de su sufrida hija en la ficción. "Olivia es la mejor, la frustración que transmite es desgarradora. Y es que vivir con alguien con esa enfermedad te puede volver loco".
Hopkins no juega al tenis, pero cree que sus escenas juntos fueron algo similar a disputar un partido en el que cada uno daba lo máximo de sí mismo. Colman asiente desde Londres. La madura reina Isabel II de la exitosa serie The Crown entró en el proyecto justo después de ganar el Oscar como mejor actriz por su reina Ana de La favorita, con lo que ayudó a cerrar la financiación que necesitaba esta película de producción independiente. "Habría hecho mi papel gratis", señala la británica, que era la principal opción de Zeller, entusiasmado por la humanidad y empatía que desprende la actriz .
Tengo tres hijos, mis padres son mayores y la demencia es una enfermedad que me preocupa. Actuar con Anthony ha sido un placer, es un actor que hace las cosas fáciles, reales"
"Mucha gente ha tenido que lidiar con la demencia durante generaciones. Tengo tres hijos, mis padres son mayores y es una enfermedad que me preocupa. Actuar con Anthony ha sido un placer, es un actor que hace las cosas fáciles, reales; así que verlo confundido y triste en su papel me hacía imaginar a mis padres en una situación así", señala. "Anne ha sido un personaje bonito de crear", comenta la actriz, que se enamoró del texto en cuanto cayó en sus manos y aún no se acaba de creer que fuera la primera película de Zeller. "Hubo un ambiente de confianza absoluto en el set y él lo organizó todo de forma sencilla. Y fue una maravilla ir a rodar cada día junto a Tony. Le admiro desde que le vi en el programa Parkinson de la BBC y por eso quise dedicarme a la actuación, pero dudé mucho porque como no había actores en mi familia no sabía si podría lograrlo", admite con una ligera sonrisa.
Soy la persona más afortunada del mundo por poder trabajar en esta profesión durante tantos años. Es la mejor vida con la que jamás podría haber soñado
Un jovial Hopkins sostiene que se siente en forma y que, al hacer un repaso a su vida, "me maravillo de estar todavía haciendo lo que hago. Es un gran privilegio ser actor y estar vivo todavía. Soy la persona más afortunada del mundo por poder trabajar en esta profesión durante tantos años. Es la mejor vida con la que jamás podría haber soñado".
¿Y sigue algún método para cuidar de una memoria que tiene buena fama? "Leo mucho, pinto y toco el piano todos los días, que es un excelente ejercicio para el cerebro y la coordinación. También memorizo guiones. Es fácil. Mi mujer -la colombiana Stella Arroyave, que le ha dirigido en el drama psicológico Elyse- me dice: 'Trabajas muy duro', pero para mi actuar no es trabajar porque me divierto. Eso me mantiene con vitalidad. El proceso de actuar es reaccionar, tal y como decía Humphrey Bogart. Y eso es lo que hago. Mi lema es hacer las cosas fáciles, ir haciendo... Observo a mi gato, juego con él, tomo una taza de té y me maravillo de la vida. En la vida no hay nada que ganar, nada que perder", opina.
Hopkins no es nada partidario de enredarse demasiado en sus personajes ni de hacer ensayos previos "porque se pierde la esencia". Simplemente, "sigo el guion, me relajo y disfruto". Y eso es lo que piensa hacer el resto de su vida este hombre capaz de lograr desde la sencillez más absoluta la interpretación más exigente.
Leo mucho, pinto, memorizo guiones y toco el piano todos los días, que es un excelente ejercicio para el cerebro y la coordinación