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La secreta magia de ‘Las niñas’

Cine

La ópera prima de Pilar Palomero, nueva esperanza de la cartelera tras triunfar en Málaga

Zoe Arnao en el papel de Brisa (izquierda) y Andrea Fandós en el de Celia, un fotograma de 'Las niñas'

Jorge Fuembuena

Qué tiene de especial Las niñas para haber puesto de acuerdo a toda la crítica y al jurado del Festival de Cine de Málaga, que hace una semana le otorgó la Biznaga de Oro a la mejor película del certamen? Se trata de la ópera prima de una directora hasta la fecha desconocida, Pilar Palomera (Zaragoza, 1980); las protagonistas son unas adolescentes salidas de la nada en este mundillo. Y Natalia de Molina es la única cara reconocible del reparto pero sin un papel principal. Además, el argumento es interesante pero carece de la intriga y las dosis de comedia que suelen atraer al espectador, así como de los intríngulis o lecturas más o menos profundas que suelen seducir a los críticos. ¿Entonces? ¿Qué elementos juegan a su favor para que la cinta se haya convertido en la nueva gran esperanza del cine español a partir de su estreno, hoy, en 89 salas del país? Una de las claves nos la dan las propias niñas.

Andrea Fandós y Zoe Arnao se hicieron realmente amigas durante el rodaje

La película narra las vivencias, descubrimientos, alegrías y no pocos pesares de un cría de 12 años, Celia, hija de madre soltera (De Molina) que se ve atrapada entre los rigores de las monjas de su cole y las agonías de una madre insegura en permanente estado de tensión. Corre el año 1992, pero toda aquella optimista modernidad de la Olimpiada, la Expo y el milagro del AVE no parecen haber traspasado los muros del hogar y de la escuela de Celia en Zaragoza.

Pero de repente todo, al menos en el ánimo de nuestra chica, cambia un buen día con la llegada al cole de una compañera venida de Barcelona. Es Brisa, una chavala relativamente atrevida y lanzada que descubre nuevos mundos a la apocada Celia.

Andrea Fandós y Zoe Arnao, intérpretes de Celia y Brisa respectivamente, nos cuentan por separado pero en términos muy parecidos la historia de su amistad delante y detrás de la cámara. “Los momentos en que nos fuimos haciendo amigas no eran actuados, al menos por mi parte”, dice Andrea, que ahora tiene 13 años.

Fotograma de 'La niñas', de Pilar Palomero

Jorge Fuembuena

Zoe , de 15 ya, lo confirma y completa con actitud más resuelta, como lo haría su personaje: “Conectamos desde el principio. Todo lo que en la película son sonrisas, esas miradas tan puras... Somos Andrea y yo hablando y haciéndonos amigas de verdad mientras actuábamos e improvisábamos. Se ve realmente lo que había”, remarca.

La buena química entre las dos protagonistas se extendió al resto de las actrices infantiles, que por supuesto hoy comparten grupo de whatsapp, pero también alcanzó a Natalia de Molina. Ella hizo un poco de hermana mayor, casi de madre, sobre todo con Andrea, de quien nos habla así: “Ella es una niña tímida e introvertida y nos entendimos muy bien la una con la otra porque nos parecemos bastante en eso (aunque no lo parezca)”. Las dos construyeron así “una relación muy especial y bonita fuera del set”. El resultado: “La quiero muchísimo y me consta que es un sentimiento recíproco”, enfatiza.

Un instructor ayudó a las niñas a ponerse en situación en escenarios hoy ya en desuso

De Molina aportó de ese modo un plus de cariño al trabajo obligatoriamente más profesional que, en el tiempo de rodaje pero también en unas largas y concienzudas sesiones preparatorias, la realizadora desarrolló con ayuda del coach o instructor Rubén Martínez, más conocido por su condición de actor en series como Élite (en el papel de Teo).

En esas sesiones previas, las niñas seleccionadas por la directora de casting Gisela Krenn debían habituarse a improvisar y actuar, con la mayor naturalidad posible, en situaciones a menudo poco familiares para ellas; como por ejemplo una disciplinada clase de costura o un rezo conjunto bajo la estricta observancia exigida por las monjas.

Hay por tanto una combinación de alquimia y trabajo en las bambalinas de la emoción que, según la mayoría de quienes ya han visto y comentado, consigue transmitir Las niñas. Una historia que además –y ésta puede ser otra clave de éxito– pone a unas varias generaciones ante el espejo de los últimos años de su infancia o los primeros de su juventud. Y nos sitúa ante el recuerdo no demasiado lejano de un mundo sin móviles ni plasma ni Netflix; un mundo con el teléfono en el pasillo, la música en el cassette y la serie a su hora en punto.

La directora de 'Las niñas', Pilar Palomero (vertical)

Bteam Pictures / ACN