José Luis Garci: “El futuro del cine está en los museos”
Estreno de ‘El crack Cero’
El primer ganador de un Oscar para una producción local es también el director de la primera precuela del cine español
Afirma José Luis Garci que “el futuro del cine está en los museos”. Lo dice más a título de constatación de un destino previsible que a modo de lamento nostálgico de un pasado irrecuperable y un presente insostenible. Añade que los responsables del Museo del Prado “hacen mal en no tener, como sí tienen el Reina Sofía y otros grandes museos europeos, una sección dedicada al cine, el arte número uno del siglo XX”.
El también crítico y escritor madrileño alude a este asunto durante su charla con La Vanguardia al hilo del estreno, este viernes, de una película que tiene mucho de pieza museística y es además “la primera precuela del cine español”: El crack Cero , donde Carlos Santos encarna al detective y expolicía Germán Areta en una investigación ambientada en 1975, con Franco en el lecho de muerte y el país y la propia cinta en blanco y negro.
La historia transcurre, por tanto, seis años antes de las investigaciones desarrolladas en los dos filmes protagonizados por Alfredo Landa en 1981 y 1983, El crack y El crack Dos . “Sin Landa, no quedaba otra que hacer eso que llaman precuela y que yo prefiero llamar antecedente”, señala. Porque lo que él sí tenía claro es que quería rescatar a su Areta para una tercera parte de El crack. De hecho ya trató de hacerlo en vida de Landa, en dos ocasiones, pero “la primera no cuajó y para la segunda se hizo tarde” a causa de la muerte del actor.
En El crack Cero , la misión del detective es investigar la muerte del famoso sastre Narciso Benavides, que aparentemente se ha suicidado. Una mujer casada, amante del fallecido, encarga la indagación al prestigioso sabueso desde la convicción de que el modisto ha sido víctima de asesinato. El expolicía tiende a pensar en un crimen pasional o por dinero, pero pronto sus pesquisas le abren otras posibilidades.
Garci optó por el blanco y negro, y eso es “lo que más claro tenía desde el principio”, porque deseaba hacer “una película de atmósfera” acorde con aquella España del No-Do y de fin de época. Para redondear la ambientación propia de una cinta de cine negro. jugó sobre todo con el vestuario. “La textura de aquellos trajes, de aquellos abrigos y gabardinas, de los sombreros de los señores y los tocados de las señoras..., la ropa siempre fue fundamental en este género”, señala. Y lo mismo apunta sobre el tipo de oficinas y locales donde se desarrolla la acción, así como sobre “la luz lateral que sale de lámparas de mesa o de pie y de mesillas de noche”, casi nunca del techo...
‘El crack Cero’ es también una especie de exposición monográfica del mundo Garci
Pero el thriller no sólo adopta un clima y una estética perfectamente ajustados a los cánones de ese tipo de cine, sino a los muy personales códigos del propio realizador. De modo que El crack Cero es también una especie de exposición monográfica del mundo Garci. “En ella está todo lo que me gusta”, admite. Y no hay que ver y escuchar más que unos minutos de metraje para comprender que la película es efectivamente en gran medida una sucesión de homenajes a los estilos y autores que él ama en la música, el arte, la coctelería y por supuesto la cinematografía clásica.
Y como Garci es aficionado al fútbol, uno de los diálogos clave del largometraje se sostiene sobre una larga alegoría balompédica donde una legendaria jugada de gol sirve al exjefe de Areta en la policía, interpretado por Pedro Casablanc, para explicar los secretos de la labor policial y hasta de la vida misma.
El crack Cero es asimismo una pieza de museo –en el buen sentido– por cuanto que “habla de una forma de comunicarse que ya no existe”, añade Garci. Se refiere obviamente a las conversaciones pausadas que mantienen los personajes, como era lo propio en la época, sin móviles ni mensajes de por medio. Él no usa nada de todo ello, señala con un punto de orgullo: “Cuando me hablan de redes pienso en las de las porterías de fútbol”, sonríe.
Yo no utilizo el monitor. A mi me gusta estar con el cámara y ante los actores, respirar con ellos”
Pero esa forma antigua de comunicarse la lleva Garci también al set de rodaje. “Ahora se utiliza mucha grúa y mucha parafernalia, y los directores ven la filmación desde el combo (monitor). Yo no, a mi me gusta estar con el cámara y ante los actores, respirar con ellos”, afirma. Es lo que podríamos denominar un rodaje “orgánico”, palabro que seguro que él tampoco le gustaría.
El veterano realizador (75 años), primero en ganar un Oscar a la mejor película extranjera con una producción española (Volver a empezar, 1982), se muestra orgulloso de ese modo de rodar sencillo y algo en desuso que él conserva. “Conseguimos ahorrar tiempo y hasta comidas”, explica.
Pero, aunque por ejemplo eche de menos “el alma y la respiración de las películas analógicas y los discos de vinilo”, no tiene problema con las plataformas de películas y series que se han adueñado de los espectadores. “Me parece fantástico llegar a casa y que te puedas poner Centauros del desierto en versión original subtitulada. Es una gozada”. Añoranzas, las justas: “Estoy en todo lo que hay y estaré en todo lo que venga”, afirma.