El Centro Pompidou cierra cinco años para rehabilitar el edificio

Paréntesis para un icono de París

La colección del Museo Nacional de Arte Moderno se dispersará por Francia y otros países

El Centro Pompidou cierra cinco años para rehabilitar el edificio
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Hoy es la última oportunidad para ver la colección permanente del Centro Pompidou, que alberga el Museo Nacional de Arte Moderno

No hay días tranquilos para visitar los grandes museos de París, pues la masiva afluencia de público está garantizada. Menos todavía, este lunes, en el Centro Pompidou, que alberga el Museo Nacional de Arte Moderno (MNAM).  Es la última oportunidad, hasta las nueve de la noche, para ver la colección permanente. El emblemático edificio parisino inicia un cierre -que será total a partir del 22 de septiembre- para unas obras integrales de rehabilitación cuyo objetivo principal es eliminar de su estructura el nocivo amianto.

El Centro Pompidou, también conocido como Beaubourg, diseñado por los arquitectos Renzo Piano, Richard Rogers y Gianfranco Franchini, fue inaugurado en 1977. Muy pronto se convirtió en un icono de la capital, por sus tubos exteriores y su estampa vanguardista, un contraste con el estilo clásico que domina la ciudad. Los trabajos para modernizarlo y ponerlo a punto costarán al menos 260 millones de euros.

Una parte de las obras se trasladará a otros museos franceses y también al extranjero, incluidas ciudades como Málaga, Shanghai o Tokio

Trasladar las obras expuestas solo en el museo, que ocupa 12.000 metros cuadrados, supone un complejo trabajo logístico de empaquetado y transporte que entraña un estricto dispositivo de seguridad. Hay varios almacenes distribuidos por el área de París y uno extra que se está construyendo en el municipio de Massy, en la periferia sur. Se calcula que el MNAM cuenta con 140.000 obras u objetos. Los que se exponen suponen solo la punta del iceberg de este rico patrimonio, solo comparable, en su género, al MoMA de Nueva York. Cada año recibe unos cuatro millones de visitantes.

Una parte de las obras irá a parar durante este paréntesis de cinco años a otros museos parisinos, entre ellos el Grand Palais, y a salas de exposiciones de Lyon, Lille, Toulon y otras ciudades. También se enviarán cuadros y esculturas a Málaga -donde hay una filial del Pompidou-, Shanghai, Tokio, museos de Estados Unidos y Australia. “El Pompidou brillará en todo el mundo”, comentaba, emocionada por la jornada, una veterana empleada del mostrador de información que probablemente estará jubilada cuando el edificio vuelva a abrir sus puertas -si se cumplen los plazos- en el 2030.

La serie de diez retratos repetidos ('Ten Lizes') de la actriz estadounidense Elisabeth Taylor, del artista pop Andy Warhol

La serie de diez retratos repetidos ('Ten Lizes') de la actriz estadounidense Elisabeth Taylor, del artista pop Andy Warhol 

Eusebio Val

Este lunes la entrada a la colección permanente era gratuita, con horario prolongado, y el museo ofrecía un programa especial de pequeños espectáculos, música y baile.  “Suelo venir a menudo para redescubrir los cuadros que más me gustan”, dijo a este diario Marie-Paule, una psicóloga que quiso aprovechar la gratuidad y que se toma con resignación el cierre de cinco años.  “Es un edificio con problemas desde el principio -agregó la interlocutora-. No fue construido para la eternidad. No es el Louvre”.

A mediodía las salas del MNAM en la quinta planta estaban llenas y había que hacer cola para acceder. Los visitantes se detenían especialmente ante obras como el gran óleo inacabado, sin título original pero bautizado American picnic (1918), de Juliette Roche. También tenían éxito la sala dedicada a Marc Chagall, los angustiosos cuadros del expresionismo alemán de entreguerras (de Otto Dix y Christian Schad), el Guillermo Tell (1930) surrealista de Dalí, el autorretrato de Frida Kahlo y, en el capítulo del arte pop, la serie de diez retratos repetidos de la actriz estadounidense Liz Taylor (Ten Lizes, 1963) de Andy Warhol, ante la cual un grupo de escolares, bloc en mano, tomaba apuntes y escuchaba a su profesora de historia del arte.

Con su profunda metamorfosis, los responsables del Centro Pompidou confían en “reinventar su utopía original”, saneando los elementos contaminantes y haciéndolo más cómodo para el disfrute del arte.

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