En Hacia una historiografía homoerótica, una de las instalaciones con las que desembarca en el Macba, el artista colombiano afincado en Nueva York Carlos Motta expone como si fueran joyas veinte pequeñas esculturas bañadas en oro que replican piezas de arte precolombino en las que aparecen actos sexuales explícitos, en su mayoría homoeróticos. La obra, rotunda y hermosamente poética, habla de la existencia de ciertas culturas de Colombia, México y Perú que vivieron libres de prohibiciones morales respecto al género y la sexualidad hasta la imposición de los valores cristianos traídos por los europeos. Ahí, flotando en la pequeña sala en penumbra, están buena parte de los mimbres (el cuestionamiento de la mirada normativa de las sexualidad, la religión, la dominación o la violencia contra los cuerpos disidentes) con los que Motta teje desde hace veinticinco años un arte complejo que trata de reescribir la historia de forma colaborativa dando voz a aquellos que han sido excluidos o violentamente borrados.

Una de las esculturas miniatura de 'Hacia una historiografía homoerótica'
Plegarias de resistencia , primera exposición de Carlos Matta (Bogotá, 1978) en un museo europeo, fue programada obviamente mucho antes de la elección de Trump, quien nada más llegar al poder consolidó su ofensiva contra el colectivo LGTBIQ+, negando la existencia de las personas trans y obligando a que los pasaportes, los registros de la seguridad social u otros documentos de identificación oficiales reflejen el sexo asignado al nacer. “Hemos vivido una suerte de ilusión en ciertos contextos del norte global y de occidente donde se había instalado la idea de progreso, pero la reacción del fachismo en Estados Unidos muestra que no se puede dar nada por sentado. De repente nos encontramos con una estrategia perversa en la cual, por ejemplo, se está negando el derecho a la existencia burocrática a adolescentes trans que habían encontrado una manera de identificarse, de tener acceso a procesos médicos, de ser ellos mismos”.

Elvira Dyangani Ose y Carlos Motta, en la presentación de la exposición
El creador radicado en Nueva York documenta las luchas de las minorías sexuales y étnicas
Motta advierte que el vendaval involucionista está haciendo ya mella en los museos públicos estadounidenses –donde seguramente una exposición como la que ahora presenta en Barcelona sería imposible–, pero no cree que en Europa vayamos a salir mejor parados. Saber cómo se construyeron las categorías de señalamiento y discriminación “ayudan a entender las dinámicas perversas del presente”, opina.
“Lo que está sucediendo representa una gran alarma roja para España, para Francia, para Alemania, los países donde se considera que estas cosas están sedimentadas, y no lo están. Si tú piensas la manera discursiva cómo el señor y sus secuaces se están expresando en los EE.UU., te das cuenta de que todo eso viene de los procesos coloniales de conquista”. El artista recuerda que una línea en un pasaje bíblico (‘No te ayuntarás con hombre como con mujer; es una abominación”) ha justificado la segregación, persecución y discriminación de las relaciones homoeróticas y ha sustentado la condena moral y legal de la sodomía como un pecado nefando.

Imagen de'Nosotrxs, el enemigo', un conjunto de 41 esculturas inspiradas en las representaciones del diablo
Entre las obras seleccionadas por los comisarios María Berríos y Agustín Pérez Rubio, está Nefandu s, vídeo adquirido por la Fundació Macba en Loop en el que dos hombres, un indígena y un español, que navegan en canoa por el río Don Diego, cuentan historias sobre los actos de sodomía durante la conquista. Motta insiste en esa misma idea en Nosotrxs, el enemigo, un bosque de 41 esculturas de bronce inspiradas en las representaciones artísticas de satanás entre los que parecen haberse colado personajes feminizados como vivas encarnaciones de la perversión sexual.

Imagen de 'Plegarias de resistencia'
La documentación de la historia del sida es otro de los temas de Motta, a quien vemos en una performance con un aparato dental que le impide cerrar la boca mientras intenta repetir una cronología del sida. ¿El futuro? La manipulación política, dice, podría hacer que 20 millones de personas se queden sin tratamiento.
Un Caravaggio del ‘bondage’
“¿Qué pasaría si imaginamos un futuro incluyente para todos y todas, un futuro al que se llega tomando los caminos que se nos han presentado siempre como ‘imposibles’?”, se pregunta Motta, que a través de la especulación y la ficción propone ese futuro deseable que considere las vidas de personas que han sido tradicionalmente excluidas por su orientación sexual. Y para ello empieza por cuestionar las narrativas tradicionales sobre la muerte y la resurrección de Cristo. En Réquiem, uno de los vídeos más impactantes de la muestra, el propio Motta presta su cuerpo sexualizado y queerizado para una acción en el interior de una capilla inspirada en La crucifixión de san Pedro (1600) de Caravaggio, para la que cuenta con la ayuda de dos artistas del 'bondage'.