Joan Fontcuberta juega a ser Dios a través de la Inteligencia Artificial

Nuevo proyecto para el Festival Llum

El artista recrea en imágenes el momento de la gestación del universo mediante programas generativos que traducen los versículos del 'Génesis'

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Fontcuberta posa en Roca Umbert ante el fotomosaico ‘Granollers,gran ojo es' que representa el ojo de la primera niña nacida en 2024 en esa ciudad y compuesto con fotos de sus habitantes 

Àlex Garcia

Desde el ámbito de la ciencia ficción, terreno siempre abonado para hablar de los pánicos del presente, se ha especulado a menudo con la hipótesis de que los cerebros de las máquinas acabarán sobrepasando al de los humanos y la inteligencia artificial se convertirá en un nuevo deus ex machina que con sus poderes sobrenaturales podrá resolver cualquier situación. Joan Fontcuberta (Barcelona, 1955), que descubrió las posibilidades creativas de las nuevas tecnologías varias décadas antes de la irrupción del ChatGPT o Midjourney, ha decidido jugar con esa “idea provocadora” de la IA como el sustituto de Dios y, como primera tarea, le ha propuesto que vuelva a crear el mundo resiguiendo al pie de la letra los versículos de la Biblia. El resultado es un asombroso proyecto, Gènesi.AI , que se proyectará en la fachada del Disseny Hub y adelanta a La Vanguardia. Será del 7 al 9 de febrero, dentro del Festival Llum BCN, que contará con otras intervenciones destacadas como un mapping de Quayola en la Casa Batlló.

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La creación de las montañas según la IA 

Cortesía Joan Fontcuberta

“En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo...” “Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas...” Fontcuberta introduce como prompts los versículos del primer capítulo del Génesis (en la versión de la Bíblia Reina-Valera) y la máquina, mediante herramientas de generación de imágenes a partir de texto como Midjourney o Stable Diffusio, va vomitando paisajes virtuales, que no existen en el mundo real, pero que parecen haber estado ahí toda la vida. 

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Imagen del cosmos del proyecto 'Gènesi.AI'  

Cortesía Joan Fontcuberta

“La IA como generadora de texto o imágenes me llevó a pensar en el Génesis , o sea, la creación del mundo y la primera pareja de seres humanos hecha por Dios y teóricamente narrada por él mismo”, señala Fontcuberta sobre el armazón conceptual de un proyecto pensado para sacar a la luz “esa súpercaja negra en la que se convierten los algoritmos de visualización generativa, cuyos procesos internos son opacos incluso para sus creadores. Sabemos darle instrucciones para que haga determinadas cosas y vemos los resultados, pero no tenemos ni idea de cómo lo hace, es un proceso complejo y hasta cierto punto imprevisible que nos remite a la magia, a la oscuridad”.

La proyección tendrá lugar en la fachada que da a la explanada de la plaza Santiago Pey y las imágenes estarán acompañadas por unas voces robóticas (la del propio Fontcuberta, generada artificialmente) que, en una suerte de Torre de Babel, recitarán los versículos del Génesis en catalán, castellano, inglés, francés, italiano, alemán y arameo.

“Hoy cualquier niño en su casa puede jugar a ser Spielberg. El único límite es la imaginación”

Fontcuberta, que recientemente ha sido intervenido en el corazón mediante una operación extracorpórea, no ve en el avance de la inteligencia artificial una amenaza a la creatividad. “Cualquier niño en su casa puede jugar a ser Spielberg. Ya no necesitas la industria, un súperestudio como Pixar o un presupuestos multimillonarios para crear ficciones. Tu único límite es la imaginación y eso es extraordinario”, dice el Premio Nacional de Fotografía en 1994, de Ensayo en 1998, y el único español en haber recibido el prestigioso Hasselblad, en 2013.

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 Veinte años antes de que el ChatGPT nos hiciera ver que algo extraordinario estaba pasando, Fontcuberta ya extrajo música de las imágenes en la serie Topofonía s (1993- 1995) y creó paisajes inexistentes a partir de programas informáticos concebidos por militares para interpretar mapas, a los que engañaba dándole a leer cuadros de Cézanne o Dalí (Orogénesis (2002). “La IA no es algo que haya aparecido de repente como una seta, los algoritmos y los sistemas de computación conviven con nosotros desde hace al menos veinticinco años, lo que pasa es que quedaban reducidos al espacio de los especialistas o de unos locos artistas que nos dedicábamos a jugar”.

Joan Fontcuberta, fotografiado en su estudio de Roca Umbert en Granollers

Joan Fontcuberta, fotografiado en su estudio de Roca Umbert en Granollers 

Àlex Garcia

Hoy, añade, todas esas posibilidades son de dominio público (en su poco más de año y medio de existencia, el programa Stable Diffusion ha producido más imágenes –más de veinte billones– que en toda la historia de la fotografía), y es bueno que así sea, que se desacralice y se democratice su uso, “porque en la medida que sabemos cómo funcionan, deja de ser algo exótico o misterioso, desfetichizamos las imágenes, nos replanteemos su verosimilitud o la posibilidad de que decisiones políticas o sociales no se tomen en base a criterios humanos, de sentido común, sino de rentabilidad o beneficio capitalista. Hay que estar en guardia, ser cautos, pero antes hay que conocer cómo funcionan, qué pueden llegar a hacer, porque si en un momento dado hay que resistir o hay que oponerse a ellas, hemos de saber cuáles son sus mecanismos, si no, combatiremos las ciegas”. “Pero la IA en si misma no es buena ni mala, todo va a depender del uso que se haga de ella”, matiza. “La electricidad es buenísima, pero también sirve para electrocutar a la gente en la silla eléctrica”.

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Una cascada generada por computación 

Cortesía Joan Fontcuberta

Para el artista, la IA ha supuesto un atajo a la hora de resolver cuestiones técnicas que antes abordaba de forma artesanal. Si en 1989 se transmutó en un naturista alemán para cuestionar el monopolio de la verdad que la ciencia se autoconcede con series como la que realizó con Pere Formiguera, Fauna , en la que fabricaron animales híbridos, un bestiario alucinado con restos de cadáveres del zoo (llegó hasta el MoMA y se lió), en su último proyecto, What Darwin Missed (Lo que Darwin se perdió), un libro y una exposición en el Alfred Ehrhardt Stiftung de Berlín, ha vuelto a soliviantar a un sector de la comunidad científica al exhibir nuevas especies de corales (en realidad generadas por IA) que desafiarían la teoría de la evolución de Darwin. Los visitantes no captaron la broma, generando un debate entre los conservadores del Museum für Naturkunde Berlin, que habían prestado piezas. Mientras unos pensaban que se trataba de una burla a la ciencia, otros entendieron que era una llamada a mirar con más atención.

“Todavía hay espacios impredecibles en los que el algoritmo te sale por peteneras con cosas que no hubieses imaginado”

Treinta y seis años después, las mismas controversias ante las mismas cuestiones, IA mediante. Fontcuberta lo cuenta en su estudio de Roca Umbert de Grandollers, donde sigue trabajando en Gènesi.AI, domesticando la máquina y corrigiendo una y otra vez los resultados hasta obtener lo que quiere. Jugando a ser Dios, pero hasta cierto punto. 

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Diversas especies de corales de 'Gènesi. AI' 

Cortesía Joan Fontcuberta

“Estamos en una fase incipiente y queremos controlar totalmente el funcionamiento de la IA, pero todavía hay espacios impredecibles en los que el algoritmo te sale por peteneras con cosas que no hubieses imaginado. Y ese azar productivo, si lo sabes emplear, si lo sabes seleccionar y contextualizar, puede tener un sentido de creatividad, de imaginación no anticipable por nuestro conocimiento, por nuestra propia inventiva humana. Es decir, que se anticipa a soluciones que a nosotros no se nos ocurrirían. Entonces, juego  también con ese hallazgo azaroso. La cultura de la predicción frente a la imprevisibilidad del azar”.

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