Cuando sorprendió al mundo con La bruja, allá por 2015, ganando el premio al Mejor director en el Festival de Sundance, Robert Eggers no sólo logró hacer el salto desde su carrera previa como director de arte sino que le regaló al mundo a su futura gran estrella, Anya Taylor-Joy. Y desde entonces no ha errado con sus apuestas: El faro, por la que su director de fotografía habitual, Jarin Blaschke, fue nominado al Oscar y El hombre del norte, con las que se alejó del terror más tradicional. Ahora regresa a sus orígenes con Nosferatu, un homenaje al filme de F.W. Murnau y al cine clásico de terror con el que sigue construyendo una filmografía memorable. El elenco incluye a Lily-Rose Depp, Nicholas Hoult, Bill Skarsgard, que suma otro monstruo a su colección, Aaron-Taylor Johnson, Emma Corrin y un infaltable Willem Dafoe.
¿Cuál era su relación con Nosferatu antes de hacer esta película?
Vi Nosferatu cuando tenía 9 años, y me quedé muy impresionado por la interpretación de Max Schreck, y el diseño de maquillaje que hizo él mismo. Me impactó la forma en la que se movía. Para mi esa es la mayor razón de que esa película sea tan icónica. Pero a lo largo de los años, fui aprendiendo mucho sobre Nosferatu y también sobre Drácula, porque todo lo que tenía que ver con vampiros me interesaba. Creo que el que interpretó Klaus Kinski en 1979 fue el vampiro correcto para la época, y el Drácula de Gary Oldman también era el apropiado para ese momento. Eran personajes muy patéticos. Además, el de Gary Oldman es un héroe romántico. Esa especie de tranformación del vampiro, que dejó de ser un antihéroe para convertirse en héroe, y finalmente brillar era muy interesante, pero nosotros necesitábamos volver a un vampiro más conectado a la tumba. Este vampiro es mi versión de uno que viene del folklore y que es un cadáver que camina y una verdadera amenaza para los demás.
Conocemos a Nosferatu a través de los ojos de Ellen, el personaje de Lily-Rose Depp. ¿Cómo fue que desarrolló esa dinámica?
Ellen emerge como protagonista al final de la película de Murnau. Y yo pensé que iba a ser mucho mas interesante si como espectadores le acompañábamos desde el principio. Una de las cosas que me ayudaron a descubrir cómo podía ser esa persona es que en el filme de Murnau, Ellen es sonámbula. Para mi eso era muy importante, porque cuando pensamos en alguien así, lo hacemos en el contexto actual. Pero en el siglo XIX, la gente educada, e incluso los que tenían una educación más marginal, estaban mucho mas conectados con lo oculto que lo que lo estamos hoy. Ciertamente en ese período y hacia el final del siglo XIX, las teorías médicas se preguntaban si los sonámbulos eran mejores receptores del otro mundo. Esa fue la llave para poder definir a Ellen, que es una persona que no se ajusta a la sociedad de la época. Ella es tanto una víctima de la sociedad de la época como del vampiro. Y es algo muy trágico, porque tiene una parte oscura que nadie puede entender. Antes de que conozca a Willem, la única “persona” con la que se puede conectar es con un demonio. Y es trágico.
¿Por qué cree que el interés en los vampiros nunca pasa de moda?
A todo el mundo le interesa el sexo y la muerte. Creo que parte de la atracción que sentí de niño por Nosferatu y Drácula tuvo que ver con que esos son temas de los que no se hablaba, y tampoco se los entiende. Pero de pronto aparece esta figura que es un muerto vivo con este poder y este estoicismo, a lo que se suma esta naturaleza seductora. Puede ser como una monstruosidad seductora como es el caso de Max Schreck, o algo visualmente mas atractivo como Christopher Lee, pero en ambos casos uno puede sentir el peso y el poder de esos personajes. No se como explicarlo mejor, pero claramente tanto Jesús como Drácula vuelven de la tumba, y por algo son los que vuelven a ser retratados una y otra vez por el cine. Algún atractivo deben de tener.
En el siglo XIX, la gente educada, e incluso los que tenían una educación más marginal, estaban mucho mas conectados con lo oculto que lo que lo estamos hoy
¿Cómo llegó a definir el aspecto físico del nuevo Nosferatu?
Los vampiros en el folklore son cadávares que caminan. Por eso mi primera pregunta fue cómo se vería un noble de Transilvania que está muerto. Y yo creo que más allá de lo que digan, el personaje original no está inspirado en Vlad el empalador, aunque si tu te fijas en los retratos de Vlad, verás que hay ciertas similitudes en el rostro y en el cabello. Miré muchísimos retratos de gobernantes de Transilvania, y noté que los peinados que usaban, que parecían de cosacos ucranianos, era algo que muchos nobles de Polonia y de la región transcarpatiana copiaban. Me pareció que era algo muy interesante. También me pregunté si él tendría todo el cabello o si se le hubiera podrido y caido. ¿O es un estilo de peinado? Lo cierto es que todo comenzó a partir de estas preguntas. Pero además, con David White, el diseñador de prótesis, tratamos de establecer una conexión con Schreck. Por eso los dedos, las uñas, la forma de la calavera y la joroba eran homenajes a Schreck pero manteniendo nuestra propia identidad. Además, este Nosferatu tenía que verse humano. Los dientes están rotos y torcidos para que sirvieran para morder, pero siguen siendo dientes que un ser humano podría tener. Serían dientes horribles, pero a lo que voy es que no son mágicos.
¿Cómo fue trabajar con Lily-Rose?
Lily es tremenda. Es muy disciplinada y trabajadora. Se pasó meses practicando su dialecto. También trabajó mucho con Marie-Gabrielle Rotie, la coreógrafa de butoh con la que hizo toda su preparación corporal. Todo lo que Lily-Rose hace con su cuerpo es ella, no hay CGI, y es un proceso agotador, tanto desde un plano físico como emocional porque ella no está solo siguiendo una técnica. Está viviendo el momento mientras hace todo eso. También tuvo que hacer un trabajo muy detallado para sus monólogos corales, como el del sueño y estos recuerdos inconexos que tiene. Son monólogos muy difíciles para que resulten cautivadores. Y sin embargo, logra que lo sean.
¿Y con Nicholas Hoult?
Hace mucho tiempo que le admiro. Actúa con mucha naturalidad, pero desde que trabajó con Yorgos Lanthimos sabe como ser muy específico en lo que hace. Además es muy inteligente. Fue muy divertido trabajar con él en esas escenas en las que hay diálogos muy extraños en los que hay un toque de humor porque Orlok está jugando con su comida. Me gustó que Nicolas lo hiciera porque aparenta ser muy inocente, y sin embargo te ries de cuán dolorosa es la situación.
¿Fue muy complicado usar ratas de verdad en la filmación?
Hay veces que prefiero los efectos especiales por ordenador, sobre todo cuando se trata de arreglar detalles, terminar cosas, expandir una imagen o combinar elementos. Pero las cosas que están adelante en una escena, con las que los actores interactúan, si no están allí, lo vuelve todo más difícil para ellos. Tienen que actuar más. Y además creo ue la audiencia puede darse cuenta que hay menos peligro, o que la situación es falsa. No siempre, pero por lo general. Por eso era importante para mi usar ratas reales. Las que caminan sobre Emma Corrin son reales. Las que se ven en los fondos son CGI porque teníamos varios miles, pero no 50.000 o 100.000. El principal problema con ellas es el olor porque son incontinentes.
¿Es un fan de Murnau?
Si, claro, le adoro, no solo por “Nosferatu” sino todas sus películas que no se han perdido. Me encantaría poder ver “La cabeza de Jano” si se encontrara una copia. Por eso para mi era importante reconocer y respetar a Murnau, a Henrik Galeen, el co-guionista y a Albin Grau, el productor, y no solo a ellos, sino lo que buscaban y lo que les inspiró para hacer la película. Por lo tanto estudié mucho sobre cómo fue el proceso de realización de la película, pero luego lo tuve que interpretar a mi manera. Y aunque adoro la película original, una cosa que con mi director de fotografía Jarin Blaschke dijimos desde el principio fue que no ibamos a copiar ninguna de la tomas de Murnau. Eso nos resultó difícil, porque hubo algunas ocasiones en que nos hubiera venido muy bien imitarle.
¿Cuáles fueron sus otras fuentes de inspiración?
Fueron muchas. Hubo cosas que le mostré a los actores que no tenían nada que ver con la película, y que Jaron no necesitaba ver. Tampoco le pedí a Willem que viera películas para prepararse para este papel, pero los actores jovenes si necesitan material para poder entender el contexto en el que se cuenta la historia. Probablemente “Suspense” de Jack Clayton sea la mayor influencia cinematográfica para este filme, y además del filme de Murnau, hay un par de referncias visuales a “Svengali” de Archie Mayo. Pero a su vez hay una gran influencia literaria. Cuando entendí cómo podía funcionar la relación amorosa con un demonio, y ese es el arquetipo para Ellen y Orlok, volví a leer “Cumbres borrascosas” y me di cuenta que en la novela Heathcliff no es una buena persona. La obsesión y la depravación en esos diálogos fue una gran inspiración. Los mejores libros sobre folklore de los vampiros son los de Paul Barber y Jan Perkowski, al menos en inglés. Hay una película rusa basada en “Humillados y ofendidos” de Dostoievsky que yo le he mostrado a algunos de los actores. Es un filme muy duro, pero hay algo en el estilo de actuación y en la lucha de poderes que generan los problemas de personalidad que yo quería incluir en este filme.