★★★★✩
Creación y dirección: Oriol Pla Solina y Pau Matas Nogué
Intérpretes: Oriol Pla Solina y Pau Matas Nogué (música en directo)
Lugar y fecha: TNC (5/XII/2024)
Gola
Casi habría que pedir perdón por hacer una crítica cuando Oriol Pla ocupa el escenario o se pone delante de una cámara. Cómo valorar un tsunami de energía, un virtuosismo camaleónico, una dislocación abisal entre la extrema seguridad de un cuerpo que puede con todo y la más profunda fragilidad de la exposición. Cómo valorar un fenómeno. En Gola, un extenuante one-man show con Pau Matas y su guitarra aflamencada punteando ese torbellino subido a un carro de varas, todo ese talento se ofrece al público sin contención, sin orden, sin sentido. Una borrachera de autoconsciencia. Todo lo que sabe, puede y piensa volcado en un campo de juegos del actor (el inglés playground facilita el juego de palabras). Como Golum y su anillo, Oriol pisa el escenario y proclama que ese vasto espacio que le ha dejado Silvia Delagneau es suyo y solo suyo, y se reivindica pidiendo perdón a todos (desde la herencia artística de sus padres que siempre quiso perturbar, las escuelas de teatro que nunca quiso profanar, las disciplinas que nunca estudió o los lenguajes que nunca supo separar), mientras cumplirá con creces exactamente lo contrario: hacer lo que le sale de las narices y de cada músculo y nervio de su cuerpo.
Un preámbulo (largo, en un claro ejemplo del desprecio que le merecen los tiempos) con un intérprete poseído por la enervante gestualidad del don nadie de Frank Spencer (Michael Crawford en N’hi ha que neixen estrellats ), mientras va soltando hirientes puyas a diestro y siniestro. Pla vestido como un cara blanca dandi en blanco y negro (esas maravillosas declinaciones del negro que imagina Delagneau). Un elegante clown con alma de payaso augusto (dicotomía prestada de Sebastià Gasch). Pla presumiendo de todos los registros sin pausa ni puntos y aparte, regurgitando los clásicos y celebrando la contemporaneidad. Un insignificante primus inter pares que acaba por hacer llorar al mismo Jesús. El Salvador encerrado en una máquina expendedora incapaz de ofrecer al ser humano todos los dones excepto el que anhela: un bollo.
Pla acróbata, Pla cant(urre)ante, Pla bailarín, Pla actor naturalista, Pla atleta, Pla maestro de ceremonias, Pla clown, Pla mimo, Pla animal, Pla divo, Pla insaciable protagonista de una petit grande bouffe. Pla cuentacuentos (la Sherezade dispersa y mal diestra del público y Nuestro Señor) que con la sensibilidad nonsense de Jordi Oriol (colaborador en la dramaturgia) levanta un relato entre el horror de Hans Christian Andersen, el preciosismo de los cuentos chinos y el absurdo de Lewis Carroll. Pla que sonsaca hasta el último gramo de adhesión de los espectadores, que luego aplaudirán de pie, patearán, gritarán y saltarán frenéticos. Pla que se sale de cualquier crítica. Perdón por hacer lo contrario.