Los años también pasan para los héroes, incluso para el intrépido Corto Maltés, que se adentra en sus 50 sin renunciar a sus aventuras pero sin dar tampoco la espalda al paso del tiempo. Así lo hace en La línea de la vida, quinta entrega con la firma de Rubén Pellejero y Juan Díaz Canales, un relato ubicado en el México de los años 20 para durante la guerra de los Cristeros, alzamiento armado de signo católico que entre 1926 y 1929 se rebeló contra las leyes impuestas por la república para controlar el culto, y que reclamará a personajes históricos como el cura guerrillero José Reyes, o el piloto filonazi Charles Lindbergh.
La pareja sucesora de Hugo Pratt, presente este martes en la librería Norma, se enfrentó a esta nueva entrega con el sustento de las buenas críticas recibidas por su última entrega del héroe maltés, Nocturno berlinés. “A partir del tomo anterior hay un cambio en la manera de enfrentarnos al personaje y en el personaje mismo” explicó Juan Díaz Canales. Desde entonces dejaron de llenar huecos en la historia del personaje para adentrarse en nuevos mundos más allá de las historias iniciadas por Pratt. “Es un Corto maduro que se aleja de aquel tipo romántico que finaliza con la Primera Guerra Mundial”, un personaje que ronda la cincuentena y del que tienen pocos referentes “porque antes no existía esa parte de su biografía”.
“Queríamos contar una historia durante la revolución mexicana, nos atraía ver a Corto con John Reed, Pancho Villa o Zapata”
El final de la juventud del maltés sobresale desde el título del cómic, esa línea de la vida que el protagonista se marcó de joven en la mano y que se acorta con el paso del tiempo. “Es una metáfora que se cumple con cualquier ser humano” destaca el guionista, y recuerda que el tema del destino siempre ha estado presente en Corto Maltés, al igual que la fragilidad, “él mismo se pregunta si es un héroe, asume que es débil, tiene momentos de cobardía”.
La nueva aventura recupera personajes ideados por Pratt como Rasputin o Boca Dorada, que acompañan al protagonista a la guerra de los Cristeros, un periodo que eligieron porque encajaba en la línea cronológica de Corto, y que ha dado pie a nuevos personajes de tinte prattiano. “Queríamos contar una historia que se desarrollara durante la revolución mexicana, nos atraía ver a Corto con John Reed, Pancho Villa o Zapata”, reconoce Díaz. El problema llegó al comprobar que en ese periodo Corto se encontraba en otro lugar; “tirando del hilo di con esta segunda revolución, que me resultó desconocida e interesante por el componente que tiene de guerra civil y de religión”.
“Cuando empiezas a hurgar en la historia descubres personajes alucinantes y hechos históricos que parecen novelados” comenta Díaz sobre la elección histórica del contexto en sus cómics de Corto Maltés, un recurso que afirma con modestia utilizar “por falta de imaginación”, aunque en el caso del marinero maltés resulta del todo obligado. “Lo complicado es darle coherencia, unirlo con el universo del personaje hasta el punto de mezclar realidad y ficción, que el lector no sepa dónde empieza una y termina otra”, una imagen que el guionista considera un reflejo de cómo funcionan las personas, “porque a medida que pasa el tiempo no sabes dónde está lo que has leído y lo que has vivido”.
Pellejero: “El ensamblaje es la parte más complicada, cada uno debe hacer su cometido pero debe haber entendimiento”
Para lograr esta coherencia es importante la coordinación entre ambos autores, “el ensamblaje es la parte más complicada, cada uno debe hacer su cometido pero debe haber entendimiento” comenta Rubén Pellejero, responsable de dar color al relato.
Pellejero destaca la importancia del ensamblaje previo. “La parte gráfica tiene lo que se llama el guión invisible, lo que aporta el dibujante, que incluye muchas cosas”. La elaboración del storyboard es el momento clave “donde tenemos la discusión, aunque siempre nos entendemos al final”. Allí es donde él aporta su visión como dibujante, “este proceso es lo más importante aunque no se ve, ahí es donde está todo, donde se encuentra el milagro de la narrativa”. En su caso siempre busca que el lector lo perciba de un modo claro, “que pase de una viñeta a otro y lo saboree de un modo especial, que el texto fluya y cumpla su cometido”.
Díaz y Pellejero reconocen que ya están pensando en el próximo álbum aunque firman los contratos de uno en uno. “Corto Maltés es un aventurero y nosotros también, no sabemos qué pasará”, comenta el guionista, aunque apunta que cuando la propietaria de los derechos, Patricia Zanotti, les llamó por primera vez, “nos propuso que sería una serie, y así nos lo hemos planteado”. Lo que tienen claro es que les gustaría seguir en la misma línea de un personaje maduro, “es una manera de darle lógica a esta apropiación, con un aterrizaje suave en un territorio al que Pratt no llegó y que nos resulta muy interesante, también como lectores”.
Sobre la posibilidad de ubicar a Corto Maltés en la Guerra Civil española, los autores se muestran prudentes: “Siempre hemos trabajado desde el respeto a la cronología del propio Corto Maltés, ese es nuestro límite, pero es el horizonte hacia el que nos acercamos”, reconoce Díaz. De todas maneras lo ven como un tema delicado porque llevaría el personaje al final de su vida, por lo que no descartan que visite España en otros tiempos de su historia, “no está exenta de momentos históricos apasionantes, hay cosas muy tentadoras”.
Por contra, no ven mal que otros autores trasladen el personaje a épocas diferentes, como han hecho Martin Quenehen y Bastien Vivès ubicándolo en el presente con “Océan noir”. “Puede sorprender ubicarlo en los tiempos modernos, pero Corto Maltés tiene una adaptación a todos los tiempos en que vive que lo permite, es un personaje atemporal”, comenta Rubén Pellejero. El dibujante destaca además que esta nueva perspectiva permitirá atraer a nuevos lectores, “creo que en este aspecto lo han conseguido”, reconoce, es por eso que ve las dos propuestas como “Dos aguas que no se pueden unir pero que siguen todas un buen cauce”. Por su parte, Juan Díaz no le ve sentido a emitir juicios de valor, y menos ellos, “seríamos unos cínicos, nosotros mismos hemos retomado al personaje. Hugo Pratt tenía conciencia en vida de que su personaje se había convertido en un clásico que le había superado. Poner al personaje en un contexto actual me parece natural, es una cosa que tenía que pasar”.