Roderick Beaton: “Alejandro Magno tenía algo casi psicópata, mató a algunos de sus mejores amigos”

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El historiador Roderick Beaton recorre tres mil años de historia del mundo helénico en 'Los griegos'

Entrevista al historiador Brian Roderick, que publica 'Los griegos'.

El historiador británico Roderick Beaton, autor de 'Los griegos' 

Dani Duch

Una historia de Grecia. De tres milenios. Desde Minos y Micenas hasta hoy. Pasando por su papel en el imperio romano y, por supuesto, en el bizantino, de lenguaje griego. Incluso en el otomano, donde ocuparon puestos de responsabilidad cuando hubo que negociar con Occidente: era el mundo de los fanariotas. Es Los griegos (Ático de los Libros) del catedrático emérito del King’s College Roderick Beaton. Pero, ¿los griegos de hace tres mil años son los de hoy? “Sí y no, tienen el mismo idioma, que se ha desarrollado, y los que viven en Grecia, como dijo muy bellamente el poeta Seferis, viven en el mismo lugar y ven las mismas montañas que terminan en el mar. Para mí es el idioma lo que define la identidad”.

Y reconoce con suave ironía las diferencias: “Los griegos del periodo clásico adoraban a muchos dioses y hacían sacrificios en los que descuartizaban enormes cantidades de animales en público, y los de hoy son ortodoxos. Y muchas cosas que los antiguos griegos hacían serían hoy extrañas. Solo los hombres podían votar. Pensaban que era normal comprar y vender humanos. Y al nacer los niños, si no creían que eran fuertes e iban a sobrevivir, los dejaban morir en la ladera de la montaña. Pero aún les debemos mucho de lo que pensaban. Como dijo el poeta Shelley en el inicio de la revolución griega contra los otomanos en 1821: ‘Todos somos griegos’”.

“Bizancio es un imperio incomprendido; fue el único puente real entre el mundo clásico y el Renacimiento”

Y, asume, “en cierto sentido lo somos, porque toda la civilización europea se basa en ellos. La idea del método científico, los principios de las matemáticas, la filosofía, la idea de usar la razón para desentrañar nuestra propia naturaleza y el propósito, si lo hay, de nuestra existencia, fue iniciada por los griegos en los siglos VI y V a.C. Y la democracia, la idea de que el pueblo es soberano la intentaron los atenienses en el siglo V a.C. y fue revivida en el siglo XVIII y es la base de las sociedades occidentales. Y más fundamental es su idea de igualdad ante la ley, el imperio de la ley, base de otra idea griega: la libertad política. El primer historiador, Heródoto, presenta a los griegos luchando contra los persas por la libertad y el imperio de la ley. Y eso se lo dieron también a la gente que los conquistó, como los romanos. Y al cristianismo primitivo”.

Pero, ¿qué causó esa explosión de civilización en el siglo V a.C.? “La respuesta corta es las guerras médicas. Ahí lucharon por su libertad, y hubo un momento de euforia, durante 50 años tuvieron lugar los logros más grandes y creativos. No duró mucho porque lo peor de los antiguos griegos es que desconfiaban unos de otros y cincuenta años después en la guerra del Peloponeso Atenas y Esparta lucharon a muerte. Y por otros cien años las ciudades Estado lucharon entre sí. Perderían su libertad a manos de Filipo II”.

Su hijo, Alejandro Magno, conquistará el mundo persa. “Fue un enigma, un brillante comandante militar a los 18, y una de las personas más antipáticas de la historia. Tenía algo casi psicópata. Mató a algunos de sus mejores amigos. Pero nunca perdió una batalla. Y al morir a los 32 años había cambiado el mundo. Su conquista propagó las ideas y la lengua griega por el mundo. Cuando los griegos fueron conquistados por los romanos, el griego era la lengua de la mitad del imperio y los romanos no intentaron cambiarlo”, dice.

Y cuando en Occidente cayó el imperio romano, en Constantinopla continuó. “El gran poder político de la Edad Media cristiana fue Bizancio, y la cultura de su élite, el idioma de su religión y sus instituciones, era el griego. Duró mil años y fue un imperio muy incomprendido. Es el único puente real entre el mundo clásico y el Renacimiento. Gran parte del conocimiento clásico se perdió en Occidente, pero se conservó en monasterios y bibliotecas bizantinas. Y en los últimos años sus eruditos llevaron sus libros a Occidente. Sin Bizancio no tendríamos la Europa moderna como es”.

Los bizantinos inventaron la diplomacia y las relaciones internacionales, dice, “no querían luchar si no era necesario, pero tras la muerte de Manuel Comneno en 1080 todo fue cuesta abajo y la cuarta cruzada saqueó Constantinopla en 1204. Comenzó su declive. La historia de Europa podría haber sido muy diferente si el inicio de acercamiento entre el Sacro Imperio Romano y Bizancio hubiera continuado, tal vez el imperio otomano nunca se hubiera extendido tanto en Europa”.

Un imperio del que Grecia lograría la libertad en 1830. Y surgiría la Gran Idea, dice Beaton: “La mayoría de griegos vivían aún en Occidente o el imperio otomano y quisieron expandir el Estado griego. A inicios del siglo XX en las Guerras de los Balcanes conquistaron el norte de Grecia. Pero tras la Primera Guerra Mundial griegos y turcos lucharon por partes de Anatolia y los griegos perdieron. Los griegos de Turquía tuvieron que abandonarla, intercambiados por los musulmanes de Grecia. Una forma temprana de limpieza étnica”.

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