El martes, un día antes que el resto de premios que otorga la Generalitat Valenciana cada 9 de octubre, se entregaron los de cultura en Alacant. El gobierno presidido por Mazón ha querido descentralizarlos. El Premi de Lletres, un galardón bienal que en 2022 se otorgó a Juan José Millás y en 2020 a Marc Granell, ha sido para Ferran Torrent, el escritor valenciano más leído de los últimos años, desde que en 1984 publicó No emprenyeu el comissari y hasta hoy, en perpetua actividad novelística. Las dos Distincions al Mèrit Cultural fueron para Miguel Falomir, director del Museo del Prado, y la productora de cine María Zamora. Todas las intervenciones pensadas por la organización se hicieron en castellano, excepto frases como “el dia de la nostra terra” o “Comunitat Valenciana” que ya suenan a latinismo. De hecho, en su discurso de clausura, íntegramente en castellano, el presidente valenciano emparejó a escritores valencianos en catalán y castellano —Joanot Martorell con Guillén de Castro, Enric Valor con Gabriel Miró o Vicent Andrés Estellés con Miguel Hernández— para concluir que la cultura de los valencianos es mucho mejor “cuando está abierta al mundo y no es un fósil”, en un uso torpe del término que se prestaría a todo tipo de interpretaciones. Un fósil es un organismo viejo, anticuado, petrificado, muerto pero también un combustible extraído del seno de la tierra. ¿Quién es quién en el País Valenciano hoy?
Torrent dijo: “En las sociedades democráticas, los gobiernos se alternan y la cultura no se altera”
Solo la voz de Ferran Torrent se escuchó en la lengua del país para decir cosas tan sensatas como: “En las sociedades democráticas, los gobiernos se alternan, pero la cultura no se altera. ¿Dejaríais de leer a Fuster, Pla, Chesterton o Carson McCullers, por poner solo cuatro ejemplos, por desacuerdos ideológicos o de carácter religioso?” No era una pregunta retórica pero nadie la respondió. La imagen perdurable de cualquier entrega de premios es la fotografía final de los galardonados. También aquí. Aunque solo había tres premiados, salen en ella dieciséis personas, ocho mujeres y ocho hombres alineados en dos filas de ocho que también mantienen la paridad. En la primera fila aparece el presidente Mazón con corbata oscura sobre camisa blanca, la americana también oscura, el botón de arriba abrochado, los brazos caídos a ambos lados y una sonrisa cunicultural que muestra hasta cuatro dientes, los dos incisivos centrales y los dos laterales. A su lado, Ferran Torrent mira al frente con rostro muy serio, la americana beige desabrochada sobre un polo blanco ligeramente arrugado, pantalones deportivos, calzado de color gacela y un gesto que lo diferencia del resto: los brazos cruzados. Nunca un gesto tan cotidiano había subvertido tanto el sentido de la expresión quedarse de brazos cruzados para expresar incomodidad y protesta.