Sigrid Nunez: “Almodóvar ha hecho cambios radicales en mi libro, pero su película es hermosa”

Entrevista

Con ‘Los vulnerables’, la autora neoyorquina cierra su trilogía sobre la amistad y el duelo

Almodóvar se basó en su anterior libro para su película ‘La habitación de al lado’

NEW YORK, NY - JUNE 05: Sigrid Nunez attend The Ucross Foundation's Inaugural New York Gala & Awards Dinner at Jazz at Lincoln Center in Frederick P. Rose Hall on June 5, 2018 in New York City. (Photo by Jared Siskin/Patrick McMullan via Getty Images)

Sigrid Nunez, una autora de culto

Jared Siskin / Getty

Vivian Gornick dijo una vez que El año del pensamiento mágico, de Joan Didion, era el libro que se compraban las viudas (en concreto, “55.000 viudas”). Aunque el comentario tenía toda la intención de funcionar como un dardo envenedadísimo, ¿hay algo mejor que escribir un libro al que se acude en busca de consuelo? Le está pasando a Sigrid Nunez (Nueva York, 1951). El amigo, con el que ganó el National Book Award, y Cuál es tu tormento son libros que se regalan a amigos que pasan por un duelo, que se prestan a los padres de hijos suicidas, por ejemplo. Y a ella, veterana novelista y ensayista que ha encontrado en su setentena un nuevo tono y un nuevo público, no podía parecerle mejor este uso casi medicinal de sus novelas.

El tercer título de esa trilogía, Los vulnerables (en Anagrama traducido por Mercedes Cebrián y en L’Altra por Ariadna Pous), llega a la vez que las adaptaciones cinematográficas de los dos primeros. Naomi Watts, Bill Murray y un gran danés robaescenas protagonizan El amigo, sin fecha aún de estreno en España, y Pedro Almodóvar se ha encargado de convertir Cuál es tu tormento en La habitación de al lado, su libérrima versión de esta historia de dos amigas que se reencuentran cuando la vida de una de ellas se está acabando, con Tilda Swinton y Julianne Moore.

Con Los vulnerables, una historia pandémica que junta en una casa, a un loro llamado Eureka y a dos desconocidos encargados de cuidarlo, cierra su ciclo sobre el duelo y el consuelo de una amistad que no distingue entre especies.

¿Concibió ya estas tres novelas como un ciclo?

No lo planeé, pero ahora estoy de acuerdo en que forman parte de una trilogía. Cuando estaba escribiendo el segundo, Cuál es tu tormento, no pensé “oh, esto escribiendo la segunda parte de El amigo”, pero al avanzar me di cuenta de que partía de ese oro libro, y cuando publiqué Los vulnerables miré hacia atrás y los vi como una trilogía oficiosa. Tienen narradoras parecidas y las preocupaciones son muy similares. Lo que también los convierte en una trilogía es el hecho de que, seguro, no habrá un cuarto. Hay algo que acaba aquí. No volvería a escribir un libro con un animal, ¡no voy a meter un hámster ahora! Y no podría volver a utilizar una narradora que escribe y da clase de escritura y vive sola en Nueva York.

¿Cree que, tras una vida entera escribiendo, encontró un nuevo estilo con estos libros, una nueva textura, más íntima?

Sí, y creo que viene de El amigo. Quería que el tono, no la forma, fuera el de una carta de amor. Una cosa susurrante y muy íntima como la que usarías en una carta de amor, que es lo que quería que fuese, una misiva de la narradora a su mentor fallecido. En la primera persona hay un sentido de intimidad. Te estoy hablando a ti y te estoy hablando desde muy cerca.

Es interesante que diga eso porque en los tres libros las historias centrales van sobre la amistad. Si se mira a títulos como La amiga brillante, de Elena Ferrante, escogida por The New York Times como la mejor novela de lo que llevamos de siglo, a fenómenos editoriales como Tan poca vida, se diría que estamos en un periodo dorado de la novela de la amistad. Ha ganado estatus como tema, compitiendo con el relato amoroso.

Es verdad y es algo muy nuevo, por lo menos en la literatura norteamericana. Hace años le preguntaron a un escritor qué aspectos querría ver más reflejados en la ficción y contestó: el trabajo y la amistad. Y alguien le replicó que si eso no pasa es porque con el amor y el matrimonio hay mucho en juego, mientras que con la amistad no lo hay. Era así como se pensaba antes, y por una razón. La novela se inventó para escribir sobre la familia y el matrimonio, y algo ha cambiado porque ahora se presta mucha más atención a la amistad y es un tema interesante para mucha gente. Tampoco entiendo por qué no hay grandes novelas sobre la maternidad.

La autora neoyorkina Sigrid Nunez

La autora neoyorkina Sigrid Nunez

Otras Fuentes

Estos amigos de sus libros son capaces de toda la entrega pero también de dar donde duele. La amiga de la narradora de ‘Los vulnerables’ le dice: si te molesta la presencia de este chico tan atractivo de 20 años con el que convives es porque te recuerda que eres vieja, ya no eres deseable.

Tiene razón y la narradora entiende que su amiga tiene razón. La presencia de ese chico, Cardo, es un recordatorio de todo lo que ha perdido.

Cardo ha nacido con todos los privilegios, aunque no el del amor de sus padres. ¿Conoció a muchos chicos así cuando llegó a estudiar a Barnard, viniendo usted de una familia de clase trabajadora?

Conocí a muchos de esos. Tenían privilegios, no eran conscientes de ello y encima, cuando se politizaban, se obsesionaban y envidiaban a los que veníamos de entornos más empobrecidos. Cuando yo fui a la Universidad era muy habitual que estos chicos dijesen: “ojalá ser negro”. Igual que Robert Kennedy dijo: “me gustaría ser nativo americano”. Bueno, él no lo dijo así. Dijo: “me gustaría ser indio”. Y respecto a lo de la clase, mis padres eran inmigrantes, así que no se consideraban de clase trabajadora, porque eso se asociaba entonces con los blancos. Éramos más bien de clase baja, vivíamos en vivienda protegida. No había dinero.

“Era un campo de batalla; mi madre era alemana y mi padre era chino-panameño”

Su padre era de origen chino y panameño y su madre, alemana. Se conocieron cuando su padre luchó en la Segunda Guerra Mundial, la clásica novia de la guerra. ¿Se vivió en su casa una cacofonía cultural o llegaron a fundirse?

Estados Unidos es un país de inmigrantes y esos hogares no son necesariamente cacófonos, pero mi casa sí lo era. Las culturas de mis padres ni siquiera eran similares y no tenían una lengua común. Era una especie de campo de batalla. Mi padre se identificaba como chino, era esa su lengua, aunque era medio panameño. Mi madre era alemana, y la nuestra era una casa muy confusa y poco frecuente. Además, estaba el tema del género. Éramos tres chicas y en la cultura china, el padre no se involucraba en la vida de las hijas, así que mi madre nos criaba tan alemanas como podía, pero ninguno de los dos nos enseñó su lengua porque había ese gran miedo entre los inmigrantes de que tus hijos no se integrasen si hablaban otra cosa que no fuera el inglés. Ahora, cuando me hice escritora entendí que ahí tenía un gran tema y de ahí surgió mi primera novela.

En Sempre Susan escribió sobre el extraño periodo en el que vivió en casa de Susan Sontag, como su asistente y novia de su hijo David. ¿De qué manera dio ella forma a su idea de lo que era una escritora, una intelectual?

Justo antes de conocerla, yo trabajaba para The New York Review of Books. Allí la actitud era que los escritores eran lo más importante del mundo. Se les trataba como a reyes y reinas. Susan era una de esas escritoras, así que yo ya iba preparada. Para ellos escribir era una vocación, no una profesión. Si piensas así, cualquier cosa que hagas, es para honrar tu escritura. No haces las cosas por dinero o autoestima o autoexpresión. Porque la literatura es una cosa tan grande que tú solo estás ahí para servirla y no hay sacrificio pequeño. Debes dejarlo todo por la escritura. Edna O’Brien dijo que veía la escritura como una monja veía la religión, y lo mismo pensaban Virginia Woolf y Natalia Ginzburg.

Lo que hacía a Susan aún más especial era una intelectual voraz, con un auténtico amor por el arte y el pensamiento. Y era una buena mentora. Si le gustaba una película, no para hasta que todo el mundo a su alrededor la había visto. Si tenía que cogerte por la solapa y llevarte al cine lo hacía. Tener a alguien así tan cerca me dio una educación.

Habla con mucho afecto de ella, pero en el libro aparece también como una persona imperiosa, soberbia, ajena a cualquier necesidad de los que la rodean, incluido su hijo. Hubo quien leyó ese libro como una venganza.

Ese libro fue un encargo, yo nunca lo hubiera escrito por mí misma. Yo la conocí durante un periodo concreto de tiempo y no lo escribí como venganza, pero sí sabía que estaba revelando cosas terribles sobre ella y sobre nuestra situación. No me sorprende que alguna gente lo viera como algo vengativo pero hay dos lados, ¿sabe? Para ella, yo me había inmiscuido entre ella y su hijo. Para mí, era ella la que se metía en medio. Era una situación imposible. Y no me arrepiento de haberlo escrito.

“Almodóvar ha hecho cambios radicales en mi libro, pero su película es hermosa”

¿Ha visto las dos películas sobre sus libros? ¿Qué opina de la versión de Almodóvar?

Sí, vi El amigo en el festival de Telluride en Colorado y La habitación de al lado en una pequeña sala de proyecciones de Sony. Muchos escritores se decepcionan con sus adaptaciones, pero yo me siento terriblemente afortunada. Almodóvar es uno de mis directores favoritos de todos los tiempos. Justo volvía del cine de ver Madres paralelas cuando me encontré en mi ordenador un correo de El Deseo diciéndome que estaba interesado en los derechos. Sabía que iba a seguir su visión. Ha hecho cambios radicales a mi historia, incluso ha cambiado el final, pero es una película hermosa. Es muy contenida para él, no hay excentricidad ni tanto melodrama como es habitual en su cine y todos los elementos importantes están ahí: el duelo, la mortalidad, la enfermedad, el consuelo del arte y la naturaleza. Con una música preciosa e interpretaciones deslumbrantes.

Tilda Swinton, from left, director Pedro Almodovar, and Julianne Moore pose for photographers upon arrival for the premiere of the film 'The Room Next Door' during the 81st edition of the Venice Film Festival in Venice, Italy, on Monday, Sept. 2, 2024. (Photo by Joel C Ryan/Invision/AP)

Tilda Swinton, Pedro Almodóvar y Julianne Moore en la 'premiere' de ‘La habitación de al lado’ a principios de mes en Venecia

Joel C. Ryan/AP

Respecto a El amigo, Naomi Watts consigue hacer una interpretación muy vulnerable, mantiene su dignidad en esta experiencia que a veces es humillante y está de duelo todo el tiempo. Es una película sentimental pero de una manera elevada ¡Cómo no va a ser sentimental una película sobre una mujer y un perro! El perro roba todas las escenas, lo dice todo el mundo.

Y, lo que es curioso es que en los dos proyectos los directores han desarrollado el personaje de las hijas, que era muy pequeño, han añadido una relación madre-hija problemática. Eso me parece muy interesante.

Sus libros se regalan en momentos difíciles, como un acompañamiento ante la pérdida. ¿Le alegra eso de manera especial?

Desde luego. Recibo muchos correos de personas con historias que te rompen el corazón, personas que han perdido hijos por el suicidio, y me dicen que mis libros les han ayudado. Eso me pasa a mí cuando leo, que me siento menos sola. Ojalá lo supiera más gente.

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