Barcelona toma nota de la lección del Bernabéu

Conciertos vs descanso

La suspensión de conciertos en el estadio blanco plantea dudas y oportunidades en el sector musical

Insonorizar el Bernabéu: Para cada solución, un problema

A la izquierda, Taylor Swift en el Bernabéu, a la derecha Estopa en el Estadi Olímpic

A la izquierda, Taylor Swift en el Bernabéu, a la derecha Estopa en el Estadi Olímpic

Dani Duch / Mane Espinosa

El anuncio la semana pasada de la cancelación de los conciertos en el estadio Santiago Bernabéu dejó en shock a Aitana, una de las artistas que debía actuar en el coliseo blanco el 28 y 29 de diciembre, y que al igual que Lola Índigo (22 marzo) o Dellafuente (15 de noviembre) vio cómo se cancelaban sus actuaciones con todas las entradas ya vendidas, 280.000 tickets en total. La propia artista de Sant Climent de Llobregat anunciaba nuevas fechas para junio, nueve meses de margen para que Florentino Pérez ponga a punto uno de sus proyectos más ambiciosos.

Hay que remontarse a comienzos del nuevo milenio, a las goleadas a domicilio del Barça de Guardiola, para recordar la última vez que el Real Madrid sufrió un descalabro semejante al que ha vivido con la suspensión de los conciertos en el nuevo y flamante Bernabeu, que ha alojado este año a Taylor Swift, Karol G o Duki entre otros. Este suceso inesperado también ha despertado preocupación en Barcelona, principal competidora de la capital de España en la música como en el fútbol. Un duelo que este año parece decantarse del lado castellano a tenor de la capacidad de Madrid para atraer a un mayor número de artistas, y no sólo al Bernabeu como demuestran los próximos conciertos de Dua Lipa (11 y 12 de mayo) y Paul McCartney (9 de diciembre) en el Wizink Center o los dos de Ed Sheeran en el Metropolitano (30 y 31 de mayo), artistas que no pasarán por Barcelona en su gira (sí lo hará Billie Eilish para dar en el Sant Jordi sus dos únicos conciertos en la Península).

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“Esto no tendría que haber pasado” se lamenta Tito Ramoneda, presidente de la promotora The Project, sobre la suspensión de conciertos anunciada por el Real Madrid con todas las entradas (280.000) vendidas. “La acumulación de espectáculos en el corazón del barrio residencial de una gran ciudad se tendría que haber valorado con más cuidado”, apunta Ramoneda, responsable de la reciente gira de Estopa, que no limita la afectación de un concierto a la actuación per se. “Tanto o más importante es la afectación de los cortes de calles, la presencia de público antes y después del concierto, el movimiento de docenas de trailers arriba y abajo o las pruebas de sonido. En conjunto, una pesadilla para los vecinos”.

En la misma línea se muestra Jordi Herreruela, responsable del festival Cruïlla, que echa en falta más consenso en la celebración de actividades extraordinarias como las que se planteaban en el Bernabeu, y que deberían estar “pactadas y reguladas con el entorno”. Precisamente esta búsqueda de acuerdos es uno de los temas que, según Turisme de Barcelona, distinguen a Madrid de la capital catalana. Su director general, Mateu Hernández, advierte que “cuando introduces en el centro de una ciudad una sensibilidad que solo piensa en el mercado, corres el riesgo de no hacerlo bien”.

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Por el contrario, Hernández destaca que el modelo de Barcelona pasa por conjugar “el interés de ciudad y el de mercado”, y pone como ejemplo la anilla Olímpica, una zona alejada de las zonas residenciales que puede alojar conciertos entre los 4.600 espectadores del Sant Jordi Club y los 56.000 del Estadi Olímpic, pasando por los 18.000 del Palau Sant Jordi, “unos equipamientos que están gestionados por una empresa pública”, por lo que sus objetivos no pasan exclusivamente por el beneficio económico.

En sentido opuesto se expresa Enrique Navarro, presidente de la plataforma Stop Concerts, quien lamenta que sea precisamente una entidad pública la responsable de organizar eventos que atentan “contra la salud pública”, como no deja de remarcar. “El Santiago Bernabéu es una entidad privada, aquí en cambio peleamos contra la administración pública, el Ayuntamiento de Barcelona está sacando un beneficio económico en detrimento de la salud de miles de personas”. En este sentido, se están planteando presentar una denuncia para la cual no descartan aprovechar la planteada por los vecinos de Madrid, “le sacaremos punta al lápiz”.

La tradición de Barcelona en organizar grandes eventos es otra de las particularidades que resalta Mateu Hernández, “Barcelona es la quinta ciudad del mundo en congresos y convenciones”, recuerda de una ciudad que está en todas las quinielas como ha demostrado recientemente con la Copa del América, “no porque ponga mucho dinero, sino porque tienes la seguridad de que el acontecimiento funcionará”. En este sentido, el interés de Madrid por subirse a este tren “no nos amenaza, sino que reafirma la apuesta y nos exige ser más potentes”.

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Esta potencia podría llegar de la apertura de nuevos espacios como el Circuit de Catalunya, donde ya se ha celebrado el Reggaeton Beach Festival, o el campo del Barça, que por algo en su nueva vida se llamará Spotify Camp Nou. La reforma del estadio está previsto que concluya en el 2026 para convertirlo en el más grande de Europa, con capacidad para acoger conciertos multitudinarios al igual que el Bernabéu. Pero el club no quiere comparaciones con su rival deportivo, como tampoco está preocupado por la cancelación de conciertos. “No nos preocupa más que antes de la suspensión, no afecta en nada” comenta Juli Guiu, vicepresidente del FC Barcelona. 

“Son dos ciudades diferentes, dos proyectos diferentes con normativas diferentes” recuerda Guiu, que por su oficio conoce al dedillo el sector musical, y remarca que están llevando adelante los trabajos “tal como marca la normativa del distrito, la ciudad y la Generalitat”. Cuando convenga, el club solicitará los permisos y licencias “como cuando haces cualquier concierto en la ciudad de Barcelona, respetando las limitaciones de distancia con los vecinos, las de decibelios y todas las demás”.

“Muchos conciertos no pueden pasar por Barcelona porque no hay una fecha”, explica Martín Pérez Romagosa

Otro espacio que entrará en la liza de los grandes conciertos es el RCDE Stadium de Cornellà, la casa del Espanyol, que a partir del próximo verano iniciará una nueva vida como recinto musical de la mano de las promotoras Concert Stuido y Prodúceme, con la intención de consolidar una plaza con capacidad para 34.000 espectadores. Por ahora tienen apalabrados tres o cuatro conciertos, y confían en que sean más a partir del 2026, toda vez que las giras de grandes artistas se contratan con una gran antelación. 

La apuesta pasa por aprovechar los meses de junio y julio, cuando no hay liga, para establecerse como el salto natural entre el Sant Jordi y el Olímpic, que no existe en la actualidad. “A veces nos faltan espacios, muchos conciertos no pueden pasar por Barcelona porque no hay una fecha”, explica Martín Pérez Romagosa, project manager de Concert Studio. En este sentido destaca que el Fòrum cumple su función para los festivales, “pero para conciertos la ciudad necesita recintos propios”.

Más allá de las comparaciones, el cierre musical del Bernabéu forma parte de otro debate más profundo cuyas consecuencias van más allá de los estadios, e incluso de la música. “Se trata del debate sobre la sociedad que queremos”, afirma el promotor musical, quien recuerda que hay una parte de la sociedad “que presiona a favor de que las ciudades sean espacios donde a las 10 de la noche estemos todos en casa, que los restaurantes no tengan terrazas y no se hagan conciertos”. Herreruela advierte que esta gente es la mista que se queja de las molestias que causan los patios de las escuelas o los clubes deportivos, y reclama un debate sobre el modelo de ciudad, “si queremos esto o si las ciudades han de ser espacios de intercambio y conocimiento, porque esto es lo que lleva a la creatividad. Si alguien necesita tranquilidad total para su vida, tal vez la ciudad no sea el mejor lugar para tenerlo”.

En la base de este debate, avivado a raíz de la pandemia, está el enfrentamiento entre derechos individuales como el del descanso y la inviolabilidad del domicilio por una parte, y los derechos culturales por el otro, “que en la Constitución se reconocen al mismo nivel, con el añadido de que unos derechos son solo individuales y los culturales, en cambio, son también colectivos. No hay ninguna razón por la que unos derechos deban estar por encima de los otros, deberían convivir”. 

En sentido contrario, desde Stop Concerts lamentan que se esté confundiendo el derecho a la cultura con el derecho al ocio, “no aceptamos que los macrofestivales se escuden bajo el paraguas de la cultura”, señala Enrique Navarro, que reconoce la necesidad de dialogar para alcanzar una entente, “se han de habilitar espacios que no molesten a los vecinos”. Y aquí Navarro incluye en la problemática a las pistas polideportivas, que “se alquilan todos los días de la semana hasta las 11 de la noche, y esto no puede ser. Todo el mundo intenta hacer negocio en detrimento de la salud de las personas.”

Por su parte, Tito Ramoneda, quien lamenta que lo sucedido en el Bernabeu y advierte que “puede alimentar extremismos”, pero se muestra dispuesto a hacer todo lo posible para que el derecho a la cultura pueda convivir con el del descanso, un consenso que parece el único camino posible.

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