Juego de colores

Si profundizamos en las raíces del arte envolvente de Ellsworth Kelly, descubrimos la energía de sus convicciones abstractas, cromáticas en mayor medida, gestuales e incluso de tentadores orígenes organicistas, vaya. Junto, acaso, con una disimulada intriga surrealista nada menos, la Fondation Louis Vuitton de París dedica al artista norteamericano una retrospectiva cabal que ajusta bien a las exigencias de su pintura, cumplido recientemente el centenario del pintor y escultor. Nacido en Newburgh, Nueva York, en 1923, y cumplido en Asia su servicio bélico, se traslada a París y se matricula en la École des Beaux-Arts en 1948, donde establece estimulante complicidad con Constantin Brancusi, Jean Arp, Georges Vantongerloo, Francis Picabia y René Magrite, fuente de inspiración para la fascinación geométrica que inspira sus trabajos de impronta fotográfica, visiones reales en su interpretación. A partir de entonces, activa ensamblajes de telas monocromas de conseguida intuición arquitectónica, Couleurs pour un grand mural (1951) en el MoMA. Es el mejor ejemplo.

Establecido en Nueva York en 1954 insiste en esa tendencia artística con novedosas inversiones cromáticas de soportes metálicos –aluminio y acero– que brillan en el espacio. Una abstracción lírica que convierte al artista en un lúcido minimalista experimental hasta entrada la década de los sesenta, cuando domina el color en unos cortes geométricos irregulares que estimulan el luminismo, sin duda, muy vivos en su presentación en 1980, renunciando definitivamente a la figuración y orientándose hacia el objetivismo. Mediterranée es una proeza de 1952.

Kelly insiste en esa tendencia artística con inversiones cromáticas de soportes metálicos

A partir de 1953 Kelly aventura una serie de pinturas segmentadas, como el impresionista Train landscape : los planos de color se pliegan a modelos geométricos que perfilan unas secuencias complementarias, en las que los campos tonales apuntan una cesura física palpable en la estructura interior de la obra: el límite dibujado viene a coincidir con la sobria, escueta demarcación real. Los paneles sobrepuestos prestan volumen a la superficie cromática y coinciden en el perfil gráfico del interior de la obra. La magnitud material del empeño y la limpieza colorista de las secuencias aportan densidad objetual al conjunto, que invoca, ahora sin duda, la percepción cercana al paisaje que insinúa enérgicamente la ilusoria velocidad de la realidad exterior.

Líneas sintéticas, tal vez imágenes sin profundidad a la mirada crítica, que no pertenecen a ningún contexto ni tracería activos: “Responden a una observación personal de la forma”. Una inédita vivencia plástica en aquellos días. La presencia de la curva, además, aporta y define una forma orgánica muy diferenciada de la sequedad descriptiva y enuncia una “dimensión no despojada de sensualidad”, como sucede en las síntesis formales, las obras sintéticas coloreadas de Arp o Brancusi . Atlantic (1956) es un óleo doble construido por dos paneles adjuntos, curva sobre negro, que contribuye a la incisividad clarificadora de las propuestas plásticas del conjunto. “La asociación, que no coincidencia, añado atrevidamente, de unos cortes y de un colorido intenso consiguen una inesperada voluptuosidad formal, difícil de integrar en las escuelas artísticas en juego”

Paris (France), 03/05/2024.- A visitor takes a photograph of an artwork entitled 'Mediterranee, 1951-1952' (R) by American painter and sculptor Ellsworth Kelly on display as part of 'Ellsworth Kelly. Shapes and Colors, 1949-2015' exhibition in The Louis Vuitton Foundation, in Paris, France, 03 May 2024. The exhibition runs from 04 May until 09 September 2024. (Francia) EFE/EPA/MOHAMMED BADRA

Un hombre fotografía Mediterranée (1952), óleo sobre madera, en laTate Modernde Londres

MOHAMMED BADRA / EFE

Un hedonismo, sostiene la crítica del momento, heredero directo de Henri Matisse y de Claude Monet, sorprendente afirmación conclusiva de los comisarios de la muestra parisina. Tal vez me atrevo a insinuar con mayor osadía que precisión, vaya. El artista confiaba al curioso espectador: “Por donde miraba, todo lo que veía insinuaba alguna cosa que realizar. Todo debía ser exactamente tal como yo veía, sin nada superfluo. Una libertad nueva que ni siquiera había necesidad de componer”.

En memoria de Àlex Susanna, amigo inmenso, cuando ya es historia .

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