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Mi gran noche (y van ya...)

Festivales

Raphael ya triunfaba como ayer en Cap Roig cuando Biden estudiaba

Raphael en Cap Roig

Pere Duran / NORD MEDIA

Cuando Raphael se dio a conocer al ganar el festival de música de Benidorm, allá por el año 1962 después de Cristo, Joe Biden estudiaba segundo de Ciencia Política en Delaware. Los dos han triunfado en lo suyo y por muy pesada que sea la gente, ahí siguen mientras dispongan del favor del público tal que anoche sábado en el Festival CaixaBank de Cap Roig. Gran recital: hay voz y público...

Raphael se dio un baño de ciudadanía catalana en la Costa Brava con esos andares y esas tablas del que ha sobrevivido a doce presidentes de Estados Unidos –y los que te rondaré, morena– y se viene arriba en cada actuación, haga frío o calor –no fue el caso anoche– y pobre del nieto que le llame abuelo.

Lo de Raphael es de traca y un respeto: más de dos horas sin tregua, pletórico y ese repertorio no marxista

El show comenzó a las diez y cuarto de la noche, veinticuatro horas antes de que unos pipiolos que dicen representar a España sin ser funcionarios de Hacienda puedan ganar la Eurocopa en cuyo caso sonará Mi gran noche en Berlín y algún pub de Torrelodones. Es decir, la canción con que Raphael saluda a las primeras de cambio –ayer tras un aclamado Digan lo que digan , ahí surgió la conexión– y da marcha a los suyos, que se las saben todas –las canciones– y quieren los temas de siempre, los de toda la vida compartida.

Voz de las noches buenas, Raphael desplegó repertorio, sonrisas y guiños durante más de dos horas sin tregua ni cartón y treinta canciones –pasada la medianoche seguía ahí– en las que incluso parece tomarse a broma –ese quitarse la chaqueta–, aunque no hay profesional más concienzudo ni aspirante a la fama más prolongado que este Raphael.

El niño de Linares es muy pillo y disparó con balas de fuego nada más comenzar con La noche

El niño de Linares es muy pillo y disparó con balas de fuego nada más comenzar con La noche y a la tercera de cambio dejó el Yo sigo siendo aquel, eso que llamaríamos un himno a la vida tras la primera juventud y que tanto gusta a sus fans, entre los que anoche abundaban las parejas con aspecto de matrimonios de larga duración donde hay mucho marido escoltado, una figura entrañable entre el fiel público raphaelista , gente que ha venido al mundo a trabajar mucho y disfrutar los sábados. No faltó la iconoclasta La canción del trabajo , la Internacional de la clase media no marxista de la que Raphael es rey.

Las tracas finales de Raphael tienen la fuerza de la estocada y son lo más parecido a la apoteosis y garantizan la felicidad de la concurrencia. Cinco fueron las canciones, potentes y eternas: En carne viva , Ámame , Yo soy aquel –¡el de siempre!–, Escándalo y el Como yo te amo . Entre los efectos de semejante despliegue figuran las caras risueñas, los bailoteos y la aportación coral del respetable. Incluso se escucharon gritos cosificantes de “¡guapo!”.

En noches como esta hay que descubrirse ante un artista que empieza a desafiarlo todo, incluso a su propia leyenda, que sigue creciendo, a diferencia de la de Joe Biden. Y pensar... dice una canción de este grande. Pues eso: y pensar que cuando lo de Benidorm’62 el presidente se llamaba John Kennedy...