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Angélica Liddell inaugura un Festival de Aviñón bajo una alta tensión política

Teatro

La obra es una oportunidad, para la dramaturga, de organizar el desfile de sus propios demonios, “la vergüenza, la ira, el miedo a la muerte, la soledad, el miedo a la locura y, sobre todo, la culpa”

Una imagen del montaje

La directora Angélica Liddell, con su “dramaturgia radical”, inauguró anoche el 78º Festival de Aviñón, un gran acontecimiento festivo que celebra el teatro pero que este año tiene lugar en el contexto inédito y “perturbado” de las elecciones legislativas francesas.

Esta edición (del 29 de junio al 21 de julio) se adelantó debido a los Juegos Olímpicos de París, que requerirán una movilización masiva de la policía, lo que hace temer una menor asistencia a los “off” en los primeros días.

El festival es un evento “democrático, popular, republicano, feminista ambientalista y antirracista”

Para su director Tiago Rodrigues, el festival, afectado también por el calendario de las dos vueltas de las elecciones legislativas (domingo 30 de junio y 7 de julio), “es más necesario que nunca”, “en el contexto convulso de la política francesa” tras la disolución de la Asamblea Nacional por el presidente Emmanuel Macron.

Un momento de 'El funeral de Bergman'

Destacó que se trataba de un evento “democrático, popular, republicano, ambientalista, feminista y antirracista” y llamó a bloquear a la extrema derecha en las urnas.

El de Aviñón es el festival de teatro más famoso del mundo, junto con el de Edimburgo. Fundado en 1947 por Jean Vilar, transforma cada año el rostro de la ciudad con sus carteles y sus espectadores inundando las calles y este verano rinde homenaje a la lengua española .

Autorretrato de la artista

Angélica Liddell

La española Angélica Liddell, conocida por sus espectáculos inquietantes, abrió los festejos en la Corte de Honor del Palacio de los Papas con la pieza El funeral de Bergman, la segunda parte de una trilogía dedicada a la muerte, es una inmersión en el mundo del cineasta sueco Ingmar Bergman, que imaginó y escribió cuidadosamente su propio funeral, después de haber visto el del Papa Juan Pablo II en televisión.

La obra es una oportunidad, para la dramaturga, de organizar el desfile de sus propios demonios, “la vergüenza, la ira, el miedo a la muerte, la soledad, el miedo a la locura” y, “sobre todo, el peor de los demonios, la culpa”, “lo más destructivo”. “Lo hay”, “como un huevo de araña atrapado en la garganta que rezuma veneno”, declaró en una entrevista a la AFP.