Peeping Tom sitúa las vergüenzas del patriarcado en la Isla de la Decepción

En el TNC

La compañía belga propone un viaje distópico al frío antártico en 'S 62º 58’, W 60º 38’'

S 62º 58’, W 60º 38’, la nueva obra de teatro de la compañía belga Peeping Tom

El barco de S 62º 58’, W 60º 38’

PEEPING TOM.

Las coordenadas de la Isla Decepción, frente a la Antártida, evocan, ciertamente, un lugar austero y frío. Sin embargo, S 62º 58’, W 60º 38’ , título de la nueva obra de teatro de la compañía belga Peeping Tom que recala hoy –y hasta el 16– en el Teatre Nacional de Catalunya, son también las coordenadas donde queda encallado un barco, con toda la tripulación a bordo y con la única esperanza de que llegue el deshielo.

Los artistas llevan al espectador a un viaje distópico a través de la reflexión sobre las personas y su papel en la sociedad, además de su lugar dentro del patriarcado. Un espectáculo en el que el público observa la teatralidad, la creación de la historia y el artificio de lo que se presenta como real, pues la obra va alternando la representación y uno de sus ensayos.

'S 62º 58’, W 60º 38’, las coordenadas del barco varado cerca de la Antártida

'S 62º 58’, W 60º 38’, las coordenadas del barco varado cerca de la Antártida

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“Es una obra en la que hablamos mucho sobre nosotros, pues en este mundo del teatro podemos ser cualquier persona, pero sin ningún tipo de juicio, así podemos poner una pequeña dosis de optimismo en este universo”, señala Franck Chartier, director del espectáculo. “Para mí, es muy importante hablar del patriarcado, pues mi padre ejercía violencia sobre mi madre, y encuentro que la figura paterna se podría retirar un poco de la vida cotidiana”. Y añade: “Aunque esa es mi visión como hombre blanco. Al final he querido transportar en S 62º..., a un lugar frío, ya que recuerdo que mi padre era igual, de esta forma simbolizo un poco su figura”.

En cuanto a la escenografía, “el barco varado en el hielo representa ese quedarnos bloqueados yendo en una mala dirección. En las conversaciones en medio de la obra hablamos sobre los motores que nos empujan en la vida a seguir adelante”, expresa el director de la celebrada Tryptich . “Pero no es una obra tan apocalíptica, hay mucho humor, al final es como un ensayo típico de Peeping Tom. Aunque es cierto que los espectadores no podrán esperar tanta danza, es una obra de estilo teatral”, afirma. Es la escenografía (resbaladiza) la que en este caso no hace posible la idea de un bailarín mostrando libertad. Revolucionarios de una danza-teatro diferencial y con una estética onírica y cinematográfica, Peeping Tom traen a Barcelona esta pieza estrenada ya en Lyon y Bruselas.

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