Un mundo sin Maurizio Pollini, el gran maestro del piano

Obituario

El milanés fallece a los 82 años dejando un mensaje de belleza y rigor para las generaciones futuras

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Maurizio Pollini en el recital que ofreció en el Teatro Real el 20 de abril de 2008. 

Javier del Real / Teatro Real

Nos sorprende este sábado previo a la Semana Santa la triste noticia del fallecimiento del milanés universal Maurizio Pollini a la edad de 82 años. A diferencia de algunos de los más sobresalientes colegas de generación, el gran pianista seguía presente en los escenarios, aunque en los últimos tiempos hubo señales de alarma y las consiguientes cancelaciones, como las del próximo mes de abril en que tenía previsto –en el marco de una gira- volver al Palau de la Música Catalana, escenario habitual para sus presentaciones, que siempre nos dejaban reflexionando sobre lo que ha supuesto esta fundamental generación de Pollini y sus colegas Argerich, Brendel, Barenboim… En los años ochenta del siglo pasado nos dejaban los grandes Rubinstein y Horowitz, era otro mundo del teclado más espectacular quizás frente a la profundidad que luego manifestó Pollini, que había obtenido el primer premio en el famoso Concurso Chopin de Varsovia en 1960. En el siguiente concurso, de 1965, la ganadora fue Martha Argerich.

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Aquella generación de Rubinstein transitó en medio de las más devastadoras guerras europeas. Maurizio Pollini, que había nacido en Milan en 1942, vivió su juventud en un mundo con fuertes cambios que le llevaron a manifestar sus ideas políticas -actitud no tan frecuente en el ámbito musical- junto a otros artistas de su generación. Y fue en ella un músico singular, entre otras cosas porque sus recitales, aún ya consagrado, expresaban ese compromiso con el arte contemporáneo, como lo hizo también su querido Claudio Abbado. Incluso lo quiso mostrar en el que creo fue su último concierto en nuestro Palau de la Música el pasado 27 de octubre de 2021; su salud le había obligado a cancelar la cita que tenía programada poco antes en Madrid. El programa comenzó con los op. 11 y 19 de Schönberg y rememoró luego su trabajo de aquellos años setenta de la rebelión juvenil junto a Luigi Nono en “…sofferte onde serene…” para piano y banda sonora de 1976. Y este compromiso fue una marca en su vida de pianista que entendía la modernidad de Beethoven y de Chopin junto a la de su generación y sus ideas.

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Maurizio Pollini, condecorado con la orden imperial en Tokio, en el año 2010 

TORU YAMANAKA / AFP

Y si entonces presentimos su despedida, ahora, lo que fue su pianismo, su arte magistral, nos lleva simple y profundamente a agradecer esa vida ejemplar dedicada a interpretar la belleza, y a luchar contra la limitación de libertades, con su actitud, ciertamente invariable hasta el final, que sólo la muerte pudo frenar.

Empezamos hablando de generaciones, y en la que ahora -tan distinta y distante- ocupará su lugar en las primeras líneas del piano internacional, sería muy importante que no se perdiese de vista esta culminación del arte pianístico que representó Pollini.

Gracias maestro.

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