El español urgente

Análisis

El español urgente

Cuando en la redacción de La Vanguardia empezaron a funcionar los terminales informáticos con pantallas de fósforo verde, los redactores tenían que compartir uno por cada dos personas. También había periodistas que se aferraban a su máquina de escribir, porque no querían dejar de picar las teclas como habían hecho durante toda su vida profesional. Los terminales suponían un gran avance, a la vez que ponían en peligro los puestos de trabajo de los linotipistas y otros profesionales del taller de artes gráficas que, como en cualquier redacción, el diario tenía.

En 1985, cuando entré por primera vez en la redacción de La Vanguardia en la sede histórica de la calle Pelai, quedé fascinado por aquellos terminales, a la vez que los com­pañeros de compaginación se dedicaban a contar las líneas de los artículos escritos a máquina que los opinadores enviaban, para saber qué espacio ocuparían aproximadamente una vez maquetados. Era la convivencia de dos mundos.

Dos compañeros cortaban el papel entre noticia y noticia y las clasificaban por secciones informativas

En el centro de la inmensa redacción, donde antes había habido el bar en el que se servían todo tipo de destilados, ahora estaban los teletipos. En aquella sala de cristal, unas impresoras con papel continuo no paraban de escupir noticias y más noticias. Un par de compañeros se dedicaban a cortar el papel entre los despachos de agencias, los clasificaban por secciones informativas y los distribuían por la redacción.

De vez en cuando, en medio de noticias económicas, culturales, deportivas o políticas, salía una de la agencia Efe que se titulaba “ Español urgente”. A pesar de ese nombre singular, no era ningún ciudadano con prisas, sino una nota que daba alguna recomendación lingüística para periodistas. Ese escrito podía indicar, por ejemplo, cómo había que escribir el nombre de un nuevo presidente ruso o recordar alguna norma ortográfica sobre un nuevo uso del idioma.

Quien las elaboraba era el Departamento del Español Urgente de la agencia Efe, creado en 1980 bajo la coordinación de Fernando Lázaro Carreter. En 1985 se publicó la primera edición del Manual del español urgente y en el 2005 el departamento se convirtió en una fundación, la Fundéu BBVA, que hoy es la FundéuRAE.

Todo eso viene a cuento porque mañana se presenta en el Instituto Cervantes, que es coeditor, una nueva edición de aquel histórico manual de estilo. Desde que en los años ochenta se empezaron a difundir las píldoras con recomendaciones lingüísticas hasta hoy, la lengua española ha vivido una evolución vertiginosa, marcada sobre todo por la globalización. Ahora solo hace falta que los periodistas hagan un buen uso de ella cuando hablen o escriban: las herramientas ya las tienen, solo hay que usarlas.

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