Ventura Pons estaba orgulloso de su trabajo. Desde que debutó en el cine con Ocaña intermitent (1978), su mirada personal sobre el pintor Ocaña y la Barcelona más acanallada de los setenta, Ventura Pons realizaría más de una treintena de películas, entre ficción y documentales. Eso hace casi una película por año, hasta llegar a su última producción en el 2018. Tal ingente producción le ha merecido el apelativo del “Woody Allen catalán”. En este país sin industria cinematográfica, el mismo Ventura Pons ha sido el productor, guionista y director de la mayoría de sus películas. Además de pasear un buen número de ellas por festivales como Cannes –donde asistió precisamente con Ocaña ...– o la Berlinale, donde llegó a ser un habitual en los años noventa. Se puede aducir que hablamos de mera contabilidad, y habrá que estar de acuerdo en ello. Su mérito no reside en el número, ni mucho menos. De lo que realmente podía estar orgulloso Ventura Pons es de su tenacidad y de su libertad. Tenacidad para trabajar como lo hizo. Y libertad para hacer lo que ha querido. Su cine ha sido un cine personal, basado en historia propias o, en buena medida, basadas en el imaginario literario catalán. Historias que no han sido siempre fáciles de afrontar. Siempre a la búsqueda del otro, de la comunicación, del amor, incluso del sexo como forma de liberación. El cine de Ventura Pons, en sus dramas y en sus comedias, ha girado alrededor de las relaciones afectivas, ya sean heterosexuales o, muy especialmente, homosexuales. De todo eso habló en su cine con Barcelona y sus gentes como referencia. A veces con éxito popular y otras no tanto. Pero él seguía. Ventura era un director orgulloso, y podía serlo, pero nunca fue un director pretencioso. Estaba convencido de que las cosas las tenía que hacer a su manera o no las hacía. En el 2012 se celebró en Denver ( Colorado, Estados Unidos) un simposio universitario dedicado a su figura, Ventura Pons: the unconventional gaze of catalán cinema ( Ventura Pons, la nada convencional mirada del cine catalán ). Nunca se quejó, que yo sepa, de que aquí no se le hubiera reconocido de la misma manera.
Una mirada poco convencional
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