Fundado hacia 1195, el hospital de San Juan Evangelista, en Cambridge (Inglaterra), fue una institución que se dedicó a ayudar especialmente “a los pobres y a los enfermos” –e incluso a algunos presos- junto a un puñado de clérigos y sirvientes laicos durante 300 años, hasta que fue reemplazado en 1511 por el St. John's College.
El sitio, excavado en 2010, albergaba los restos de muchos de los habitantes del hospital. Pero al ser de clase social baja, se sabía poco de sus vidas. Por eso los arqueólogos de las Universidades de Leicester y de Cambridge combinaron datos óseos, isotópicos y genéticos para examinar hasta 400 esqueletos.
Sin espacio y sin recursos
Sus resultados, explicados en un artículo publicado en la revista Antiquity, revelan que el centro atendía a los pobres y a los enfermos aunque no tenía ni el espacio ni los recursos financieros suficientes para hacerlo. De ahí que se aplicaran una serie de criterios para priorizar los casos.
Era una ‘Seguridad Social’ limitada y a pequeña escala que se centró en ayudar a los que menos recursos tenían. Las evidencias obtenidas por la doctora Sarah Inskip y el profesor John Robb sugieren que, para garantizar que la institución sobreviviera durante tres siglos, sus rectores optaron por seleccionar pacientes de diferentes orígenes.
"Como todas las ciudades medievales, Cambridge era un mar de necesidades", explica Robb. “Algunos de los pobres más afortunados consiguieron alojamiento y comida en el hospital de por vida. Los criterios de selección habrían sido una mezcla de necesidad material, política local y mérito espiritual”, añade.
El trabajo del equipo liderado por Sarah Inskip y John Robb analiza los mecanismos sobre los que se basaba este "sistema de beneficios medieval" y los criterios que se aplicaban para valorar los tipos de personas a las que se daba prioridad para recibir ayuda.
"Sabemos que los leprosos, las mujeres embarazadas y los locos estaban prohibidos en el hospital, mientras que la piedad era imprescindible", afirma el investigador. Los reclusos debían orar por las almas de los benefactores del hospital para acelerar su paso por el purgatorio. "Un hospital era una fábrica de oraciones", apunta.
Los presos eran en promedio dos centímetros y medio más bajos que la gente del pueblo y era más probable que tuvieran en sus huesos marcas de una infancia arruinada por el hambre y las enfermedades. Sin embargo, también tenían tasas más bajas de traumatismos corporales, lo que sugiere que la vida en el hospital reducía las dificultades o los riesgos físicos.
Niños huérfanos
Los niños enterrados en el cementerio eran pequeños para su edad, con un crecimiento promedio de cinco años. "Los pequeños probablemente eran huérfanos", dice Robb.
Más allá de los pobres, algunos esqueletos adultos mostraban pocos signos de haber pasado apuros, lo que sugiere que eran personas que tenían buena nutrición y no realizaban trabajos manuales. Los especialistas creen que "fueron los primeros eruditos de la Universidad de Cambridge".
También encontraron hasta ocho residentes del hospital que tenían niveles de isótopos que indican una dieta de menor calidad en la vejez, y pueden ser ejemplos de los "pobres avergonzados": aquellos que cayeron de la comodidad a la indigencia, tal vez después de no poder trabajar.
“Las doctrinas teológicas fomentaban la ayuda a los pobres avergonzados, que amenazaban el orden moral al mostrar que se podía vivir virtuosamente y prósperamente pero aún así ser víctima de los giros de la fortuna”, continúa el profesor Robb en un comunicado.
La pobreza medieval no era homogénea
Los arqueólogos han querido destacar que este es un reflejo de que la pobreza medieval no era homogénea. Personas de diferentes orígenes y con diversas experiencias de vida necesitaban caridad. También indica la razón por la que el hospital pudo sobrevivir durante 300 años.
“Eligieron ayudar a una variedad de personas. Esto no sólo cumplió su misión estatutaria, sino que también proporcionó casos para atraer a una variedad de donantes: la lástima que despiertan los huérfanos pobres y enfermos, la ganancia espiritual para los benefactores al apoyar a eruditos piadosos, la seguridad de que habrá ayuda restaurativa cuando los prósperos y honrados individuos, similares al donante, sufrieran desgracias...”, afirman los autores.
La investigación proviene del proyecto After the Plague de la Universidad de Cambridge. Coincidiendo con la publicación de este estudio, el proyecto publica un sitio web con dieciséis “osteobiografías” que cuentan las historias de vida de residentes medievales de Cambridge –incluidos algunos del St John’s Hospital– basadas en análisis detallados de restos esqueléticos.