La casa azul, un lugar en Suiza donde te ayudan a morir (aunque no estés terminal)
Silencio, se rueda
Ángela Molina y Alfredo Castro ruedan en Barcelona 'Polvo serán' a las órdenes de Carlos Marqués-Marcet
Flavio y Claudia son pareja desde hace más de 30 años. Les une un "amor profundo" desde que "él se exilió escapando de la sangrienta dictadura chilena, donde fue maltratado y torturado". Una vez en España, "la conoció a ella, una maravillosa bailarina, se juntaron con los hijos de cada uno y tuvieron una niña en común", explica Alfredo Castro, el actor chileno que encarna a Flavio en Polvo serán, la nueva película de Carlos Marqués-Marcet, que se rueda estos días en Barcelona.
Pero ese amor incombustible está llegando a su fin. Claudia está enferma. "Se va quedando cada vez más incapacitada, con parálisis y ceguera. No quiere perder su autonomía ni su dignidad y rechaza ser una carga para su familia ahora que su declive la lleva día a convertirse en un animalito indefenso. Por eso decide recurrir a la muerte asistida", añade Ángela Molina, que interpreta a Claudia.
Flavio está decidido a seguir con su amada hasta el final y "acompañarla" hasta en la muerte. Así que la pareja se inscribe en La casa azul, un lugar en Suiza donde ayudan a las personas a morir, aunque no estén enfermas terminales como es el caso de Flavio. Marqués-Marcet escribió junto a Clara Roquet y Coral Cruz, el guion de Polvo serán tras un exhaustivo estudio sobre cómo funciona este lugar que se ubica a las afueras de Zurich y donde concluirá el rodaje de la película.
"Hay varios documentales, todos muy conmovedores, sobre La casa azul, donde se ve por ejemplo a personas que van a morir con una gran determinación como una mujer que acude feliz el día de su cumpleaños, lleva un ramo de flores, se maquilla y se toma el medicamento. Pero también hay quien se arrepiente y se da cuenta en el último segundo de que no quiere hacerlo y da marcha atrás", relata Castro cuyo papel es muy complejo porque ni los hijos ni el entorno de Flavio comprenden su decisión de morir por amor.
La película "no pretende hacer apología del suicidio", indica Marqués-Marcet, pero sí poner sobre la mesa "un debate importante como es el de decidir sobre tu propia muerte", añade y reflexiona: "yo creo que no la haría aunque estuviese muy enfermo, que resistiría hasta el último día, pero realmente es una cuestión de libertad".
Marqués-Marcet ya ha visitado La casa azul -aunque ese no es el verdadero nombre de este lugar- donde se procura el suicido asistido por una ley suiza de 1942, porque "en Suiza la eutanasia no es legal, pero sí se permite ayudar a alguien a morir". La casa azul es "un lugar extraño, que tiene algo bonito, porque hay mucha paz, una energía especial", señala el cineasta, que recuerda que Jean-Luc Godard recurrió a los servicios de una entidad similar para poner fin a su vida en septiembre del año pasada.