El humo del crematorio, el olor de los cuerpos calcinados, la voz “áspera e irritada” del Sturmführer que sonaba por los altavoces del campo, los golpes de los SS, los piojos, las luchas por un trozo de pan, la matanza de un grupo de niños judíos llegados de Auschwitz, la presencia del mal absoluto... Buchenwald acompañó siempre a Jorge Semprún. El Holocausto estuvo presente en su día a día, en sus pesadillas nocturnas, en su literatura, en su pensamiento y en su cine.
¿Cómo llegó un chico español de clase alta, nieto del ex presidente Antonio Maura e hijo de un prestigioso jurista, a un campo nazi? La familia de Jorge Semprún se exilió tras el estallido de la Guerra Civil. Acabado el conflicto, el joven Jorge se instaló en París, terminó el bachillerato y se matriculó en la Sorbona para estudiar Filosofía.
No tardó en unirse a la Resistencia, según recuerda Mayka Lahoz, editora de Destino y memoria (Tusquets), un libro que repasa la vida y la obra de Semprún para conmemorar el centenario de su nacimiento y que cuenta también con la colaboración de Jordi Amat, Benito Bermejo, Reyes Mate o Anna Caballé entre otros.
“En 1943, tras ser delatado, Semprún fue detenido y torturado por la Gestapo y posteriormente deportado al campo de concentración de Buchenwald”. Llegó el 29 de enero de 1944. Acababa de cumplir 21 años. Pasó a ser el preso 44.904. “La curiosidad, así como una buena salud y, sobre todo, el conocimiento de la lengua alemana, ayudaron a Semprún a permanecer con vida. El factor suerte hizo el resto”, apunta Lahoz.
El propio Semprún rememoraba uno de esos episodios del destino en Viviré con su nombre, morirá con el mío (Tusquets, 2001). Un día llegó a Buchenwald una carta preguntando por Semprún. Otro de los cautivos la leyó, aunque no completa, y le avisó. Ese requerimiento podría suponer la muerte inmediata o el trasladó a otro campo. Los reclusos idearon un plan para salvar al escritor: buscar a otro preso ya moribundo (lo que en el campo llamaban un musulmán ) e intercambiar su identidad con la de Semprún.
Durante 10 años el falso Sánchez se jugó el pellejo por el partido, pero poco a poco se fue distanciando
Al final, no fue necesario realizar el cambio, pero esa fue la primera vez en que Semprún estuvo a punto de convertirse en otra persona. Habría muchas más. Porque ya liberado, el escritor se unió al Partido Comunista con la misión de regresar a España para reestructurar el comunismo en medios intelectuales del país. Volvió con nombres falsos: Jacques Grador, Federico Artigas, Rafael Bustamente, Agustín Larrea y, sobre todo, Federico Sánchez.
Los homenajes
Del CCCB a la Filmoteca
El Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB), la Filmoteca de Catalunya, el Museu d’Historia de Catalunya y el Born Centre de Cultura i Memòria homenajearán a Jorge Semprún (10 de diciembre de 1923-7 de junio de 2011) coincidiendo con la celebración del centenario de su nacimiento. El CCCB presentará mañana lunes el documental Las mil vidas de Jorge Semprún dirigido por Albert Solé. Y el 13 de noviembre impulsará dos mesas redondas sobre la vida y obra del escritor. El 13 de diciembre arrancará en la Filmoteca un ciclo sobre su obra cinematográfica que contará con la presencia de Costa-Gavras, François Thomas y Carmen Claudín. En paralelo, el Museu d’Historia acogerá a partir del 14 de diciembre la exposición Jorge Semprún: una vida europea del segle XX, comisariada por la Fundación Ettersberg. El póker de homenajes a Semprún se completará con una lectura dramatizada de fragmentos de La escritura o la vida, dirigida por Marta Gil Polo, que tendrá lugar el 14 de enero de 2024 en el Born Centre de Cultura i Memòria.
Durante 10 años el falso Sánchez se jugó el pellejo por el partido, pero poco a poco se fue distanciando. Su defensa del pluralismo y la democracia irritó a Santiago Carrillo que le expulsó de la organización. Y fue catártico. Semprún se convirtió en escritor y a través de las palabras arrancó un proceso, quizá nunca concluido, de expiación de esa campo nazi que marcó su vida. El largo viaje (1962), la crónica de su deportación, supuso el inicio de la exitosa carrera literaria de Semprún.
Fue también el embrión de su actividad como guionista de cine. “En la casa de campo de los Montand -Yves y Simone- había un invitado, Georges, siempre envuelto en el misterio. Un día, Simone (Signoret) me entregó un libro, Le Grand Voyage , diciéndome: “Es de Georges”. Me admiró la calidad de su escritura”, recuerda Costa-Gavras en su colaboración para Destino y memoria .
El cineasta y el escritor unieron fuerzas en filmes tan afamados como Z (1969) o La confesión (1970), aunque Semprún también escribió los guiones de La guerra ha terminado (Alain Resnais, 1966), Las rutas del sur (Joseph Losey, 1978) o de la serie de televisión Los desastres de la guerra (Mario Camus, 1983).
A la muerte de Franco, Semprún era un afamado intelectual en Francia, donde había conocido a Felipe González. El ex presidente español lo recuerda también en Destino y memoria : “Nos encontramos por primera vez cuando rompió con el partido comunista después de la expulsión de Carrillo. Cuando lo nombré ministro tuve que recuperar su nacionalidad y en ese proceso se estrechó muchísimo esa relación, que ya era muy intensa”.
En 1943, Semprún fue detenido, torturado por la Gestapo y deportado al campo de Buchenwald
Semprún fue ministro de Cultura del Gobierno de González entre 1988 y 1991. En esa etapa impulsó la ley del cine y gestionó la herencia de Salvador Dalí. Pero, pese al cariño de González, fue destituido. En una entrevista con Mercedes Milà, “se posicionó claramente respecto a la responsabilidad de Juan Guerra, hermano del vicepresidente Alfonso Guerra, en un oscuro asunto de enriquecimiento personal ilícito. Para los guerristas , Semprún había traicionado a la izquierda”.