La canción que investigó el FBI
Si es de los que frecuenta museos y galerías de arte contemporáneo seguramente estará familiarizado con ese sentimiento de desconcierto, agotamiento e irritación que provoca la prosa pomposa y exagerada con la que a menudo acompañan sus exposiciones. Como si un alma despiadada nos estuviera dando una llave para que abriéramos la puerta a sabiendas de que la cerradura está estropeada. Pero las paradojas, contradicciones y ambigüedades no son exclusivas del mundo del arte. A menudo, lo aparentemente más accesible es también lo más confuso e incomprensible. Las redes sociales van cargadas de mensajes que plantean auténticos acertijos y, de toda la vida, se llame John Lennon o Rosalía, a los fans les ha encantado jugar a detectives cuando las letras de las canciones de sus músicos favoritos son demasiado misteriosas. En algún momento incluso tuvo que intervenir el FBI.
Louie Louie, uno de los himnos del rock de todos los tiempos, fue compuesto en 1957 por Richard Berry. La letra es el lamento de un marinero que en la barra de un bar llora a la mujer que le espera en Jamaica y no ve el momento de ir a por ella. La historia no habría pasado de aquí de no ser porque seis años después los Kingsmen se encerraron en un garaje para grabar su propia versión en condiciones desastrosas. El cantante Jack Ely solo disponía de un micrófono suspendido sobre su cabeza y llevaba unos aparatos dentales ortopédicos que le obligaban a arrastrar las palabras mientras los músicos de la banda ahogaban su voz tocando a su alrededor a toda pastilla. El resultado fue tan incomprensible que disparó todo tipo de teorías paranoicas.
La oficina federal dedicó dos años a escudriñar la letra de ‘Louie Louie’ en busca de mensajes obscenos
El padre de un adolescente escribió indignado a Robert Kennedy, entonces fiscal general, para que investigara la obscenidad de la letra. El FBI estuvo dos años escudriñando aquel mensaje subversivo que iba a corromper a la juventud norteamericana; reproduciendo una y otra vez el sencillo a diferentes velocidades, llamando a testigos y, echando mano de expertos para averiguar qué demonios estaba cantando aquel tipo. Nadie pudo determinarlo, así que no había caso, aunque en el proceso desesperado por encontrar cosas que no existían quedaron registradas en el informe interpretaciones delirantes.
No importa si las obscenidades que algunos creían escuchar eran imaginadas. Louie Louie prometía cosas fuertes y la mala reputación le dio un pellizco de peligrosidad que arrastró a centenares de músicos a realizar sus propias versiones: Kinks, Iggy Pop, David Bowie, Frank Zappa, Tina Turner, Patti Smith... Las canciones, como las obras de arte, no siempre son lo que parecen aunque todas imploran ser escuchadas. Depende de quien lo haga pueden pasar cosas como que Ronald Reagan viera fervor patriótico en el Born in the U.S.A . que Springsteen concibió como un canto amargo por el trato vergonzoso que se dispensaba a los veteranos de Vietnam. El malentendido, o la mala fe, del presidente habría merecido un expediente, pero el FBI se cruzó de brazos.