De un tiempo a esta parte parece que Wes Anderson no puede dirigir películas en las que no participen grandes estrellas de Hollywood. A su universo tan peculiar y colorido caen rendidos todos los actores más famosos. Por muy pequeño que sea el papel.
Si hace dos años el estadounidense ya pugnó por la Palma de Oro con La crónica francesa, una comedia coral de historias cruzadas que significaba su carta de amor al mundo del periodismo, esta vez trajo al Festival de Cannes a toda una troupe de intérpretes reputados que llegó en autobús hasta la alfombra roja para presentar a competición una historia ambientada en los años cincuenta que funciona como un envoltorio lleno de capas.
En la primera escena, Anderson usa el blanco y negro para colocar a Bryan Cranston como presentador de un programa de televisión sobre la preparación de una obra de teatro escrita por un personaje con el rostro de Edward Norton. Una obra de teatro que se traslada hasta una zona desértica de Estados Unidos en la que va a tener lugar un concurso escolar dedicado a la observación de fenómenos astronómicos.
Inmediatamente, la pantalla se ilumina de esa estética trufada de colores pastel y diálogos delirantes tan característicos del cine de Anderson, que despliega una obsesión por el encuadre, los movimientos de cámara y los decorados impolutos dejando huérfana una narración que no va a ninguna parte.
Con esta película su fórmula se agota y cansa, porque la presencia de un ejército estelar formado por Tom Hanks, Scarlett Johansson, Maya Hawke, Margot Robbie, Tilda Swinton, Rupert Friend o Adrien Brody no es suficiente para salvar una historia insustancial que reúne a padres con sus hijos y brillantes estudiantes de ciencias en una zona que llamará la atención de los mismos marcianos.
Rodada hace dos años en la localidad madrileña de Chinchón, en plena pandemia, su proyección en la Croisette no ha recibido el entusiasmo esperado, pese a que en la rueda de prensa este mediodía los actores han elogiado el trabajo del autor de El gran hotel Budapest. “Ha sido una experiencia emocionante trabajar con Wes. Es un director muy intenso y divertido que nos ha hecho vivir una atmósfera particular”, ha asegurado Johansson, que interpreta a una conocida actriz que acompaña a su superdotada hija a la minúscula ciudad de Asteroid City y acaba teniendo una aventura con el personaje de Jason Schwartzman, un fotógrafo de guerra padre de cuatro hijos que acaba de enviudar.
Ha sido una experiencia emocionante trabajar con Wes. Es un director muy intenso y divertido que nos ha hecho vivir una atmósfera particular”
Schwartzman, un habitual de las películas de Anderson, es sobrino de Francis Ford Coppola y primo de Roman Coppola, coguionista de esta historia junto con el realizador. “Wes crea el medio ambiente total, es físico y tangible, en cierta forma es como hacer teatro porque tienes ese espacio útil, no es como el proceso normal con el que estamos habituados a rodar”, ha agregado Johansson.
Para Cranston, “Anderson es el director de una orquesta, y nosotros, los actores, tocamos cada uno un instrumento y estamos totalmente centrados en nuestro instrumento sin saber cómo va a ser el conjunto. Luego Wes lo ajusta todo”. Y, pese a no saber en algún momento de qué iba la historia, Anderson les decía que no se preocuparan y siguieran adelante. “No sabíamos exactamente lo que iba a ocurrir, cómo iban a ser de largas nuestras vidas como personajes. Teníamos simplemente que seguir adelante y contar lo que nos proponía”.
Al respecto, el director manifiesta: “La película sois vosotros, lo que hacéis. Yo escribo un guion, pero todo lo demás es una especie de improvisación, de las emociones que ponéis”. Dentro de ese tono surrealista marca de la casa, se nos muestra un extraterrestre que hace una breve aparición en la ciudad ante las miradas incrédulas de los visitantes. “Hemos preparado este filme lo mejor posible, pero no es una investigación universitaria o académica. Stephen Hawking insistía en que es matemáticamente improbable que no haya vida extraterrestre. Yo no lo creo realmente”, ha señalado ante las risas de los periodistas.