Una galería ucraniana que sirve de refugio antiaéreo durante la guerra devuelve Arco a la cruda realidad
La guerra llega a la feria de arte de Madrid
'Stop Putin' o '“FUCK WAR', los artistas claman por la crueldad de un conflicto que no parece tener fin reflexionan sobre los hechos históricos que la precedieron
Arco ha vuelto a abrir sus puertas, y es lo más parecido a cómo se veía y se sentía el mundo del arte antes de la pandemia y de la guerra de Ucrania. En los pasillos reina la excitación propia de los mejores tiempos y da la impresión de que la marabunta de coleccionistas, artistas, comisarios y celebridades avanza decidida a dar carpetazo a la crisis. Desde su estand en Ifema, la pareja de galeristas formada por Max y Julia Voloshyn los contemplan silenciosos entre esculturas negras y carteles de Stop Putin, Decolonize Russia o Gas embargo Russia. La Voloshyn, que hasta el inició de la guerra era un espacio de vanguardia en el centro histórico de Kíiv, es la única galería ucraniana en la feria de arte de Madrid y su presencia devuelve momentáneamente a la realidad a un mercado dispuesto a sacudirse los fantasmas a golpe de talonario.
Como una de esas crueles ironías del destino, Julia y Max Voloshyn abrieron en 2016 su galería en Kíiv en un edifico histórico de seis plantas con semisótano que había servido durante la Segunda Guerra Mundial como refugio antiaéreo de la población para protegerse de los ataques alemanes. El mismo día de la invasión de Ucrania por las tropas rusas, los artistas que habían exhibido en sus salas y sus familias recuperaron aquella función. Mientras escuchaban caer los misiles a su alrededor, estuvieron creando artistas como Nikita Kadan, cuyas obras hablan de una no parece tener fin y de los hechos históricos que la precedieron culminando con una pancarta que inicialmente colgó en la fachada de la galería Secession en Viena: “FUCK WAR”.
Ironía del destino, la galería se instaló en un edificio que había servido de refugio antibombas durante la II Guerra Mundial
En otra de las series muestra un campo arado con una figura humana, como si el suelo absorbiera los cuerpos y todo lo que quedara atrás fuera una sombra en la superficie. No se puede ocultar ni borrar. El artista se inspiró en los centenares de fotografías en los que se ven cadáveres parcialmente cubiertos por tierra, cráteres de explosión producidos por misiles y bombas, y fosas comunes excavadas apresuradamente en las afueras de ciudades y pueblos.
A Max y Julia Voloshyn, los galeristas, la guerra les sorprendió fuera de Ucrania. Habían salido en el otoño del 2021 por asuntos profesionales en España y Miami, y ya no regresaron. "Decidimos quedarnos en el extranjero porque tenemos una hija pequeña y nos parecía peligroso, además si volvíamos lo más seguro es que me habrían obligado a alistarme al ejército", cuenta Max Voloshyn. Ahora trabajan desde Miami y Nueva York. Las obras que han traído a Madrid fueron evacuadas desde Ucrania y traídas por carretera, otras fueron producidas fuera. "La mayoría de las galerías en Ucrania están cerradas, pero nuestra intención es volver a abrir en marzo, aunque la dirigiremos desde fuera", añaden, entre sorprendidos y agradecidos por la atención de los medios.
También de negro ha teñido Mykola Ridnyi una gran escultura, More Flags, que reproduce diversos edificios gubernamentales, mercados, bloques de apartamentos... Todos ellos están coronados con una bandera, un símbolo que en tiempos de guerra asume significados ambivalentes, en opinión del artista, desde un símbolo de solidaridad a la identificación nacional y seguridad hasta el de ocupación y amenaza directa. También un objetivo, si se mira desde una perspectiva militar. Pero la pintura negra lo desdibuja todo y lo que queda es la sensación de tierra quemada..