La joven Olha Stukalova (23 años), flautista de la Sinfónica de Kyiv, mantiene una serenidad que parece al borde del descalabre. Desde que en marzo dejó su país por Berlín vive intentando no obsesionarse con la posibilidad de no volver a ver a sus padres. Cuando se sumó a la exiliada orquesta estatal, que desde junio tiene base en Gera, una ciudad al este de Alemania, vive conteniendo la emoción en cada concierto. Como esos tres que ha celebrado en Gran Canaria, Fuerteventura y Tenerife para clausurar el 39.º Festival de Música de Canarias.
“Es una oportunidad magnífica para cada uno de nosotros, no solo como institución musical, sino para cumplir con nuestro deber cívico como ucranianos. Solo el hecho de que podamos defender un patrimonio como es la Sinfonía La paz vence a la guerra, de Boris Liatoshinski, es algo que me pone la piel de gallina. Creo que el mensaje tiene mucha fuerza”, dice sentada en el hall de un hotel de Las Palmas. La versión que tocan de esta pieza estrenada en 1951 para conmemorar la revolución de Octubre incluye el final original que Stalin obligó a cambiar. Le parecía insoportablemente pacifista.
Los tres conciertos de esta Sinfónica son parte de los sesenta que han transitado por las ocho islas del archipiélago: la Sinfónica de Bamberg y otras grandes orquestas, destacadas batutas y solistas top , como el pianista ruso Daniil Trifonov, que se emocionó tocando en el Teatro Circo de Marte de La Palma, una sala de madera para 400 personas.
Y, sin embargo, el festival canario, que en la pospandemia ha superado las expectativas de público –y cuenta ya con 2,7 millones de euros de presupuesto, el respaldo del gobierno canario, ayuda del Inaem y un 35% del total recaudado en taquilla–, apuesta para su clausura por la de Kyiv.
Esto no va de la guerra ni de si ha sido Rusia o ha sido Ucrania, esto es un homenaje a los músicos"
“Esto no va de la guerra ni de si ha sido Rusia o ha sido Ucrania, esto es un homenaje a los músicos. Y será muy emotivo”, dice Jorge Perdigón, director del certamen, en el hall del auditorio Alfredo Kraus de Las Palmas. Acodado en una de las olas del mar –diseño de Oscar Tusquets para la barra del bar–, indica que le parece la mejor opción para que Canarias pueda tener un detalle con Ucrania. “En el siglo XXI los festivales van a ser de otra manera, tenemos que estar con la sociedad, ha de haber algo más que la gran sustancia de los genios musicales”, apunta.
Lo que me impactó en Ucrania fue el público: estaba frente a gente que esperaba el mensaje esencial de la música"
El genovés Luigi Gaggero está al frente de los de Kyiv desde que le invitaron a dirigir la orquesta en el 2020. “Lo que me impactó fue el público”, dice este sensible sureño que ha fusionado la actitud analítica occidental con la sensual musicalidad ucraniana. “Sentí que por primera vez estaba frente a gente que esperaba el mensaje esencial de la música. No habían venido a escuchar un ornamento, sino el meollo del asunto, la vida y la muerte. Ucrania fue aire fresco –prosigue–. Con esos músicos ya no se trata de cómo hacer música sino de por qué. La tragedia de nuestra sociedad es que la gente está tan concentrada en la técnica que jamás llegará a la esencia”.
El programa que traen a Canarias es íntegramente ucraniano: abren con una sinfonía barroca de Maxim Berezovski, quien fue alumno del padre de Martini, maestro a su vez de Mozart; luego entra en escena la arpista de la Filarmónica de Gran Canaria, Catrin Mair Williams, para un Concierto de Reinhold Glière, que fue maestro de Prokófiev. Y por último suenan los contrastes eslavos de Liatoshinski que levantan el aplauso cerrado en la sala.
Entre los asistentes, hay una centenar de refugiados ucranianos con semblante grave. Algunos son pro rusos, por lo que ante un eventual conflicto se ha previsto policía uniformada y de paisano. Cuando al final y de forma nada triunfal suena el himno ucraniano, asoman un par de banderas entre el público y Jerónimo Saavedra, expresidente de Canarias, se levanta a sus 86 años haciendo que el resto le siga.
Hay momentos en que me corroe un sentimiento de culpa. Es irracional, pero sientes que has abandonado a tu familia"
Los músicos de Kyiv abandonaron su país hace casi un año pensando en regresar pronto. Su sala se había convertido en objetivo militar de la invasora Rusia. Ahora son un altavoz itinerante del dolor de un país y su cultura. Stukalova, por su parte, ya lo había hecho semanas antes... “Me fui consciente de que si quería desarrollarme profesionalmente y ser útil como voz ucraniana no tenía sentido seguir allí, deprimida, en posición fetal e incapaz de practicar. Entendí que para tener impacto debía ir al extranjero y seguir estudiando. Pero hay momentos en que me corroe un sentimiento de culpa. Es irracional, pero sientes que has abandonado a tu familia y amigos para intentar construir una vida fuera”.
Seguimos tan de cerca las noticias, que en ocasiones durante la pausa de un concierto pasamos terror”
Por suerte, viajar de Berlín a Gera para los ensayos “es como aterrizar en una little Ucrania”. “Seguimos tan de cerca las noticias que a veces en la pausa de un concierto pasamos terror”. ¿Puede permitirse ser presa del miedo una flautista? “Necesitas emitir aire, claro. Tengo maestros en Berlín que eran de la West-Eastern Divan Orchestra [el proyecto de Barenboim con palestinos e judíos] y me han dado consejos para calmarme, como un proceso meditativo. Es difícil pero has de levantar un muro frente a las noticias”.