Aquella nube de verano... Con esta frase, Josep Maria Espinàs empezaba una conversación con los vecinos, cuando llegaba a un pueblo en alguno de sus viajes a pie. Decía que no podías llegar a un lugar y ponerte a hablar con la gente como si nada haciéndoles preguntas, porque entonces se cerraban en banda. Allí donde veía un grupito de personas sentadas en un banco, él se acercaba, se sentaba a una distancia prudente y estaba un buen rato sin decir nada. Cuando había un silencio, mirando el cielo, soltaba: “Aquell cap de núvol...”, y con esta frase conseguía que los vecinos hablaran con él y le acabaran explicando todo lo que acabaría reflejando en alguno de sus libros, todos los A peu... que hizo de muchas comarcas catalanas, el del Pirineo de Lleida con Camilo José Cela, o los otros rincones de la Península, como Mallorca, Extremadura, la Costa da Morte... El escritor Josep Maria Espinàs i Massip nació en Barcelona en 1927 y este domingo enfiló su último camino.
Cofundó la editorial La Campana con Isabel Martí y el movimiento de la nova cançó Els Setze Jutges
De Espinàs se pueden decir muchas cosas, pero lo que quedará en el recuerdo de todo el mundo que lo trató es aquella presencia serena, atenta, observadora y respetuosa, pero con una cabeza que no paraba de cavilar sobre todo lo que pasaba a su alrededor, con una curiosidad infinita. Estudió Derecho y ejerció de abogado hasta que vio que su mundo no era el de las leyes, sino el de la cultura. Al principio en el Ciero, en Destino, después en la columna diaria del Avui y El Periódico, en programas televisivos como Identitats, y participando en la fundación de una editorial de referencia como La Campana con Isabel Martí, que reflejaba su espíritu minimalista, de escoger bien, cuidando de cada detalle.
Se hizo popular con los libros ‘A peu...’, el himno del Barça, los artículos diarios y los programas de televisión
En la vertiente musical, fue uno de los impulsores del movimiento de la nueva canción con Els Setze Jutges, a la manera de la canción francesa y de su admirado Georges Brassens. Con él empezaron Quico Pi de la Serra, Guillermina Motta, Joan Manuel Serrat, Maria del Mar Bonet, Lluís Llach...
En torno a su 91 cumpleaños, el Ateneu Barcelonès le rindió un homenaje, porque no hacía falta ninguna excusa para agradecer a este personaje todo su legado literario y cultural. Se celebraron todas sus facetas como hombre de cultura y, a raíz de eso, sin dejar su fina ironía, en su respuesta se definió así: “Si yo soy polipersona, es normal que sea poliescritor”. En esta actividad polifacética, también había sido coautor de El cant del Barça, y es por eso que este domingo por la noche, antes del partido, el Camp Nou guardó un minuto de silencio en su memoria.
Su carrera literaria empezó con la novela Com ganivets o flames, que obtuvo el premio Joanot Martorell. Pero no fue este género el que más cultivó. La crónica de los viajes a pie, acercándose a la cotidianidad de la gente normal, fue la que más lo definió. Como también se reflejaba en los artículos diarios. Y si tenía novedad editorial no se perdía ningún Sant Jordi, porque le encantaba el contacto con la gente de la calle, con los lectores que se le acercaban para intercambiar algunas palabras. “Y si no tienes a nadie, ponte de pie y habla con alguien más, que no vean que estás esperando que te traigan un libro para firmar”, aconsejaba a los escritores que se estrenaban en Sant Jordi.
Hay que recordar también el libro El teu nom és Olga, unas cartas dirigidas a su hija con síndrome de Down, y todos los premios que recibió, como la Creu de Sant Jordi y el Premi d’Honor de les Lletres Catalanes. En su lápida dirá “ Familia Espinàs”.