La maternidad en todas sus modalidades es un tema recurrente de la ficción actual. El teatro no se salva, claro. Anoche, como cada otoño, y ya van doce, la final del Torneig de Dramatúrgia puso el punto final a Temporada Alta.
En el 2011, a partir de una idea de Jordi Casanovas, el festival de teatro gerundense quiso experimentar con dramaturgos jóvenes que estuvieran dispuestos a jugar con sus piezas. El éxito fue tan rotundo, que en estos doce años no se ha cambiado ni una coma de las normas de participación.
Ayer, en la sala La Planeta de Girona, llegaron a la gran final Carla Rovira, con El canvi, y Xavi Buxeda, con Ja ho deixarem escrit. Son dos obras para dos actrices, con una sola especificidad en el caso de la obra de Rovira: una de las actrices ha de ser negra. La especificidad es para una, y todos suponemos que las otras tres serán blancas. Este microrracismo es similar a muchos de los que atraviesan la obra de Rovira.
Un corte eléctrico obligó a las actrices a ensayar con linternas los textos finalistas
Yolanda Sey y Anna Alarcón fueron las dos encargadas de defender la pieza ganadora, mientras que Maria Rodríguez y Bàrbara Mestanza interpretaron la obra de Buxeda. Las bases dicen que la misma tarde de la función, unas horas antes, se encontrarán por primera vez el dramaturgo y sus intérpretes, y en aquellas horas previas descubrirán el texto, y el autor podrá dar cuatro indicaciones.
Por si eso no fuera ya complicado, ayer la compañía eléctrica decidió regalarles una dificultad añadida: los dejó sin luz toda la tarde. En la versión de Meritxell Yanes, la alocada presentadora de esta alocada propuesta, fue un operario que hizo un mal empalme con las luces de Navidad.
El caso es que las cuatro actrices con sus respectivos autores tuvieron que preparar los textos con linternas. “Hemos estado a punto de suspender”, anunciaba el director de Temporada Alta, Salvador Sunyer, poco antes de que las intérpretes saltaran al ring. Pero volvió la luz gracias a que alguien hizo otro empalme provisional. Se non è vero...
La historia de Carla Rovira gira alrededor de dos mujeres que acaban de ser madres in vitro. Como una es blanca y la otra es negra, la blanca se da cuenta de que su hija no puede ser suya, mientras que la negra tiene el marido blanco y en ningún momento se le pasa por la cabeza una posible confusión.
El error clínico favorece una serie de reflexiones y reproches, en los que el público se siente, a menudo, interpelado. Una buena idea habría sido poner una segunda urna, al lado de la que servía para depositar el veredicto del público sobre las dos obras, para votar con cuál de las dos madres se siente identificado cada uno.
La obra de Buxeda, Ja ho deixarem escrit, remueve el pasado de dos antiguas amigas de universidad, uña y carne, que se reencuentran casualmente al cabo de los años y se ponen al día en todos los sentidos.
Por el hecho de haber llegado a la final del Torneig de Dramatúrgia, que organiza Temporada Alta y la Fundación SGAE, las dos obras con sus respectivos autores viajarán a Buenos Aires para participar en el Torneo de Dramaturgia Transatlántico.