Iremos todos al cielo

Opinión

Iremos todos al cielo

Toca borrar del móvil el contacto de Núria. Ya no me cogerá más el teléfono. Ni me contestará los mensajes de WhatsApp con sobredosis de emoticonos. Una pena muy grande. El 21 de septiembre hubiera cumplido 81 años. Y, si no fuera porque ya estaba enferma, habría montado alguna buena jarana para celebrarlo. Desgraciadamente no podrá ser.

Estudié bachillerato con Eulàlia en un instituto del barrio de Sants. Cuando me dijo que su tía era Núria Feliu, no hice mucho caso. Tuvo que pasar una docena de años hasta que descubrí las primeras canciones que grabó durante los años sesenta del siglo pasado. Yo estaba enganchado al jazz vocal y fue una grata sorpresa descubrir que aquellos estándares que había escuchado centenares de veces también habían sido cantados en mi lengua materna con una calidad musical excelente.

Le pedí a Eulàlia el teléfono de su tía y la llamé desde la admiración más absoluta. ¡La Feliu grabó trece discos solo en los tres primeros años de carrera! Le agradecí el gran trabajo que había hecho por la normalización del catalán a través de sus canciones y ella, sin conocerme de nada, me invitó a su casa, en la plaza de los Jardins de Can Mantega. Me dijo: “Ven con una bolsa grande que te daré unos cuantos elepés que tengo por aquí. Yo ya no los escucho porque no tengo tocadiscos”. Me presenté con una mochila pero me quedé corto. Fue tan generosa que tuvo que dejarme, además, una maleta con ruedas para meter todo el material que le confisqué.

La cantante Núria Feliu

La cantante Núria Feliu

EP

Así es que debo a la Feliu gran parte de mi discoteca. Y le tengo que agradecer también que me descubriera un carril de la nova cançó por donde no transitaban setze jutges ni otros cantautores. Gracias a ella empecé a tirar del hilo y aprender que, en tiempo de dictadura franquista, en Catalunya también había cantantes que no escribían, escritores que no cantaban, y músicos que tampoco cantaban ni escribían letras pero componían melodías. A partir de muchos contactos que me pasó, pude editar y documentar cuatro recopilatorios de pop cantado en catalán de los años sesenta. En todos ellos, evidentemente, aparece su voz joven, con una fuerza descomunal. Núria lamentaba a menudo que la historia la castigara porque no componía ni escribía, “solo” interpretaba. ¡Pero cómo interpretaba! De hecho, ella venía del teatro cuando empezó a hacer música. Era una actriz que cantaba, y por eso se reivindicaba como cantante.

Hace cinco años tuve el privilegio de poder cantar con ella. Bien, ella cantaba y yo hacía lo que podía. Lo dejamos grabado en un CD titulado La pols i l’era, grabamos el videoclip los dos a caballo de una Vespa e incluso compartimos escenario en el Canet Rock. Yo, interpretando el papel de un caradura, le cantaba: “Nena, ja saps que tinc entre les cames / dues rodes, fum i molt perill / t’esperaré a sol i serena / i a mitjanit et faré un fill” y ella, improvisando con socarronería, preguntaba “Un, només?”.

Esta canción fue la última grabación de Núria. Corría el año 2016. Medio siglo después de publicar su primera canción con letra del poeta y amigo Josep Maria Andreu: “Anirem tots cap al cel / toqui el bateria / anirem tots cap al cel / amb crits d’alegria”.

Pues eso, alegría. Mucha alegría por haber podido escucharla, conocerla y amarla. Que el cielo la acoja.

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