El Festival del Vendrell busca recuperar el espíritu de las soirées que de manera espontánea tenían lugar en casa de Pau Casals cuando recibía la visita de otros músicos y acaban tocando música de cámara juntos. Para ello ha reunido en el auditorio de Sant Salvador, el mismo barrio en el que nació el maestro catalán, a tres ases de la clásica que, con la ligereza que caracteriza a los grandes, han sabido conectar artísticamente con apenas un par de días de ensayos.
Bajo el título de Una vetllada a la Vil·la Casals se dieron cita el miércoles día 20 el violinista Brandon Garbor, el viola Jonathan Brown y el cellista Alejandro Gómez. Y en la segunda de estas veladas (día 21 a las 20 h) el festival reúne a tres grandes intérpretes de distintas generaciones: el pianista canadiense Louis Lortie, el clarinetista alsaciano Paul Meyer y el joven y mediático cellista parisino Edgar Moreau. Todos ellos francófonos, no en vano quien les convoca es el francés Bernard Meillat, el director artístico del festival.
Al escuchar por primera vez un disco de Casals pensé que nadie había conseguido esa calidez de sonido"
Y hablando de Pau Casals, Lortie asegura que uno de los primeros LP que tuvo, con diez u once años, fue justamente uno de Bach, por el insigne cellista. “Pero no era un Bach al cello sino dirigiendo los Conciertos de Brandeburgo, creo que con músicos de Marlborough y tal vez grabado en Puerto Rico. Al escucharlo por primera vez pensé que nadie había conseguido esa calidez de sonido, era algo impresionante".
"Desafortunadamente, hoy no hay tanta gente capaz de tocar con esa espontaneidad y libertad. Estamos perdiendo ese estilo libre, todo el mundo toca más o menos igual, con el rubato y demás. Pero Casals, incluso cuando hacía ruidos, era muy físico, orgánico”, argumenta el pianista en una pausa de los ensayos. "Hoy nos vuelve loco la comida orgánica, quizás deberíamos volvernos un poco locos con la música orgánica", ríe.
El programa arranca con el Trío para piano, clarinete y cello de Beethoven y cierra con el de Fauré, obra raramente interpretada
El programa de este jueves en el Vendrell arranca con el Trío para piano, clarinete y cello de Beethoven y cierra con el de Fauré, obra raramente interpretada “porque no busca el éxito ni intenta contentar al gran público, es más para connaisseurs y la gente que le gusta este tipo de música íntima”, apunta Lortie, quien además de intérprete es director del festival del Lago Como de música clásica, que fundó hace seis años con el batuta Paolo Bressan.
En su Montreal natal Louise Lortie tuvo la suerte de ser alumno de una estudiante de Fauré
Asegura que lo ha estudiado por primera vez para esta ocasión, cosa que le ha encantado, pues recuerda que justamente en su Montreal natal tuvo la suerte de ser alumno de una estudiante de Fauré. Una pianista belga que aun siendo muy mayor se mantenía lúcida y aguda. Había emigrado en los años 30 a Canadá tras haber tocado para el compositor francés. En 1910, con 15 años, despuntó en el Conservatorio de París que dirigía el propio Fauré, de quien recibió buenos consejos. “Cuando les digo a mis alumnos que mi maestra nació en el siglo XIX piensan que soy un dinosaurio”, sonríe Lortie.
El programa combina piezas que requieren una concentración más difícil y otras más más conocidas y de escucha más fácil. Como es debido, apostilla Lortie. Con Meyer, con quien ha tocado recientemente, interpreta la Sonata en Fa menor de Brahms. Y el dúo con Moreau, con quien Lortie comparte escenario por primera vez –“aunque le conocí en el festival de Jerusalem, junto al resto de sus hermanos músicos y su madre, que es traductora del hebreo”– ofrecerá Debussy.
De la Sonata de Debussy no he encontrado grabación de Casals. Una pena porque toda la pieza es tan española..."
“De esta Sonata no he encontrado grabación de Casals. Creo que nunca la grabó, y es una pena porque toda la pieza es tan española... al igual que el resto de la obra tardía de Debussy. El hombre moría de una enfermedad terrible y es como si mirase al Sur en busca de sol y libertad. Habría sido interesante ver qué hacía Casals con ella”, afirma.
Lortie reivindica la música de cámara y considera que a lo largo del año no la hacen lo suficiente, ocupados con "demasiados conciertos y recitales en solitario". "Pero el verano es momento para encontrarte con otros músicos que conoces bien o con aquellos que no conoces. Siempre descubres y aprendes nuevo repertorio. Y es más relajado, porque un recital de piano lo haces de memoria y en cambio aquí usas el iPads, una grandísima solución".
Desde que fundara el LacMus Festival vive a caballo entre Lugano, en Suiza, y este bello paraje italiano que es el Lago Como. Cada concierto es en una localización distinta: villas, iglesias, plazas... y con muy buenas acústicas exteriores, como si se trata de un anfiteatro natural. "Realmente nos hemos malacostumbrado: la herencia cultura de Italia es infinita. Sientes una responsabilidad muy grande a la hora de llevar adelante todos esos conciertos".
Seguro que estando en un territorio pequeño los francófonos habríamos desaparecido en Canadá, pero es vasto"
Sobre su Canadá natal, cuya diversidad de orígenes por la emigración ha dado lugar a una tradición cultural muy rica, lamenta que ya no sea aquel país joven y orgulloso de ayudar a la cultura que becaba a jóvenes para venir a Europa. "En todas partes del mundo se ha visto reducido ese apoyo. Dependemos más de las donaciones privadas. Y en eso los estadounidenses son imbatibles, tienen mucha riqueza. En el LacMus un tercio del presupuesto procede de amigos americanos. Alucinante".
Para Lortie, el hecho de que en Montreal se haya conservado la lengua y la cultura francófona tiene que ver con el territorio. "Es vastísimo, de manera que puedes mantener tu cultura. Seguro que estando en un territorio pequeño los francófonos habríamos desaparecido. Pero es que Quebec hace ¡tres veces el tamaño de Francia!"
¿Tras haber grabado medio centenar de discos, qué le queda por indagar?
Siempre hay algo más. Por ejemplo, la música rusa, de la que no he tocado tanta y que justamente he estado investigando durante la pandemia. Este año hago un álbum de Scriabin. Y creo que haré otro Rachmáninov. Por otra parte, voy a hacer Bach pero también con el órgano y con el clave. Será un disco que combine los tres instrumentos".
La mitad de los pianistas brillantes vienen del Este, sobre todo de Rusia. Y también de Ucrania"
Cuando decidió ir a por la música rusa, Rusia explosionó...
"Efectivamente. La verdad es que la mitad de los pianistas brillantes vienen del Este, sobre todo de Rusia. Y también de Ucrania. Por poner un ejemplo. Este verano hemos hecho en clase una maratón Scriabin: sus diez sonatas en dos conciertos. Pero hubo cancelaciones y buscaba a alguien que pudiera hacer la 8ª Sonata. Por Youtube vi a esa chica ucraniana, una desconocida que la tocaba maravillosamente. Y fue llegar, poner sus manos en el piano y comprobar que todo el color orquestal estaba allí. Tienen una escuela de piano increíble".
¿Cuál es el secreto?
"Me dijeron que es porque cuando tienen el don, aunque aún estén en la temprana edad de seis o siete años, inmediatamente van a la escuela especial. Esa formación especial no la tenemos en Occidente. Aquí la educación musical es muy pobre. Esperamos a que esos chavales tengan 14 para darles esta formación, y es demasiado tarde. Cuando tienes un talento especial tienes que actuar inmediatamente porque las conexiones neuronales para tocar un instrumento se producen muy pronto", concluye el músico.