Miró íntimo, poético y lúcido

Crítica de arte

La Fundació Joan Miró muestra el legado del artista a su familia y a Barcelona

El título original Miró lo puso en francés, pero no pasa nada si se pone en catalán, que es como está catalogada esta pintura en la Fundació Joan Miró. IMAGEN PARA PUBLICAR en Arte y artes lunes 6 de junio 2022 Juan Bufill

'L’etoile matinale' (1940) Primera de las ‘Constelaciones’ que realizó Miró como afirmación de libertad en tiempos de fascismo

Fundació Joan Miró.

Miró. El llegat més íntim , que se presenta en la Fundació Joan Miró de Barcelona hasta el próximo 26 de septiembre, es una de esas exposiciones infrecuentes de las que uno puede salir de muy buen humor. Para que esto pueda suceder se precisan ciertas condiciones. La primera es que el artista exprese una conexión profunda y positiva con la vida y con su arte, lo cual se cumple plenamente en este caso. Y la segunda es que también el visitante tenga una buena sintonía con la obra plástica del artista. Y Joan Miró era un animal poético y libertario –en el mejor sentido de estas palabras–, un creador discreto, profundo y salvaje, también en el buen sentido de esta palabra.

Lee también

Miró y Chillida se reencuentran en Zabalaga

Ander Goyoaga
Horizontal

No es, pues, solamente una cuestión de excelencia artística y de originalidad visionaria, sino también de actitud vitalista, libre y poética –es decir, celebradora de lo mejor y crítica de lo peor–, orientada hacia un mejor despliegue y desarrollo de las posibilidades de la experiencia humana. Uno puede salir satisfecho de una buena muestra de Picasso, Duchamp o Giacometti, pero lo que puede producir una buena exposición de Miró –o también de Klee– es, además, un deseable estado de celebración, de lucidez y de libertad –al menos interior– que es el propio de la poesía verdadera. Y quizá de la mejor música también, incluso con mayor intensidad emocional, aunque el compromiso ético de la música –si esta carece de palabras– siempre será menor que el de la mejor literatura.

Miró va más allá de los gestos iconoclastas y nihilistas, y se orienta hacia el futuro en un sentido liberador

La muestra de la Fundació centra su atención en las pinturas que Miró quiso conservar siempre en su familia y que regaló a su mujer, Pilar Juncosa, a su hija Dolors y a sus nietos. Sin duda esas obras eran una referencia para el propio artista y también era acertado no desprenderse de ellas por sentido práctico y patrimonial. Una de ellas es la primera de la serie de Constelaciones que realizó como afirmación de vida y libertad en tiempos de guerra y fascismo: L’etoile matinale , 1940. 

Lee también

Joan Miró colabora con los poetas catalanes actuales en la galería Mayoral

Josep Playà Maset
Horizontal

Pero hay muchas más, de todas sus épocas. Es una exposición que vuelve a mostrar ese Miró íntimo, poético y lúcido que aparecía en la primera gran biografía sobre este artista: Joan Miró. El niño que hablaba con los árboles , escrita por Josep Massot y publicada en el 2018, hasta ahora sólo en castellano y en catalán, aunque es una obra de referencia mundial que merecería ser traducida a otros idiomas. También aparece el Miró independiente y listo que Massot retrata en un segundo libro, Joan Miró sota el franquisme (2021).

A partir de las espléndidas exposiciones de su centenario en 1993, celebradas en museos como el MoMA de Nueva York, en la Fundació Joan Miró de Barcelona y en el Reina Sofía de Madrid, la obra de Miró ha sido cada vez mejor comprendida y valorada, incluso por un público amplio. En el periodo de Entreguerras (años 20 y 30) fueron sobre todo algunos poetas –los mejores, precisamente– quienes comprendieron y elogiaron a Miró, y ya desde el principio. En cambio, en su propio país, durante más de medio siglo el autor de las Constelaciones fue un artista a menudo infravalorado o ignorado. Quienes también le apoyaron fueron algunos galeristas de París y Nueva York. Pero todavía a finales del siglo XX, en bastantes textos sobre arte se consideraba el siglo XX como “El siglo de Picasso”. En arte, sin embargo, la tendencia mitómana y monoteísta es un error.

Lee también

Brigitte Szenczi y Juan Antonio Mañas, juntos en el espejo

Juan Bufill
el espejo con vestigo rojo y parte de un rostro de hombre que mira):
“Fin de siècle”, 2022, óleo sobre papel de Juan Antonio Mañas

Recuerdo que ya en enero de 1988 publiqué un texto en que afirmaba que el siglo XX también era el siglo de Paul Klee, y en los años siguientes –con todos mis respetos por la obra del admirado Picasso y del influyente Duchamp– fue quedando claro –al menos para quienes prestaron atención a su obra– que el XX es también el siglo de Miró. Si la modernidad de Picasso actualizaba el pasado con formas nuevas y Duchamp se orientó hacia un arte cerebral e iconoclasta, el legado de Miró va más allá de las formas y de la estética, pero también de los gestos iconoclastas y nihilistas, y se orienta hacia el futuro en un sentido liberador, creador y vital.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...