“Benito Pérez Galdós no tenía una imaginación perversa equivalente a la de un gran caudillo político capaz de organizar matanzas. Estaba más allá de él imaginar monstruos como Putin”, señala Mario Vargas Llosa cuando le preguntan cómo habría abordado el autor de Tristana y Misericordia un personaje como el del actual dictador ruso. El Nobel, que acaba de cumplir 86 años, ha aprovechado la larga pandemia para leer la monumental obra de Galdós y el resultado es La mirada quieta (de Pérez Galdós) (Alfaguara), un volumen en el que analiza la ingente producción del autor canario novela a novela y obra de teatro a obra de teatro, hasta un centenar, y concluye que pese a las acusaciones de gente como Valle-Inclán, que lo llamó “garbancero”, y pese a los ultracatólicos que boicotearon su posible Nobel, fue “un gran escritor, aunque muy irregular, que cuando acertaba lo hacía de manera muy notable, caso de Fortunata y Jacinta, gran novela, acaso la más importante del siglo XIX en España”.
En el Ateneo de Madrid, que fue fundamental para la vida de Galdós (1843-1920), ya que se hizo socio –el 2.762- a los 22 años y lo describía como “la Holanda española” por su carácter tolerante, Vargas Llosa ha presentado un libro desprejuiciado, en el que ha leído Galdós sin la imposición del canon. “Comencé con el proyecto cuando empezaba la pandemia que creíamos que duraría pocos días. Duró 18 meses que me pasé leyendo de manera muy sistemática al autor. He leído los Episodios Nacionales, las novelas y las obras de teatro, también muchos artículos, pero las recopilaciones son pocas y su obra de articulista fue gigantesca, una de las más extensas de la literatura española, llegó a escribir dos veces al día, en la mañana y en los diarios vespertinos, sus artículos”, ha recordado.
"En los 'Episodios Nacionales' intenta presentar de forma ligera y cómoda los grandes hechos del XIX a sus compatriotas"
En el libro analiza nada menos que 28 novelas, 24 obras de teatro y el ambicioso proyecto de los Episodios Nacionales, de los que escribió 46. Unos Episodios con los que, explica el autor de La ciudad y los perros, “Galdós quería presentar de forma más bien ligera, moderna, cómoda y simpática los grandes hechos del XIX para que sus compatriotas tuvieran acceso a estos grandes episodios donde realmente se fija el sentido histórico de España hasta la época moderna”. Unos libros en los que, recuerda, añadió cosas de su propia cosecha pero “sin embargo da un panorama bastante fiel a lo ocurrido aquellos años”.
Más de 30.000 personas acompañaron sus restos mortales al cementerio de la Almudena en 1920
No llegó a terminar el proyecto –del que escribió obras como Trafalgar, Gerona, Bailén, Zumalacárregui, Vergara, España sin Rey o Cánovas- porque “le distrajo el teatro”, en el que, dice Vargas Llosa, “tuvo muchísimo éxito, mucho más que como novelista, en toda España y en parte de Europa”. Pero fueron esos Episodios Nacionales, dice Vargas Llosa, los que provocaron que por lo menos 30.000 personas acompañaran sus restos al cementerio de la Almudena el 5 de enero de 1920. “Él hizo lo que Balzac, Dickens y Zola, por los que sintió siempre admiración, hicieron en sus respectivas naciones: contar en novelas la historia y la realidad social de su país”, escribe en el libro. Y, señala, lo hizo siempre con objetividad.
“Hacía un gran esfuerzo de objetividad, yendo incluso en contra de sus convicciones políticas para ser fiel a los hechos históricos. Uno de los Episodios más logrados es la aparición de las guerrillas, maravillosamente bien contada en el volumen que dedica a este fenómeno que no se había dado en Europa y se trata de un verdadero levantamiento popular, pueblos pequeños y aislados se organizan en torno a alguna figura importante del pueblo”, apunta. Y señala de otro Episodio que “el asesinato de Prim es quizá uno de los puntos más altos de sus narrativa”.
Remacha que fue un gran escritor, pero muy irregular porque “no rehacía, corregía los propios manuscritos, pero no era un escritor como Flaubert que rehacía y rehacía cada frase para ver cómo sonaba. Él tenía una idea para una novela, la transmutaba en frases, textos, palabras, y con lo que salía se quedaba contento. Escribió obras maestras y otras muy fáciles de leer y bastante imperfectas”. Y dice que “se ha discutido si es Fortunata y Jacinta o La Regenta la obra más importante del XIX. La Regenta es un poco más moderna que las obras de Pérez Galdós, él está más cerca de los clásicos que de la novela moderna".
"La influencia de Flaubert la veo con escepticismo, nunca adoptó un narrador omnisciente"
Y dice que "se ha hablado de la influencia en su obra de Zola y Flaubert, pero lo de Flaubert lo veo con mucho escepticismo porque hay en Galdós una especie de ceguera respecto a la gran contribución de Flaubert en la estructura novelística. Flaubert inventó un narrador invisible que él comparaba con Dios, que estaba en todas partes y no era visible en ninguna. Pérez Galdós no lo entendió o no lo practicó nunca en sus novelas. Muchas tenían un narrador que era el propio Pérez Galdós, que se presentaba como personaje que contaba las historias de los otros, lo que no nos decía es cómo se había enterado de las intimidades de esos otros y refería los pensamientos de los personajes".
"Sectores católicos ultras enviaron cartas a la Academia sueca para que no le dieran el Nobel"
Recuerda que cuando cumplió “sesenta y tantos hubo un movimiento de periodistas y escritores, firmaron más de 500 una carta a la Academia sueca pidiendo el Nobel para él". Pero "la academia no lo concedió y muchos años después un periodista fue a Estocolmo y averiguó qué es lo que había ocurrido, por qué no le habían dado el Nobel. La Academia le mostró una abundancia de cartas con firmas que se oponían”. Procedentes, dice de círculos católicos ultras que lo consideraban un librepensador extremista.
"Fue muy crítico de la abrumadora presencia de la iglesia católica en la vida de las familias, las personas y la sociedad"
Vargas Llosa recuerda que el autor fue “muy crítico de la presencia de la iglesia católica. No era enemigo de ella, porque en el fondo era un creyente, pero sí de su abrumadora presencia en la vida de las familias y las personas y la sociedad, es uno de los aspectos en el que es más crítico de la situación de España en la época en que vivía”.
En cuanto a su calidad, dice, “es difícil figurarnos hoy la controversia que había en esa época en España sobre las novelas de Galdós. No era considerado un gran escritor, había muchas críticas, se lo acusaba de ser más bien vulgar, no muy refinado, y esa vulgaridad nos es muy atractiva hoy a diferencia de su época. No era considerado en un primer momento un gran escritor, ni muchísimo menos, se le veía como entretenido, que llegaba a un gran público, pero no pertenecía al sector de escritores estilistas, refinados, cuidadosos de su prosa. Les parecía demasiado popular, demasiado expuesto a un tipo de lectores fáciles, no exigentes con él, no es la visión que tenemos hoy de él. Se nos impone como una de las más ricas y originales de la novelística española”.
“En la distancia el conjunto de la obra de Galdós es muy importante en el XIX que no hay grandes escritores en España, tiene enorme significación, importancia”, añade. Y dice que “Misericordia es de las grandes novelas que se han escrito en España sobre la pobreza, la miseria. Él conocía maravillosamente Madrid aunque era canario, daba largos paseos por la ciudad, y llegó a conocer muy bien la enorme diferencia entre la minoría privilegiada y el grueso de la población pobre o miserable. Misericordia describe sobre todo el Madrid pobre, las escenas son terribles, y a la vez hay una humanidad que se manifiesta detrás de esa pobreza que es para mí el gran logro de esa novela en la que uno descubre que en Madrid quienes padecen esa miseria son la mayoría de madrileños”.
“Y esa gente que malvive de forma trágica –prosigue- tiene pese a todo alegría de vivir. Esa gente miserable, huérfana prácticamente de todas las cosas que enriquecen la vida es capaz de divertirse, pasar un buen rato cantando, riéndose, contando chistes. Hay en Misericordia unas características que tienen que ver con el pueblo español, una manera de gozar de los pocos espacios que la miseria permite en la vida”.
"El mundo de Galdós es de personajes de clase media que actúan de la manera que se espera de ellos"
Eso sí, asegura que el mundo de Galdós es “de personajes de clase media, aunque aparecen muchos nobles y pobres”. “Se siente más cómodo narrando a personajes de clase media. Gentes más o menos conformes con su suerte que actúan de la manera que se espera de ellos y no se apartan de ella, quienes lo hacen se arruinan y no tienen la benevolencia del propio autor, son vistos con cierta conmiseración. En cambio quienes viven de acuerdo a su estatus son los más prototípicos y quienes gozan de la vida. En Fortunata y Jacinta Fortunata es de clase media, una clase obrera que sube a la media y ahí están sus logros. Es un persona muy generosa, se desprende de un hijo para dar a Jacinta el hijo que ha soñado siempre con tener y no ve en este gesto ningún heroísmo. Se conforma a lo que de ella espera ese sector social con el que Pérez Galdós se siente más cómodo y descubre una forma de felicidad o aceptación de la vida. Quienes se exceden o truncan esa vocación son las gentes más desesperadas y frustradas en sus novelas. Entendió a esa clase media española que comenzaba surgir y terminaría por imponerse”, concluye.