Los detalles de 'The Fairy Queen' que se estrena en el Palau con sombras chinescas
Miércoles 16 de marzo
El ensemble Vox Luminis recurre a la escenografía visual para dar sentido a esta ópera de Purcell
Escenarios de 'King Arthur': No eran sajones, Arturo, eran rusos
Lionel Meunier, el director artístico del ensemble Vox Luminis, se ha recorrido esta noche toda Barcelona a pie. Habrá hecho veinte kilómetros, dice. Es su forma de descubrir la auténtica esencia de las ciudades, cuando se ve muy poca gente por sus calles. El fundador de este conjunto de música antigua que aunque formado por músicos de todo el mundo ha querido radicarse en Bruselas, el kilómetro cero de la comunidad europea, es también el ideólogo de este galardonado proyecto que lleva en marcha desde el 2004. Y lo que tiene entre manos ahora, tras interpretar este lunes King Arthur de Purcell en el Palau de la Música es el estreno mundial en esta misma sala de 'The Fairy Queen'. Otro de estos sueños hecho realidad que estudia con años de antelación y barrunta mientras se pierde durante horas por ciudades de medio mundo.
Francés de nacimiento, el primer viaje fuera de sus fronteras fue como cantante, precisamente a Barcelona. Tenía 20 años y no había subido antes a un avión. "No plores, no plores...", cantaron en iglesias con otro coro, acaso el Orfeó Català, no lo recuerda. Lo que sí recuerda fue la impresión que le causó visitar el Palau de la Música... "Este doble programa de Purcell secular es perfecto para el debut de Vox Luminis en esta magnífica sala", dice. "Especialmente con The Fairy Queen que va de los sueños y la imaginación. ¡Cómo no te va a despertar la imaginación venir a este lugar! No hay otro igual en el mundo".
Abordar un Purcell no sacro sino secular es también una manera de sacudirse la imagen de ensemble especializado en esa música tan austera que es la alemana del siglo XVII. "No es nada exuberante, pero muchos de los músicos si tienen un lado exuberante que debíamos mostrarlo para no quedar como un grupo triste y aburrido", apunta. Eso sí, manteniendo el espíritu del grupo en el que nadie es una gran estrella -"ni siquiera yo"-, la estrella es el grupo mismo. Es Lionel Meunier (Clamecy, 1981) quien prepara cada proyecto, escoge a cada cantante o instrumentista, piensa con años de antelación qué música y qué pieza quiere hacer. Y compara los ensambles con equipos deportivos...
"Me veo también como el entrenador de un equipo que deja a los jugadores jugar en cuanto empieza el partido. Es más, yo también actúo, canto y en este King Arthur toco la flauta... Es cuando les das libertad que dan lo mejor de sí mismos. Como la Masia del Barça, hay miembros de Vox Luminis que están desde el principio y llevan 18 años tocando y cantando juntos". En este sentido, Henry Purcell fue un compositor muy distinto, pues a diferencia de Händel, por ejemplo, componía pensando en que los intérpretes compartieran la gloria. No hay grandes papeles ni otros que queden en frases muy cortas. "Los distribuía de manera muy precisa y ponía el nombre de los cantantes para cada papel", explica Meunier.
Así, en The Fairy Queen hay hasta 18 papeles de soprano. "Pero tú no tienes 18 sopranos, por lo tanto utilizas cinco que hacen diversos papeles, y todas ellas tienen su oportunidad de brillar. Y la mayoría son del propio ensemble". Para King Arthur, cuyo estreno tuvo lugar hace años en Bruselas y lo grabaron con Alpha Classics hace un lustro, sólo tuvo que contratar a una soprano extra. Para The Fairy Queen ha tenido que esperar un tiempo hasta contar con las voces que necesitaba... En cuanto descubrió hace cinco años a Alexander Chance, el hijo de Michael Chance, supo que ya tenía al alto necesario de The Fairy Queen, el que canta "One charming night" o el dueto "Let the Fifes and the Clarions".
Meunier ha aplicado a esta ópera la misma fórmula de su exitoso King Arthur: dado que a pesar de haber muchísimo texto en esta obra de John Dryden (1631-1700), al final, advierte, no acabas de entender de qué va la ópera. Por lo cual recurrió a una dramaturga que le construyó un texto paralelo, de no más de treinta minutos, para ser declamado por un actor en calidad de narrador. Lo cual, como se vio en el Palau de la Música este lunes y se verá en el Teatro Real el día 27, esclarece la trama sobre la batalla entre britanos y sajones por el trono de Inglaterra y por el amor de al princesa Emmeline.
Eso mismo se utiliza en esta flamante The Fairy Queen, una semi-ópera que adapta El sueño de una noche de verano de Shakespeare, y que en el Palau contará con la voz de la actriz Sílvia Bel en la narración de estos textos de Isaline Claeys traducidos al catalán que se intercalan entre fragmentos cantados en inglés. "Aquí hay menos interacción directa con la música porque es la manera en que se concibió. No es tanto una obra de teatro con muchos actores sino que va de un sueño, con las dificultades que ello con lleva, de ir saltando y saltando de tema a tema: 'Come let us leave the town', cantan al principio, para adentrarse en la naturaleza".
Para esos cuadros musicales tan resplandecientes de imaginación era necesario un elemento visual. Y Meunier no quería los típicos vestuarios grandilocuentes de una ópera ni nada que necesitara muchísimas horas de ensayos. Quería algo con lo que pudieran viajar. Y dio con la escenografa Emilie Lawers y el video de Mario Melo Costa.
"Lo interesante es que no queríamos algo directamente vinculado a la música, para que fuera realmente la expresión de un sueño. Y Lawers tuvo la magnífica idea de partir del concepto de sombras chinescas. Dibujos de animales que se acercan uno a otro con una pasión dulce, porque todo el mundo sueña con el amor, ¿no? Hay monos, conejos, insectos... pero también árboles y siluetas de edificios de esa ciudad de la que huyen al principio".
Siendo la obra de Purcell algo tan perfecto, podía suceder que un artista se bloqueara ante el deseo de respetar lo que ya es la obra en sí. Pero la filosofía artesanal facilitó este aspecto, pues fueron cientos de personas recortando siluetas para realizar un vídeo analógico. "Efectivamente, todo se hace con la cámara y gente que mueve los elementos que la cámara recoge. No hay nada digital. En el escenario hay una pequeño televisor y a medida que avanza el texto hay un actor que introduce nuevos elementos visuales". Además existe un vídeo creado que se ve en una gran pantalla.
"Nos pasamos una semana solo firmando las siluetas, tenemos más de un centenar de horas. Y cuando llega la noche, por ejemplo, y el escenario se vuelve oscuro, aparece el vídeo. a veces se produce un diálogo entre la caja y el vídeo. Hay dos o tres cámaras y dos personas moviendo las siluetas". En un momento en que a la gente se la bombardea con información, Vox Luminis quiere captar la atención de la gente de manera sencilla, pero con un mensaje convincente y potente.
"Esta The Fairy Queen nos hace conectar con la naturaleza y con la luz, y por eso la combinación de ambas es algo muy único", concluye el director artístico de Vox Luminis. Ya hay teatros en Macao y Malta interesados en esta propuesta "que no se conecta con la belleza de la vida, la belleza de la naturaleza y del amor, y con ese firmamento que nos fascina".
Existe incluso un proyecto ecológico alrededor de esta producción: estas siluetas salen a la venta y con el dinero que recaudan contribuyen a conservar bosques medievales en Bélgica.